Este martes
en horas de la mañana en Los Guáimaros
RUBÉN DARÍO
VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
La historia del rejoneo en Venezuela tiene un
apellido propio a lo largo de su historia, y lo es en la referencia de la
familia Rodríguez Jáuregui, en especial Javier Rodríguez, quien es el primero de
la saga que se atreve a la aventura de formarse a mediados de la década de los
´70 en casa del maestro José Samuel Lupí, donde trajo el conocimiento, doma y
escuela para luego hacerse un nombre en la historia del toreo venezolano. Famoso
fue en sus primeros años don Javier junto a su famoso caballo negro de nombre «Ortigao»
-que dio un hijo en la cuadra de Javier de menor alzada pero igual briosa y
alegre desempeño de nombre «Relicario»- el primer equino de pura raza lusitana
para el toreo a la jineta con el pergamino para deslumbrar en las plazas
nacionales, aun novatas por aprender la alta escuela y belleza que implica el
toreo a la jineta.
Hubo de pasar dos décadas después para que a
finales de los ´90 el para ese entonces joven José Luis Rodríguez Agostini
comenzará a deslumbrar con la que fue su primera y lujosa cuadra de caballos
que le dio a conocer y cartel en la mayoría de plazas venezolanas, a tal punto
de hacerlo y convertirlo en una referencia taurina y social. Numerosos fueron
los paseíllos con «Ocaso», «Sultán», «Pintor», «Nilo», «Eroy», «Soga» y
«Triana», traídos de Colombia y otros directamente de Portugal, lo que hizo que
por vez primera en el país se tuviese un pie de cría de alto nivel de caballos
de raza lusitana, todos ellos con el “talento” si pudiéramos llamarle así, para
el rejoneo. Una delicia y espectáculo, que hizo y fomentó que así mismo sus
primos hermanos, Luis Augusto y Rafael Augusto se animaran a la senda de las
bridas y espuelas delante de los pitones. Estamos hablando de la época más prolífica
para el rejoneo en Venezuela donde era raro no ver a un rejoneador en los
principales carteles de la temporada nacional, cuando aún se podía decir “campaña”
con plazas como Maracaibo, Valencia, Maracay, el Poliedro de Caracas, Barcelona
y gran parte de la provincia nacional, que cuando hacemos recuento se nos eriza
la piel de emoción y a la vez de nostalgia.
Como mencionaba, fueron los mencionados caballos
toreros del rejoneador José Luis Rodríguez la base principal de su carrera, la
misma que abarcó gran parte de los tres primeros lustros del presente siglo, y
entre estos como último gran exponente llegaría un caballo que por su imponente
porte llamaría la atención. Sus largas crines, su bello pelaje y en especial su
seguridad en el tercio final de la lidia, le hicieron inmediatamente un fijo en
sus presentaciones. Me refiero a «Nilo», el “caballo blanco” -como muchos le decían-
de la cuadra de José Luis Rodríguez, traído de la cuadra del cavaleiro Claudio
Travessa.
Fue este caballo la baza con la cual José Luis
aseguró muchas de sus destacadas actuaciones, pues con las banderillas cortas y
el rejón de muerte, numerosos fueron los toros que pasaportaría con solvencia triunfal
el mencionado “cavaleiro” emeritense. Desafortunadamente este martes, en horas
de la mañana, con 24 años de edad, dejaría su presencia terrenal con el deber
cumplido como equino de alta escuela lusitana que de seguro ha dejado regado en
los potreros de la finca San Luis en el sector ejidense de Los Guáimaros su
legado.
Además del toreo también «Nilo» trascendió en la
pequeña pantalla, pues fue el caballo que utilizaría el conocido actor
tachirense Edgar Ramírez en la película Bolívar, film visto en todo el mundo y
donde de nuevo la bella expresividad de este caballo en parte llenaría de
orgullo a su propietario, y porque no, al toreo venezolano.
Emotivo sería el mensaje inmediatamente conocido
su deceso por parte del rejoneador José Luis Rodríguez por Instagram, dando a
conocer las virtudes de quien compartiría tardes de gloria en las arenas
taurinas del país, las mismas que esperan que este aciago momento social y económico
que nos acongoja pase y de lugar a un nuevo resurgir del toreo en un país
tatuado con la pasión del toreo, por tradición, herencia e historia.
LA REVISTA 6
TOROS 6 ANUNCIA SU DESAPARICIÓN POR LA CRISIS ECONÓMICA
El semanario madrileño 6Toros6 ha anunciado el
final de su trayectoria editorial tras 1.355 semanas de puntual y brillante presencia
en los kioscos. Así lo ha anunciado en una sentida nota su director José Luis
Ramón este martes con la que cerraba su última columna editorial. “Hoy
acaba aquí una aventura periodística y editorial inolvidable que comenzó en
1991, que ha hecho frente a numerosos avatares y vicisitudes, a cambios
radicales en el toreo y en los medios de comunicación, una aventura a la que
solo ha vencido una enfermedad mundial invisible”.
Más allá de la leal competencia que haya podido
haber durante toda su trayectoria entre las dos cabeceras, nos sentimos dolidos
por lo que supone de pérdida para el periodismo, nunca el cierre de un medio
puede ser motivo más que de tristeza para quienes amamos esta profesión estemos
en la redacción que estemos. Desde estas líneas queremos hacer llegar nuestra
solidaridad a los compañeros y el reconocimiento a su labor por haber hecho
posible a lo largo de tantos años el apasionante milagro de llevar todas las
semanas a los lectores un excelente producto periodístico, tal y como señala el
director de revista taurina Aplausos, don José Luis Benlloch.
Precisamente esta revista en la ciudad de Mérida
tuvo su predicamento, pues en el año 1994 su para aquel entonces editor y
director fundador, el reconocido periodista y escritor taurino don José Carlos Arévalo
la promocionó incluyendo entre sus socios al recordado taurino don Gustavo
Trujillo y su hija Menelly Trujillo, quienes la colocaban en venta en la ciudad
por suscripción a determinados aficionados locales así como a particulares en
kioscos puntuales como el del Mercado Periférico de la ciudad capital
emeritense. Hasta que a finales del 2012 los Trujillo se desligaron de la
misma, y no se supo más de la revista, ante los costos cada vez más
inaccesibles para quienes deseábamos comprarla.
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