Nos hemos empeñado en un imposible: encajar los
costes actuales de un festejo a los aforos actuales. De tal forma que hemos
convertido en una realidad por razón de pandemia, más o menos razonable en
cuanto a permisividad de actividad, en la madre de todos los problemas. Hace un
año, tendría razón de ser. Un año después no. Porque no se pude encajar algo
rígido y con un tamaño de piedra inflexible, los costes de producción, en algo
variable y achicado como es la permisividad de aforos. La piedra, el coste, no
cabe en ese hueco, el aforo. Creo que se entiende. Y, sin embargo, insistimos
en meter la piedra de tamaño gigante en ese agujero estrecho.
Mientras seguimos disparando entre nosotros, la
norma sale indemne. Y la norma sobre aforos, tan clara y explícita y hasta
permisiva para cines, teatros y conciertos en recintos culturales cerrados, es
condenadamente inútil en los toros. Por dos cuestiones: una, porque no existe
unificación sobre la misma al depender de la decisión de cada comunidad
autónoma. Dos, porque, siendo la norma dispar, no se sabe si la aplicación del
metro y medio de distancia que está vigente en una normativa de junio de 2020
para toda España, se aplica en todas las comunidades.
‘La norma sobre aforos, tan clara y explícita y hasta
permisiva para cines, teatros y conciertos en recintos culturales cerrados, es
condenadamente inútil en los toros’.
Un galimatías que sufre el toreo y que no podemos
dejar al lado a la hora de hablar de dar toros. ¿Ha de cumplir Extremadura, que
permite un aforo del 50% en los toros, la distancia de “seguridad sanitaria”?
No. Se aplica la norma de la mitad del aforo separando a los asistentes. Una
medida coherente, pues si al 50% de aforo permitido le aplicamos la distancia
del metro y medio de separación, jamás será un aforo permitido del 50%, sino
mucho menos. Y esa es la madre del asunto. Que la norma es un caos, dependiendo
de quien la redacte.
Por otra parte, cada comunidad tiene sus datos de
pandemia, unos mejores, otros peores. Por ejemplo, Andalucía no tiene los de
Extremadura y los festejos de Ubrique de la gira de reconstrucción, se van a
celebrar…con la distancia de seguridad del metro y medio de separación. Es
decir, un tercio aproximado del aforo. ¿Y Sevilla? No nos cabe la menor duda de
que la distancia del metro y medio va a ser obligatoria, salvo milagro. Y aquí
entra un tercer elemento que juega en contra del toreo: sus plazas construidas
hace siglos.
Todo el que haya pisado la Maestranza en día de
lleno sabe que ocupar su localidad es un ejercicio de encaje corporal. Y todo
el que la conozca sabe que un aforo del 50% aparentaría un lleno holgado.
Holgado, pero como si estuviera llena. La final de la Copa del Rey que se va a
celebrar en Sevilla, atrasada desde el año pasado, intenta permitir la
presencia de 5.000 aficionados en un recinto de La Cartuja apto para unos
60.000 espectadores al aire libre. ¿Es algo contra el fútbol? No. Esa es la
realidad. Luego habrá debate u opiniones, pero esa es la realidad. Medio aforo
de la plaza de Sevilla serían los mismos espectadores que en ese estadio de
fútbol.
Todo el que haya pisado la Maestranza en día de lleno sabe
que ocupar su localidad es un ejercicio de encaje corporal. Y todo el que la
conozca sabe que un aforo del 50% aparentaría un lleno holgado.
La cuestión está en una sensatez flexible que no
se encuentra en medio de tanto hartazgo. Hemos creído que se pueden dar toros
sin apenas taquilla. ¿Se puede? Si la televisión pone dinero y/o si se hace con
dinero público de subvenciones, si. Datos: el año pasado se celebraron
alrededor de un 10% de los festejos que se celebraron en 2019. Pero casi todos,
o con dinero de subvenciones (dinero logrado por la FTL) o con dinero de la
tele. Seamos sinceros: ¿cuántos se celebraron sin la aportación de ese dinero?
El aforo, siendo un lastre, y la normativa
caótica, siendo otro, se está convirtiendo en el humo que oculta el fuego real.
Los costes de los festejos, que datan del año 2005 y anteriores. Costes de hace
más de 20 años. Pero como nadie le mete mano a eso, la culpa es del aforo.
Después de un año, el toreo no ha logrado consensuar unos costes a la baja,
aunque sean coyunturales, excepcionales, que permitan dar festejos. Se entiende
que es difícil, pero en un año ha dado tiempo para salir del paso con varios
parámetros: consensuar costes por espectáculo, por categoría de plaza y por
aforos permitidos.
Los costes de los festejos datan del año 2005 y anteriores.
Costes de hace más de 20 años. Pero como nadie le mete mano a eso, la culpa es
del aforo.
Una corrida en plaza de tercera con el treinta por
ciento del aforo, estos costes, con el cincuenta por ciento, otros costes. Y
así en una lógica absolutamente coherente. Y que nadie diga que no se pude
hacer. Por supuesto que se puede hacer. Lanzamos nuestra ira con teatros y
cines y salas, pero las producciones de estos lugares han adecuado sus costes a
los aforos y no los aforos a los costes. Hay una gran diferencia. Pero sigamos
en el movimiento de rotación continuado mientras nos disparamos entre nosotros,
como hicimos después de 2008. / CARLOS RUIZ VILLASUSO - MUNDOTORO
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