Las
restricciones sanitarias que consagra la ‘nueva normalidad’ siguen minando la
viabilidad de un sector que ha tomado conciencia de la necesidad de mantener
unidos a sus actores
ÁLVARO R.
DEL MORAL
@ardelmoral
Diario CORREO
DE ANDALUCÍA
Los sucesivos pasos que nos conducen a la
cacareada “nueva normalidad” no terminan de disipar los nubarrones que se
ciernen sobre el negocio y el universo taurino. Rodríguez Uribes, el sibilino
ministro de Cultura, anunció días atrás que con los últimos coletazos del
estado de alarma y la aprobación del decreto que regula ahora nuestra vida
cotidiana ya no regirán los polémicos porcentajes de aforo que restringían los
espacios culturales y los espectáculos públicos. Pero ya se sabe qué pasa con
la alegría en la casa de los pobres... El distanciamiento social de 1,5 metros
y la lógica prohibición de aglomeraciones seguirían vigentes. Y seguramente no
queda otra.
Resumiendo: en la práctica vamos a seguir en las
mismas. Sólo hay que hacer un simple ejercicio mental, imaginándonos sentados
en la localidad habitual de las plazas de toros que más frecuentamos. La
nuestra es en la plaza de la Maestranza. Si marcamos a un lado y otro el famoso
metro y medio tendríamos que suprimir al menos tres localidades a la izquierda,
otras tres a la derecha y otras tantas por delante por detrás. Pues hagan la
suma, calculen.... ¿Quién se atreve a montar toros en esas circunstancias? A
las empresas se les puede demandar –y hasta afear- muchas cosas pero no se les
puede pedir que se tiren por un precipicio...
A pesar de todo a veces encontramos luces al final
del túnel. La región extremeña –vivero ganadero y taurino de España- podría
estar marcando el camino a seguir. Hasta el 31 de julio se fijaría un máximo
del 50% del aforo que se elevaría al 75% desde esa misma fecha guardando todo
el catálogo de precauciones que ya conocemos de memoria e incluyendo algunas
recomendaciones lógicas como la supresión de las salidas a hombros. Pues ya
veremos...
El papel determinante de la Fundación
del Toro de Lidia
Pero las cosas se están moviendo. La Fundación del
Toro sigue su marcha, oficiando un papel catalizador para alumbrar los
distintos acuerdos que deben conducir a la necesaria reestructuración del
sector en estos tiempos oscuros, seguramente los más tétricos que ha atravesado
la Tauromaquia en toda su historia. La pandemia ha paralizado el negocio pero
hay que ir más allá de 2020 e incluso de esta irremediable tragedia económica y
social. El estado encubierto de excepción que soportamos ha permitido
multiplicar las zancadillas al sector taurino que, posiblemente, a aprendido
que el futuro sólo se puede ganar unidos. No queda otra. Ya no es un secreto
para nadie que los socios animalistas del nefasto Sánchez tienen preparado un
descabellado plan de bienestar animal que supondría la muerte por asfixia de
este centenario oficio.
Pero es importante resaltar que la aniquilación
del rico universo de la Tauromaquia, seña de identidad de este país llamado
España, es sólo es un objetivo más de esa velada revolución que persigue convertirnos
en una pandilla de capullos. Se empieza hincando la rodilla –el lamentable
asesinato del hombre negro de Minnesotta ha dado alas a los profesionales de la
agitación- y seguiremos repitiendo como papagayos “todos y todas”, amén de esa
estrafalaria retahíla de latiguillos inclusivos y sostenibles que certifican la
imbecilidad absoluta. Sí, el toro y todo su riquísimo mundo –retablo de
valores, historia, tradiciones y verdadera libertad- no es compatible con ese
nuevo orden que tacha de fascista y esclavista una de las obras cumbres de la
historia del cine. Tendremos que inventarnos un nuevo Perpignan para ver lo que
‘El viento se llevó’ asumiendo que hacemos algo subversivo. Después caerán los
pasodobles y hasta el chuletón de Ávila. No, no es ninguna exageración. El
inefable vicepresidente Iglesias ya coló de rondón –mientras cuestionaba la
dimensión cultural de la fiesta de los toros en el senado del Reino de Espala-
ciertos postulados del nefasto credo vegano. Todas esas zarandajas sólo son una
amenaza a nuestra propia identidad y hasta a nuestro futuro como especie. “A lo
mejor dentro de quince años mis hijos me obligan a dejar de comer carne...”,
espetó el líder de ultraizquierda sin que se le moviera la tensa coleta. No le
den más vueltas: sólo persiguen convertirnos en una panda de imbéciles
teledirigidos (y teledirigidas, faltaría más). ¡Viva el Soviet!
La Tauromaquia también es cultura
En medio de este panorama, este fin de semana se
retomaron los famosos paseos taurinos que habían quedado abortados en la
primera intentona. En Sevilla se habló entonces de las “altas instancias
sanitarias” que habían aconsejado el aplazamiento; también del rebote de
Morante, que se plantó el pasado 24 de mayo en la Plaza de España en el día y a
la hora fijada para la frustrada marcha que había quedado defenestrada desde el
minuto uno por la Fundacion del Toro. El diestro de La Puebla también concedió
una polémica entrevista en la que, entre otras historias, se declaraba
república independiente. Esa vocación de verso suelto se ha visto confirmada en
los últimos días. Las principales figuras del toreo aventaron por las redes
sociales sendos vídeos en los que animaban a participar en el ‘meeting’ taurino
del pasado sábado. “Yo voy al paseo taurino, ¿y tú?” era la consigna repetida
por los distintos toreros. El caso es que Morante dio su nota particular
modificando la frase: “Yo ya fui al paseo taurino ¿Y tú?”...
La historia ha sido ahora muy distinta. La
presencia de los grandes y la bendición implícita de la FTL dio la dimensión
necesaria a ese acto de protesta templada que empezó a las puertas de la plaza
de la Maestranza y culminó con la lectura del manifiesto por parte de Espartaco
en una Plaza de España abarrotada de aficionados y profesionales. Pero en la
próxima tenemos que ser aún más. Esto sólo debe ser el comienzo de una acción
coordinada, contundente... y en la que se interpele a la afición de rostros
inconfundibles de la cultura, la economía, la sociedad y la vieja política de
este país. Todos detrás de la Fundación. Ya lo dijimos hace una semana. El
futuro está en juego.
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