Si la
Junta de Andalucía no varía la actual distancia de seguridad que rige entre
espectador y espectador para los festejos taurinos en el nivel 2 difícilmente
habrá toros en Sevilla
ÁLVARO R.
DEL MORAL
Diario CORREO
DE ANDALUCÍA
Metro y medio de espectador a espectador; ya sea a
izquierda o derecha; por arriba o por abajo. Es la distancia de seguridad que rige
desde mediados del pasado mes de agosto –a raíz de aquel desgraciado jaleo
cainita de la corrida de El Puerto- para poder abrir las plazas de toros. Es lo
que hay y está vinculado al nivel dos decretado por la consejería de Salud. Ya
no hay ninguna duda al respecto. Y difícilmente va a cambiar en esta primavera
–ojo, todas las decisiones se toman en corto- si nos atenemos a las palabras de
Ricardo Sánchez, delegado del gobierno de la Junta en Sevilla, que dejó
meridianamente claro el asunto en la presentación de la corrida del vigésimo
aniversario de la plaza de toros de Morón de la Frontera
Tenemos la norma pero también sentimos la
inminencia de unos carteles preparados por la empresa Pagés que han nacido
lastrados por una condición previa: Ramón Valencia cifra en un 50% del aforo
–unas 5.000 localidades- el mínimo asumible para reabrir la plaza de la
Maestranza. Se presentarán oficialmente el próximo viernes sin poder asegurar
su celebración aunque la empresa ya ha puesto en marcha toda su maquinaria. Las
combinaciones son conocidas. Ya han sido aireadas por los conductos habituales
consiguiendo el primer objetivo: crear ilusión en todas sus acepciones. A
partir de ahí corremos el peligro de enredar esas ilusiones con la frialdad de
las cifras en un peligroso bucle melancólico.
Hay que partir de la particular fisonomía del coso
sevillano.... Los planes iniciales de la empresa pasarían por separar unos 40 ó
50 centímetros a los espectadores –la medida de una localidad- si dejamos libre
un asiento sí y otro no. Aplicando el baremo que fija la Junta habría que dejar
libre al menos tres asientos de tendido lateralmente y una fila sí y otra no si
hablamos en altura. ¿En qué quedaría el aforo del coso del Baratillo?
Posiblemente no llegaría ni al millar de personas... ¿Qué va a pasar entonces?
Tenemos carteles; condiciones de unos; normas de otros. A ver quién es capaz de
poner la mano en el fuego.
Toros en Morón
José María Garzón ya había sumido esos
condicionantes a la hora de aforar la plaza de toros de Morón para la atípica
fecha del Domingo de Ramos. Será su estreno al frente del embudo de la Sierra
Sur que abre así una nueva etapa en su intermitente historia, veinte años
después de su estreno en la apoteosis y la desmesura personal, política y
taurina de Manolo Morilla, que fue su inventor. Ya conocen el cartel. Daniel
Luque y Ginés Marín serán los encargados de dar el pistoletazo de salida a la
temporada taurina en la provincia de Sevilla en el segundo año de la pandemia.
Lo harán para un millar escaso de espectadores y con las cámaras del Plus en
directo. ¿Cómo ha sido posible el empeño con tan escasa parroquia? Es
conveniente resaltar que las circunstancias de una plaza de tercera como la de
Morón son muy distintas de las de Sevilla. El apoyo de los actores del
espectáculo –dos matadores en trance de lanzamiento y seis ganaderos sevillanos
dispuestos a echar un cable- también ha sido fundamental para asumir los
riesgos de un espectáculo apuntalado por el dinero de la tele en el que todos
ganan y nadie puede perder. Pero esas ganancias están lejos del baremo
económico que, suponemos, está ajustado a lo comido por lo servido. Ya la dijo
el propio empresario: “No es año de beneficios sino de compromisos”. Pues ése
es el lío.
Cisma en ANOET
Pero Garzón ya era noticia –más o menos
amortiguada, según qué medios- en la víspera de la presentación de la corrida
de Morón. El famoso, traído y llevado 50% del aforo había sido el chispazo
definitivo para separarse de ANOET, la principal asociación empresarial taurina
de España, en unión de otro empresario emergente como Alberto García. En el
fragor de una asamblea a contrapelo, Simón Casas llegó a marcar una auténtica
línea roja en torno a ese medio aforo. ¿Puede servirle como excusa para seguir
dejando Las Ventas en barbecho? No hay planes para la primera plaza del mundo
mientras la señora Ayuso regala buenas palabras y el alcalde Almeida dice lo
que nadie quiere oír: ¿Toros en San Isidro? Ni mijita.
Pero más allá de todas esas circunstancias y hasta
de la salida de Garzón y García, la asamblea general de ANOET destiló un aire
de obsolescencia. El comunicado emitido después podía echarse a pelear con el
que lanzaron hace algunas semanas al término de aquel comité de crisis
convocado en casa de Antonio Barrera: vaguedades, objetivos pueriles... Si las
conclusiones, a un año justo del inicio de la pandemia, pasan por elaborar un
plan anti-covid y montar una página web, mal vamos. Esperábamos más de ustedes,
señores. Y, sí, hay que darle la razón a Ortega por enésima vez. La historia de
este país es inseparable de las corridas de toros.
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