viernes, 12 de junio de 2020

D'Artagnan y los tres paseos taurinos

Sin nadie al frente, las movilizaciones pueden convertirse en un caos
 
ROSARIO PÉREZ
@CharoABCToros
Diario ABC de Madrid

Tres paseos taurinos tres. Tres, como los mosqueteros, se anuncian esta semana en Madrid. Tres en la capital de España. Tres circulan por whatsapps y redes en la capital del toreo, uno mañana y dos el sábado. Un despropósito de organización sin organización, cosa nada extraña en el incongruente sistema taurino sin sistema ni estructura que lo sostenga. ¿Por qué? Porque no hay D'Artagnan alguno al frente, alguien que ponga cordura a la insensatez. Por muy espontánea que sea. Esto es un caos. Alguno hasta piensa en voz alta que alguna concentración está lanzada por el propio enemigo para dividir. Menos guerra de guerillas y más batalla en común.

En el momento en que más urgente es la unidad, el propio taurinismo divide en tres estos paseos, que ya han supuesto las mofas de los propios aficionados, bajo el epígrafe de "los paseos de la ruta del colesterol". Tres paseos tres. El paciente soñado por cualquier médico.
Pero pongámonos serios: es imprescindible que se cumplan las medidas sanitarias recomendadas; a otros no se las «perdonan» en esta sociedad de hipocresía, pero a los taurinos se las medirán con lupa. ¿Saben por qué? Porque la discriminación a los taurinos es cada vez más evidente y acusada. Y contra eso hay que luchar. A una.

Si la Fundación del Toro ha optado por mantenerse al margen de este movimiento -comenzó en otras ciudades-, que un D'Artagnan, que una asociación, que alguien coja el mando. Sumen fuerzas y no dividan. Con la fuerza de los profesionales y los aficionados, sin apropiaciones políticas de por medio, clamando igualdad para la cultura de la tauromaquia.

Unidos, pero mucho más allá de estos paseos simbólicos, que no se sabe si servirán de mucho, pero en su derecho están de hacerlos. ¿Quién convoca? Unidad en lo importante, en el núcleo interno de la Fiesta.

El ninguneo de Cultura

Aquí la historia se escribe en movimiento, pero no paseando, sino trabajando. Es cierto que se han conseguido pequeños pasos tanto en la invasión de las mascarillas de la cultura frente a la censura, como en las reuniones del comité de crisis con políticos de distintas Comunidades. Lo que debería ser normal parece una conquista... Pero es lo que hay.

Aquí la «pirula» -dentro del propio sector también las hay-, el gran ninguneo, viene del propio Gobierno y su cuadrilla, empezando por su Ministerio de Cultura. ¿Qué hay de la reunión prometida del ministro con la Fundación? Nada. Y si llega, ya es tardía, aunque más vale tarde que nunca. Me lo decía un taurino: «Aquí nos abizcochamos pronto». Y en estos momentos se puede ser de todo menos bizcochón. El mundo del toro, ni sus profesionales, ni sus aficionados, merecen tanto desprecio.

Andan las figuras preocupadas y se reunieron en la sede sevillana del peruano Roca Rey. Una reunión con encuentros y desencuentros. Y hay un grupo de trabajo con toreros que intentan pelear por la Fiesta, incluso algunos hablan de que sería necesaria ya una Federación para tratar este tipo de gabinetes de crisis. Pensamientos y pensamientos. Ni chicha ni limoná.

La televisión

Y la mesa empresarial, dividida, entre los partidarios de dar toros y los que no. Aunque algunos que decían no, ahora ya sí mueven sus tentáculos para el sí. Si es que finalmente hay pastel, pues para colmo de las dificultades se suma el tremendo mosqueo de algunos toreros con el único canal especializado en Toros por su nueva plataforma OTT para todo el mundo (salvo España, Portugal y México). Por la plataforma y por el modo de enterarse. Ahora se preguntan que qué pasa con sus derechos de imagen. Si a la hora de negociar en todas las escalas de la Fiesta se pensara en el futuro más y no tanto en el dinero «calentito y rápido», en el tapar agujeros para el momento, el cantar sería distinto. La letra grande importa, pero la pequeña, también.

Los ganaderos, sufridores totales, siguen atendiendo a sus toros sin saber si es sábado ni domingo. Ahí no hay ERTE posible. Los toros comen todos los días. Y en los mataderos se paga a precios irrisorios un producto tan caro de críar. Ni para el cencerro de los bueyes da. «Los mandamases están muy preocupados, pero el que me tengo que preocupar soy yo, que tengo mi negocio parado y muchas bocas que alimentar». Es la voz de un ganadero andaluz.

Es momento de ser hormigas, una gotera en el tejado de los políticos, pico y pala, pico y pala. El mundo del toro no merece un trato tan discriminatorio ni vejatorio, pero la marginación está ahí y no queda otra que trabajar desde dentro lo que hace tanto tiempo se tenía que haber trabajado. Un viejo taurino me decía hace dos días que uno no puede ganar una negociación «si no está dispuesto a romperla y llegar hasta el final». «Pero aquí somos muy bizcochones», me recalcó otro. Unidos de una vez, toreros, ganaderos y empresarios, pero también todos los que viven en torno a la Fiesta. Hay que alzar la voz de todos, desde figuras hasta la de ese hombre de un castillo flotante que, como todos los feriantes, anda preocupadísimo por cómo sobrevivir a un verano sin fiestas. La voz de todo lo que gira en torno al toro.

Que el enfado por la discriminación política sirva de inspiración. Y que pille trabajando en unidad. Caminar para hacer camino. ¿De paseo? A paseo hay que enviar a los falsos animalistas.

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