jueves, 27 de diciembre de 2018

LXI FERIA DE CALI – PRIMERA CORRIDA: Larga y anodina primera de abono

VÍCTOR DIUSABÁ
Fotos: EFE

La primera corrida del abono caleño se convirtió en una interminable serie de voluntades que no encontraron recompensa. Los toros de Juan Bernardo Caicedo, nueve en total (tres de regalo), valieron poco y nada, pese a los esfuerzos de los tres alternantes, Sebastián Castella (una oreja), Luis Miguel Castrillón y Andrés Roca Rey.

A la primera corrida del abono caleño le cayó la noche. Pasará a la historia por ser una de las tardes más largas de Cañaveralejo, pero no por su contenido. Empezó abajo y terminó igual, luego de maratónica jornada de nueve toros que pasaron sin pena ni gloria por el ruedo caleño.
Sebastián Castella
Todo comenzó con un jabonero sucio que se fue apagando por la falta de fuerza y al que Sebastián Castella trató de consentir sin éxito. Lo más importante, el espadazo con que logró despacharlo. Palmas para el torero.

El segundo de la tarde, con más movilidad que alegría, encontró pausa y temple en la muleta de Luis Miguel Castrillón, quien lo supo recibir con lances variados. Dos tandas de derecha, las iniciales, lograron calentar los tendidos, aunque después las cosas no terminaron por mantenerse arriba. Los desaciertos con la espada no permitieron redondear la faena. Palmas a Castrillón y algunas tibias al toro.

Tampoco hubo mucho qué hacer con la escasa materia prima del tercero, al que poco le sirvieron las hechuras y la franqueza con que se arrancó al caballo para empujar abajo, ya que luego anduvo suelto y apenas pudo parar con la espada hábil de Roca Rey. Pitos al de Juan Bernardo Caicedo. Capítulo fallido.

El destino cambió algo en el cuarto gracias a la técnica, esa misma que salió a cuentagotas del manual de Castella para obligar al huidizo ejemplar a quedarse en las líneas, donde lo sujetó con poder. La gente se lo reconoció y se puso de parte del francés hasta acompañarlo en esos tres cuartos de estoque que resultaron suficientes. Oreja.

El quinto fue una vuelta a la dura realidad. El bonito se quedó en eso porque la invalidez lo disminuyó hasta la insignificancia. Atrás quedaron los lances a la verónica que Castrillón pareció dar de pie cuando fueron hechos de a pie y un farol que alumbró en la oscuridad. Una pena el final, con el toro echado tras el primer pinchazo.

Y el sexto también anduvo a la defensiva ante el diestro peruano, empeñado en que la corrida sacara la cabeza de alguna manera. Por eso, tras despacharlo con estocada que sucedió a un pinchazo, anunció el toro de regalo.

Que fue un séptimo noble pero corto de fuerzas al que le hizo una faena lenta y de sapiencia. La espada tropezó y todo quedó en saludo. Y hubo un octavo, igual de regalo, para Sebastián Castella: palmas, tras aliño a un toro violento. Y un noveno, para Castrillón: palmas tras pinchazos a un toro con cierta movilidad. / EFE

FICHA DE LA CORRIDA
Toros de Juan Bernardo Caicedo.
Sebastián Castella, grana y oro. Espadazo y palmas. Tres cuartos del acero y oreja. Pinchazo y dos golpes de descabello, saludo.
Luis Miguel Castrillón, hueso y oro. Tres pinchazos y golpe de descabello. Palmas. Pinchazo y palmas. Pinchazos y golpes de descabello. Palmas tras aviso.
Andrés Roca Rey, azul marino y oro. Estocada entera y palmas. Tres pinchazos y entera, palmas. Tres pinchazos y descabello, saludo.
Andrés Roca Rey

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