VÍCTOR DIUSABÁ
El diestro español Emilio de Justo cortó la única oreja en
la segunda corrida de abono de la 61 Feria de Cali. Sus alternantes, Ramsés y
Ginés Marín, porfiados ante un encierro de la ganadería de Guachicono que
transitó entre la exigencia y las dificultades.
De Justo deja huella en Cañaveralejo. Una corrida de
Guachicono de juego desigual sirvió de prueba de fuego a los actuantes en la
segunda de abono de la Feria de Cali.
Al final, el torero español Emilio de Justo se hizo a los
mayores honores, no solo por cortar la única oreja sino por haber exhibido las
mayores condiciones para resolver los problemas que plantearon los toros.
Todo comenzó con una faena en la que no hubo química entre
Ramsés y el toro primero de Guachicono, que exigió más de lo que con mucha
voluntad pretendió el diestro bogotano, en medio de ráfagas de aire. Los
muletazos aislados no calaron en los tendidos que, en buena parte, se pusieron
del lado del ejemplar del hierro de Luis Fernando Castro. Palmas en el
arrastre.
En cambio la tarjeta de presentación de Emilio de Justo en
Cañaveralejo fue de lujo. Anduvo inmenso ante un animal de escaso recorrido al
que si algo hay que reconocerle es que nunca renunció a la pelea y fue noble.
Las series exactas y medidas en tiempo y espacio dejaron ver a un torero en
pleno camino a la trascendencia. Oreja, tras espadazo.
Por su parte, Ginés Marín sorteó al tercero a punta de
verdad y entrega. El toro de Guachicono rompió por momentos, porque no siempre
pudo sostenerse en un ritmo que permitiera la llegada del toreo caro. Fue pues
más esta la obra de un lidiador, al que no llegó recompensa porque el toro
tardó en doblar tras la espada tendida. Palmas al torero.
Y en el cuarto de la tarde el libreto se repitió, con Ramsés
como protagonista. El torero de la capital colombiana supo provocar las
embestidas de su enemigo, con más recorrido que la mayoría de sus hermanos. De
esa comunión salieron las tandas limpias de pases sobre la mano derecha que
tuvieron respuesta con oles. Pero lo que prometía postularse como trofeo
terminó en silencio luego de los fallos con el estoque. Aviso y palmas al toro.
El quinto sacó mala nota. Amarrado al piso, obligó a Emilio
de Justo a sacar todo el repertorio de recursos técnicos y las alas del valor
para arrancar muletazos que sonaron dramáticos en el seno de la asistencia a la
corrida. La espada que cayó baja y los pinchazos lo privaron de algo más que
las palmas de cariño y agradecimiento, respondidas desde el tercio. Pitos al
toro.
Con el de cierre, Ginés Marín porfió con alma de quien
comienza. Antes de los esfuerzos con la muleta hubo tumbo espectacular del
caballo, única expresión clara de lo que quizás llevaba por dentro el de
Guachicono. Espada trasera. Palmas. / EFE
FICHA DE LA CORRIDA
Toros de Guachicono, bien
presentados y de juego desigual. Importante el cuarto y exigentes primero,
segundo y tercero. Quinto y sexto se amarraron al piso.
Ramsés, turquesa y oro. Entera y silencio. Dos
pinchazos y metisaca. Silencio.
Emilio de Justo, blanco y oro. Espadazo y oreja. Pinchazo
bajo, pinchazo y estocada. Saludo desde el tercio.
Ginés Marín, espuma de mar y oro. Espada tendida y
golpe de descabello. Saludos tras aviso. Palmas tras aviso, luego de espada
trasera y cuatro golpes de descabello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario