FERNANDO
FERNÁNDEZ ROMÁN
@FFernandezRoman
Según la RAE, el bicho que en este malhadado
tiempo atormenta a la Humanidad es de género ambiguo; por tanto se le puede aplicar
el artículo masculino o el femenino, indistintamente, para preceder (y
proceder) a su determinación. Se dice esto, naturalmente, sin consultar a esa
eminente filóloga llamada Irene Montero,
de quien –según ella—“la RAE tiene mucho que aprender” (sic). Así, pues, diré
que, en lo concerniente al asunto taurino, los efectos colaterales del o de la
COVID-19 están causando un verdadero
cataclismo en la prensa especializada, tal cual deja un tsunami las
edificaciones de la costa: devastada, asolada, embarrada e impracticable. No
hay toros, no hay noticias, ni más tema que tratar que el ya sobradamente
conocido: el farragoso contencioso que mantienen el Gobierno de la nación y los
sectores más representativos del mundo de los toros. Las revistas de toros y los
portales taurinos se han agarrado al filón de Joselito el Gallo, en el
centenario de su muerte, para echar algo de comer a la andorga flácida del
lector aficionado. Pan para hoy y hambre para mañana. Y la hambruna, se ha
cobrado ya la primera víctima significativa: cierra la revista taurina 6 Toros
6.
Se veía venir. En la última conversación que
mantuve con quien era su director, José Luís Ramón, ya me anunciaba la
situación en que se encontraba la publicación: si la publicidad no ayuda, con
la venta en kiosco o las aportaciones de los suscriptores, no puede mantenerse
su confección en papel. No se cubren siquiera gastos. Es la pura verdad. Así,
pues, el esfuerzo que han realizado el grupo de redactores que la mantenían a
flote no ha podido resistir este último maremoto y han sido engullidos por los
coletazos de una pandemia que no se cansa de arrasar lo que encuentra a su
paso. Mala noticia para la Tauromaquia. Mala, también, para el periodismo
taurino en general.
Cosas como estas inducen a poner en marcha la
maquinaria de la imaginación para estudiar la posibilidad de recuperar un medio
de comunicación de tan alta calidad como 6 Toros 6 y evitar, en lo posible, que se produzca un
rebrote de aniquilamiento en otras publicaciones de similar formato y contenido
o en los portales específicos que aún se mantienen de la Red. Todos,
absolutamente todos –y más que hubiera--, son imprescindibles, porque sin
atenerse a una muestra o un mensaje, periódico y permanente, no hay producto
que pueda consumirse ni actividad ejercida de cara al público que pueda
sobrevivir en un mundo donde la comunicación es el hilo conductor de nuestro
quehacer diario.
Las revistas taurinas han tenido notable
influencia en la historia de la Tauromaquia, desde las pioneras de nombres tan
ingeniosos como El Enano, El Mengue, El Tábano o The Kon Leche, a las muy
afamadas La Lidia o Sol y Sombra. Todas ellas informaron de forma fehaciente de
los hechos más importantes acaecidos en los festejos taurinos del siglo XIX y
XX, incorporando ingenio y humor a las reseñas de los revisteros o piezas de
notable contenido literario en las crónicas elaboradas por plumas de reconocido prestigio. Las revistas
vivían de lo que vendían, reforzando los ingresos con las aportaciones
publicitarias de los toreros que decidían anunciar su arte y su valía en páginas de a tanto la pieza.
De todas las revistas taurinas, la que mayor
impacto causó fue El Ruedo, fundado por Manuel Fernández Cuesta en el año 1944
y concebido como suplemento del diario deportivo Marca. Obsérvese este dato: el
futbol ya comenzó a comerle terreno a los toros en los primeros años de
posguerra. El Ruedo, pues, era un mero complemento semanal de un periódico
diario. Y junto a él, otro magazine delicioso, nada pretencioso y casi virginal
en su concepto de la crítica, que
abarcaba toros, cine y teatro, llamado Dígame, dirigido por Ricardo García
K’Hito.
De estos dos últimos fui un ávido consumidor en
mis primeros años de adolescencia, y todavía tengo fresco aquél tacto en las
yemas de los dedos que humedecía en el pasapágina habitual, áspero el color
sepia de El Ruedo, suave el verdoso del Dígame. Ambos –sobre todo, aquél--, los
devoraba literalmente, y llegué a identificar las plazas de toros de España por
su barrera de tanto escudriñar sus fotografías, de tal suerte, que cuando
muchos años después las recorría por motivos profesionales en TVE, ya sabía antes
de entrar por primera vez en ellas que, por ejemplo, la de Cáceres tiene bajo
el escribo de la barrera unos pequeños arcos que lo sustentan. El Ruedo que mi
padre compraba semanalmente me lo había mostrado tantas veces… ¿Qué hubiera
sido de mí, impenitente soñador de hazañas taurinas, sin aquellas lecciones
gráficas a una edad tan tempranera? Esta es, pues, la primera y esencial
función de la revista taurina: crear aficionados.
Escribí durante varios años en la revista
Aplausos, ya muy cuarentona, pero acicalada e instalada en la moderna técnica
de impresión, y en la veinteañera 6 Toros 6. Me aparté de ambas por propia
voluntad, a pesar de los ruegos de sus respectivos directores; pero de ellas
guardo un gratísimo recuerdo. Por eso me apena que esta última haya sucumbido
al enloquecido vendaval que azota al mundo… y al desafecto e informalidad de
algunos sectores de la fiesta de los toros.
Son los llamados estamentos taurinos los que
parecen no haberse enterado de que la comunicación de los buenos comunicadores
es esencial, no solo para el fortalecimiento de la Tauromaquia, sino para su
pervivencia misma. Cierto es que vivimos tiempos de penuria, en los que cada
cual se preocupa de guardar su ropa, mientras nada en un mar de incertidumbres.
Veremos que porvenir le espera a la fiesta de los toros de aquí a la llegada de
esa entelequia que el Gobierno llama
“nueva normalidad”. Entre tanto, a la prensa especializada en tema
taurino le tiemblan las canillas. Y es pena que se le deje caer por inacción de
los agentes externos que la sustentan y la inanición que tal efecto provoca.
Mi amigo José María Moreno –con quien me doy los
buenos días a diario-- me envía una fotografía del ruedo de la plaza de Las
Ventas que puede ser bien ilustrativa. En él, al igual que en algunos recovecos
de los tendidos de piedra, van creciendo hierbas silvestres, como han crecido a
sentimiento de cada cual las opiniones de toros en Internet, mientras
desaparecen revistas taurinas. Vayan tomando nota.
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