La
capital navarra dejará de ingresar 150 millones de euros
Hace un tiempo no muy lejano, el final del mes de
junio suponía el calentamiento para el inicio de una de las fiestas más
internacionales que tienen al toro como eje y base de la celebración: los
sanfermines. Hablar de Pamplona a mediados de junio es hacerlo de una ciudad
que se transforma para vivir una semana alejada de la realidad. Es hablar de la
llegada de los primeros protagonistas de las fiestas a los Corrales del Gas. Es
hablar de riqueza, de empleo. Es hablar del paraíso.
Sin embargo, la situación tan atípica, provocada
por la pandemia del coronavirus, convierte a Pamplona en una ciudad ‘dormida’,
sin el sentimiento ni el júbilo que aparece cuando se acerca una situación tan
esperada año tras año.
San Fermín se ha convertido en los últimos años en
la fiesta más internacional de España y que tiene al toro como eje fundamental
de la misma. El toro, presente desde finales de junio en los Corrales del Gas,
para luego recorrer las calles de la ciudad navarra por las mañanas en los
encierros y, finalmente, su lidia en la plaza. Toros, en la previa. Toros, por
las mañana. Toros, por la tarde. Toros, toros y más toros.
Este interés despertado entre foráneos convierte a
Pamplona en la ciudad elegida para pasar unos días, con el desembolso económico
que todo ello conlleva. Con la ausencia de San Fermín, la capital navarra
dejará de ingresar 150 millones de euros.
Las primeras pruebas del desequilibrio económico
que va a sufrir la capital navarra ya se aprecia en las reservas y el precio de
los hoteles. La realidad de este junio en Pamplona es muy distinta: los hoteles
solo reflejan un 36% de ocupación en las fechas de San Fermín y el valor de las
habitaciones se encuentran a menos de la mitad del precio de años anterior. De
esta situación no se libran ni los hoteles más prestigiosos ni tradicionales
como el Yoldi y La Perla. La conclusión es clara: sin toros no hay paraíso. / www.mundotoro.com
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