El
diestro murciano también cumple una efeméride en su carrera esta temporada: 25
años de alternativa
Para poder ser grande, primero, tienes que
aprender a ser pequeño. La humildad es la base de la grandeza. Rafael Rubio
“Rafaelillo” comenzó siendo «el pequeño guerrero», para ocupar un sitio
reconocido y merecido en la Tauromaquia. La humildad como base a una
trayectoria que alcanza esta temporada los 25 años de alternativa. En la
actualidad, los guerreros son los que luchan por cambiar sus circunstancias. La
frescura del “niño prodigio” se ha convertido en la maestría de un matador de
toros que ahora mira al próximo sábado como el punto de partida de una nueva
etapa. Una etapa que puso el punto y aparte en Pamplona y que en Jaén pondrá el
punto y final de una nueva página.
‘Mi mayor triunfo, como hombre y como torero, es
el hecho de poder vestirme de luces el sábado en Jaén después de todo lo que he
tenido que superar’, asegura Rafael Rubio “Rafaelillo” días antes de su regreso
a los ruedos tras un percance en 2019 que a punto estuvo de costarle la vida en
Pamplona. Eso es pasado, ahora Rafael mira con ilusión y orgullo la fecha del
27 de marzo. ‘Es una tarde muy especial para mi carrera’, sostiene.
Rafaelillo: ‘Mi mayor triunfo, como hombre y como torero, es
poder vestirme de luces el sábado en Jaén’
‘Estoy muy ilusionado y muy feliz, con muchas
ganas de que llegue el día. Estoy disfrutando de cada momento de la preparación
y tengo unas sensaciones muy especiales. Después de todo lo que he pasado, uno
ve ya la luz al final del túnel, el tener cerca todo el proceso de recuperación
por fin superado’.
Todas las reapariciones tienes connotaciones
especiales. Quizás, no solo por la mera cuestión del regreso, sino por todas
las historias de superación que rodean a un acontecimiento así. La reaparición
de Rafaelillo significa también el regreso a los inicios. Al lugar que vio
crecer al “pequeño guerrero” y ahora ve la vuelta del “gran torero”. ‘Que
reaparezca en Jaén significa un volver a empezar’, asegura el diestro murciano.
‘Taurinamente, para mí, Jaén lo es todo, porque me
fui a Navas de San Juan siendo todavía un niño. Mis inicios están allí, el
primer becerro que mato, mi primer apoderado, Juan Collado Ruiz, que ha sido
una persona clave desde mis inicios hasta que tomé la alternativa y ahora es su
hijo, Agustín Collado, quien me acompaña en mi cuadrilla como picador y me he
criado con él como si fuera mi hermano…
En Jaén, he vivido mi carrera hasta el primer año como matador de toros.
Allí, crecí como hombre y como torero. Es muy bonito siempre volver a los
inicios y empezar en ese mismo lugar una nueva etapa de tu vida. Por eso, que
el regreso en Jaén tenga muchas connotaciones emocionales y sentimentales para
mí’, afirma.
‘Después de todo lo que he pasado, uno ve ya la luz al final
del túnel’
Por si faltaran más condimentos, esta temporada,
Rafael Rubio “Rafaelillo” alcanza una efeméride en su carrera: el 25º
aniversario de alternativa. ‘Siempre se ha dicho que el toro de cinco y el
torero de veinticinco… Los tengo de alternativa, no de edad, pero por lo menos
rima’, bromea el diestro murciano. ‘Es un año muy especial para mí y espero que
la situación nos deje y se pueda celebrar como se merece. Sobre todo, voy a
disfrutarlo lo máximo posible, es lo que me ha enseñado la vida y la profesión:
no pensar en el mañana, sino en el día a día’, asegura.
Rafaelillo: ‘El maestro Antonio Ferrera ha sido una persona
fundamental en este último mes de preparación’
La incertidumbre es el motor de la vida. El no
saber qué va a pasar mañana debería hacernos disfrutar del presente, alejarnos
de mirar al pasado y evitar una obsesión por el futuro. Podría considerarse que
la incertidumbre define la actitud de un torero días antes de torear, más si
cabe, como en este caso, si se trata de una reaparición. ‘La incertidumbre va
con el ser humano día a día. Sin embargo, esa incertidumbre sí que es mayor en
un torero, porque va acompañada del miedo a no saber qué va a pasar, qué te vas
a encontrar o cómo va a salir todo’.
‘El planteamiento de reaparecer en Arles fue una decisión más
visceral que otra cosa. Quería que el torero rescatase al hombre cuanto antes’
‘Con el tiempo, aprendes a convivir con ese miedo
y esa incertidumbre, para poder disfrutar de las cosas. Cuando se consigue
vencer a ese miedo y esa incertidumbre es algo muy bonito. En ese momento, te
sientes más torero que nunca y son unas sensaciones muy difíciles de describir,
son muy propias, te sientes pleno e incluso entras como en tu propio mundo’,
asegura el diestro murciano.
La preparación ya está hecha. Desde la
tranquilidad de su casa y en la compañía de los suyos, Rafael espera que la
cuenta atrás llegue a su fin. Han sido meses muy intensos de campo, de
mentalización. ‘El maestro Antonio Ferrera ha sido una persona fundamental en
este último mes de preparación. Tenemos una amistad muy íntima, siempre ha
estado conmigo y, en estos momentos, no se ha separado de mí. Nos une una
relación que traspasa los límites profesionales, y es una persona a la que
tanto mi familia como yo queremos mucho. Además, han sido mucho los ganaderos
que me han abierto las puertas de su casa, como, por ejemplo, Manuel Bajo, de
la ganadería de Las Monjas, y Pablo
Hernández, de Santa Teresa y Couto de Fornilhos, que me han abierto las puertas
de su casa y me han permitido ponerme a punto para la cita, regalándome varios
toros. Es de justicia agradecer ese trato, esa generosidad en estos momentos
tan duros también para ellos’, sostiene.
La llegada de la pandemia, un nuevo
bache en la recuperación de Rafaelillo
Si la pandemia del coronavirus no hubiera cambiado
por completo la manera de vivir, Rafaelillo hubiera reaparecido hace un año en
Arles y con una corrida de Miura. El destino tenía guardada la cita de Jaén,
con una corrida de Victorino Martín y en un cartel junto a Rubén Pinar y
Alberto Lamelas. ‘Dios sabe por qué hace las cosas. Nunca me hubiera gustado
que mi reaparición se tuviera que suspender y más por estas circunstancias tan
dramáticas’, sostiene compungido.
Rafaelillo: ‘Mi mayor triunfo, como hombre y como torero, es
poder vestirme de luces el sábado en Jaén’
‘Es cierto que iba a hacer un esfuerzo sobrehumano
a los nueve meses de mi cogida y, quizás, esa reaparición fue una decisión más
visceral que otra cosa. Era una motivación que tenía, quería que el torero
rescatase al hombre cuanto antes. Con el paso del tiempo, creo que no hubiera
llegado al 100% para reaparecer, pero lo necesitaba. Me acuerdo que dos meses
antes de reaparecer todavía tenía muchos dolores, varias costillas seguían
fracturadas y físicamente estaba muy tocado, pero había tomado una decisión y
esa la iba a llevar hasta el final’, afirma con mucha pausa y consecuente de
todo lo que ha pasado.
‘Cuando fui consciente de que no iba a ser posible
mi reaparición, me vine abajo y me afectó mucho anímicamente por la gente que
estaba muriendo cada día, por las personas que lo han pasado mal… Luego, eres
consecuente, y solo daba gracias a Dios, no podía ser egoísta. Lo primordial
era el bienestar de mi familia en ese momento’, asegura.
‘Es más, quise aislarme un poco y centrarme solo
en ellos. Nunca dejé de entrenar, pero sí que lo hice de una manera más íntima.
Así me lo pedía el cuerpo y la mente. Ese tiempo me sirvió para refugiarme en
los míos, disfrutar de esos momentos, recuperarme físicamente y, también,
valorar la vida una vez más. Al final, esto es una lección de vida muy dura’.
‘Ahora, no me quiero poner metas, retos, porque al final eso
te limita’
Nadie puede decir que en la carrera de Rafaelillo
no hay dificultades. Nada es fácil, pero a lo largo de la vida de Rafael las
circunstancias y la vida le han ido madurando y cambiando a golpe de dureza.
Profesional y personal. ‘Ha habido tres momentos en mi vida que me han hecho
madurar mucho: la muerte de mi hermano Joaquín, la cogida de Pamplona y la
situación que estamos viviendo’, adelanta, para luego seguir con la sensibilidad
que caracteriza al diestro murciano.
‘Han sido los golpes más duros que he tenido en mi
vida lógicamente y han sido el mayor aprendizaje que he tenido como hombre y
como ser humano. Al fin y al cabo, las cosas vienen así y todo tiene un por
qué, son cosas del destino. Son momentos difíciles y tienes que sacar ese
cierto grado “positivo” a la situación, para ser más maduro, más consciente de
todo lo que tienes y crecer. Ha sido un
aprendizaje muy duro, pero me ha hecho ser mejor persona o, por los menos,
intentarlo’.
Rafaelillo: ‘Mi mayor triunfo, como hombre y como torero, es
poder vestirme de luces el sábado en Jaén’
Un aprendizaje que tiene el próximo puerto que
conquistar en Jaén. ‘Quiero disfrutar la tarde al máximo. Es cierto, que al
final, uno es torero y siempre tiene esa presión propia de la responsabilidad,
pero mi obsesión es olvidarme de ella, disfrutar y poder volver a ser yo’,
afirma Rafael.
‘Siempre merece la pena en esta vida superar las
dificultades y los obstáculos. Ahora, no me quiero poner metas, retos, porque
al final eso te limita. Todo en la vida tiene que fluir y las cosas tienen que
venir por su propio peso. Hay que buscarlo, lógicamente, pero la vida y los
años me han enseñado que no hay que forzar nada. ¡Ojalá en esta nueva etapa
pueda ser feliz, volver a ilusionar al aficionado y estar feliz de un toro!’,
concluye Rafael Rubio “Rafaelillo”.
Vuelve Rafael. Aquel “pequeño guerrero” que el
tiempo le ha enseñado cómo ganar las mejores batallas, saliendo triunfante de
cada envite. Jaén marcó sus inicios y ahora es el sitio de su regreso. Han
pasado ya varios años, pero el torero maduro y conocedor de todas las lides del
toro bravo siempre guarda esa frescura propia del que empieza. Solo es el
inicio de una nueva etapa. Suerte en ella. / MUNDOTORO
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