martes, 9 de marzo de 2021

DE CARA A ESTA ATIPICA TEMPORADA - Valencianos por el campo… ¡bravo!

A la espera de que vuelva la actividad a los ruedos, los espadas mantienen la forma en las ganaderías
 
JOSÉ LUIS BENLLOCH
Redacción APLAUSOS
 
La pandemia y la obligada inactividad ha llevado a los matadores de todo estilo y condición a un invierno atípico. No cabe decir inactivo porque todos sin excepción han machacado los tentaderos hasta la extenuación, como no lo hicieron nunca, pero de momento no hay ni visitas al sastre para estrenar en las ferias inmediatas, ni peleas en los despachos, ni casi miedos, el único miedo es que se retrase -maldito bicho- la apertura de las plazas, que en estos momentos sigue pendiente de que se autorice ocupar el ya famoso cincuenta por ciento de aforo –los hay que con menos se conforman, tales son las ganas de dar toros- que con alguna ayuda, vía televisión y rebaja de los cachés de las figuras, hagan sostenibles los festejos porque, por mucho que los anti se empeñen en repetir y repetir machaconamente que la tauromaquia está subvencionada, más ayudas que esas no hay. Basta con un detalle, el único espacio de propiedad pública en el que se desarrollan actividades reconocidas por la Constitución como cultura que paga alquiler tras concurso o subasta al alza es la plaza de toros, mengua que no afecta solo a Valencia sino prácticamente a toda España sin distinción de las siglas políticas a las que les haya correspondido gestionar.
 
En ese ambiente de expectante inquietud los matadores valencianos se preparan para cuando la situación sanitaria, lo primero es lo primero, dé el banderazo de salida. Ponce, Román, Duque, Chover… cada uno según sus posibilidades y relaciones afinan el cuerpo y mantienen los automatismos despiertos. El mismo régimen llevan los novilleros Polope, Borja, Miguelito y Cervera.
 
Ponce, que mantiene su postura de torear en cuanto sea posible más allá incluso de las condiciones económicas -“es el momento de mirar por el toreo más que por uno mismo”, insiste en una postura que le ha diferenciado de muchos de sus compañeros- mantiene un ritmo de torear en el campo prácticamente a diario. Su primer compromiso público está previsto para el día 3 de abril en Sanlúcar en la tarde de la vuelta de Manuel Díaz siempre y cuando la Junta de Andalucía apruebe la celebración. Román, por su parte, no para de torear en el campo, toros incluidos. “Es algo exagerado, lo que no he toreado nunca estoy toreando este año. Al punto que muchas invitaciones no las puedo atender”, comenta. Tiene establecido el lugar de concentración en la finca de Las Monjas, en Lora del Río,  donde se ha trasladado este invierno desde su residencia alcarreña donde reconoce que comenzaba a pesarle la soledad: “Aquí es un ambiente torero de más relación, estoy a mano de muchas ganaderías y, como dices, tiene el plus de la novedad”.
 
Decir que rezuma optimismo en su caso no sería noticia pero en la coyuntura actual en la que tanto abundan los lamentos le convierte en un caso singular como siempre o quizá más que siempre. El motivo es muy concreto: está anunciado en Leganés el 11 de abril, en la que será la primera feria de la nueva temporada. “Y tengo otra corrida firmada, el 2 de mayo en Valdetorres del Jarama. Cuando tienes contratos todo se ve mejor. Se entrena con otra pasión”.
 
Este año –bromea- no habrá visita al sastre teniendo en cuenta la situación y que el año pasado se le quedó un verde y oro por estrenar.
 
Jesús Duque compatibiliza, en un ejercicio de máxima responsabilidad, su trabajo en horario matinal en la empresa familiar con los entrenamientos vespertinos y las frecuentes escapadas al campo con su apoderado, el también matador de toros Javier Vázquez. Los últimos días ha estado tentando en la ganadería de Luis Algarra y en la de San Isidro. “Me he encontrado muy bien. El tiempo, la observación, el toreo de salón con maestros como Javier dan mucho. Lejos de la presión se asimilan y se desarrollan mejor los conceptos. Luego delante de las becerras los pones en práctica y te cargas de moral a la espera del gran momento que estoy seguro de que llegará”.
 
Jesús Chover ha trasladado su residencia este invierno a la ciudad madrileña de Estremera por estar más cerca de los tentaderos y de su apoderado, el que fuese excelente banderillero Juan Bellido “Chocolate”. Como sus compañeros, compatibiliza toreo de salón y tentaderos. Los últimos han sido en tierras portuguesas, concretamente en las fincas de Palha y Canas Vigouroux. “Estoy toreando mejor que nunca”, asegura cargado de moral a la vez que anuncia que está en negociaciones para entrar en la feria francesa de Vic-Fezensac.
 
LOS NOVILLEROS
 
En regímenes semejantes viven los novilleros el invierno de la espera. Borja Collado, que volvió a los ruedos tras anunciar su retirada en 2019, acaba de anunciar que en esta nueva etapa caminará de la mano del matador de toros sevillano Manolo Campuzano. En su caso ha trasladado su residencia a tierras sevillanas, desde donde es más fácil acudir a los tentaderos que le serán clave para afrontar un tramo vital en su carrera. Sus cualidades quedaron patentes en Mirandilla, la finca del Marqués de Albaserrada. Borja, que se formó en la Escuela de Valencia, fue de los más alumnos más aventajados de su promoción despertado grandes expectativas.
 
Miguel Polope, superada la lesión que le produjo un toro mientras toreaba en el campo, se ha concentrado en tierras madrileñas desde donde su mentor, Nemesio Matías, le organiza tentaderos y toros a puerta cerrada por toda la geografía española, en los que alterna con las figuras del toreo, detalle clave para la formación de los jóvenes valores.
 
Miguelito se ha trasladado a Salamanca, donde alterna tentaderos como invitado y otros como “tapia”. Recientemente ha estoqueado toros en tierras sevillanas y en la ganadería charra de Esteban Isidro. Juan Cervera mantiene su residencia en Valencia, desde donde se desplaza al campo, últimamente estoqueó toros en la ganadería de Algarra y próximamente lo hará en la de Eduardo Flores.

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