Sin
nadie al frente, las movilizaciones pueden convertirse en un caos
ROSARIO
PÉREZ
@CharoABCToros
Diario ABC
de Madrid
Tres paseos taurinos tres. Tres, como los
mosqueteros, se anuncian esta semana en Madrid. Tres en la capital de España.
Tres circulan por whatsapps y redes en la capital del toreo, uno mañana y dos
el sábado. Un despropósito de organización sin organización, cosa nada extraña
en el incongruente sistema taurino sin sistema ni estructura que lo sostenga.
¿Por qué? Porque no hay D'Artagnan alguno al frente, alguien que ponga cordura
a la insensatez. Por muy espontánea que sea. Esto es un caos. Alguno hasta
piensa en voz alta que alguna concentración está lanzada por el propio enemigo
para dividir. Menos guerra de guerillas y más batalla en común.
En el momento en que más urgente es la unidad, el
propio taurinismo divide en tres estos paseos, que ya han supuesto las mofas de
los propios aficionados, bajo el epígrafe de "los paseos de la ruta del
colesterol". Tres paseos tres. El paciente soñado por cualquier médico.
Pero pongámonos serios: es imprescindible que se
cumplan las medidas sanitarias recomendadas; a otros no se las «perdonan» en
esta sociedad de hipocresía, pero a los taurinos se las medirán con lupa.
¿Saben por qué? Porque la discriminación a los taurinos es cada vez más
evidente y acusada. Y contra eso hay que luchar. A una.
Si la Fundación del Toro ha optado por mantenerse
al margen de este movimiento -comenzó en otras ciudades-, que un D'Artagnan,
que una asociación, que alguien coja el mando. Sumen fuerzas y no dividan. Con
la fuerza de los profesionales y los aficionados, sin apropiaciones políticas
de por medio, clamando igualdad para la cultura de la tauromaquia.
Unidos, pero mucho más allá de estos paseos
simbólicos, que no se sabe si servirán de mucho, pero en su derecho están de
hacerlos. ¿Quién convoca? Unidad en lo importante, en el núcleo interno de la
Fiesta.
El ninguneo de Cultura
Aquí la historia se escribe en movimiento, pero no
paseando, sino trabajando. Es cierto que se han conseguido pequeños pasos tanto
en la invasión de las mascarillas de la cultura frente a la censura, como en
las reuniones del comité de crisis con políticos de distintas Comunidades. Lo
que debería ser normal parece una conquista... Pero es lo que hay.
Aquí la «pirula» -dentro del propio sector también
las hay-, el gran ninguneo, viene del propio Gobierno y su cuadrilla, empezando
por su Ministerio de Cultura. ¿Qué hay de la reunión prometida del ministro con
la Fundación? Nada. Y si llega, ya es tardía, aunque más vale tarde que nunca.
Me lo decía un taurino: «Aquí nos abizcochamos pronto». Y en estos momentos se
puede ser de todo menos bizcochón. El mundo del toro, ni sus profesionales, ni
sus aficionados, merecen tanto desprecio.
Andan las figuras preocupadas y se reunieron en la
sede sevillana del peruano Roca Rey. Una reunión con encuentros y
desencuentros. Y hay un grupo de trabajo con toreros que intentan pelear por la
Fiesta, incluso algunos hablan de que sería necesaria ya una Federación para
tratar este tipo de gabinetes de crisis. Pensamientos y pensamientos. Ni chicha
ni limoná.
La televisión
Y la mesa empresarial, dividida, entre los
partidarios de dar toros y los que no. Aunque algunos que decían no, ahora ya
sí mueven sus tentáculos para el sí. Si es que finalmente hay pastel, pues para
colmo de las dificultades se suma el tremendo mosqueo de algunos toreros con el
único canal especializado en Toros por su nueva plataforma OTT para todo el
mundo (salvo España, Portugal y México). Por la plataforma y por el modo de
enterarse. Ahora se preguntan que qué pasa con sus derechos de imagen. Si a la
hora de negociar en todas las escalas de la Fiesta se pensara en el futuro más
y no tanto en el dinero «calentito y rápido», en el tapar agujeros para el
momento, el cantar sería distinto. La letra grande importa, pero la pequeña,
también.
Los ganaderos, sufridores totales, siguen
atendiendo a sus toros sin saber si es sábado ni domingo. Ahí no hay ERTE
posible. Los toros comen todos los días. Y en los mataderos se paga a precios
irrisorios un producto tan caro de críar. Ni para el cencerro de los bueyes da.
«Los mandamases están muy preocupados, pero el que me tengo que preocupar soy
yo, que tengo mi negocio parado y muchas bocas que alimentar». Es la voz de un
ganadero andaluz.
Es momento de ser hormigas, una gotera en el
tejado de los políticos, pico y pala, pico y pala. El mundo del toro no merece
un trato tan discriminatorio ni vejatorio, pero la marginación está ahí y no
queda otra que trabajar desde dentro lo que hace tanto tiempo se tenía que
haber trabajado. Un viejo taurino me decía hace dos días que uno no puede ganar
una negociación «si no está dispuesto a romperla y llegar hasta el final».
«Pero aquí somos muy bizcochones», me recalcó otro. Unidos de una vez, toreros,
ganaderos y empresarios, pero también todos los que viven en torno a la Fiesta.
Hay que alzar la voz de todos, desde figuras hasta la de ese hombre de un
castillo flotante que, como todos los feriantes, anda preocupadísimo por cómo
sobrevivir a un verano sin fiestas. La voz de todo lo que gira en torno al
toro.
Que el enfado por la discriminación política sirva
de inspiración. Y que pille trabajando en unidad. Caminar para hacer camino.
¿De paseo? A paseo hay que enviar a los falsos animalistas.
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