RUBÉN DARÍO
VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
Se acerca el final del tercer mes del año 2021 y
en el horizonte, con más incertidumbre que certeza se avizoran los primeros
festejos taurinos de este año que sigue la senda del pasado año, donde
literalmente lo pasamos confinados en los hogares, viendo pasar las semanas,
meses y el año, a final y al cabo.
Este año la Empresa Miura Producciones C.A. ha
estado en constante actividad con miras a reactivar el cotarro taurino, tan a
menos en el último lustro que se remata con esta calamidad mundial como ha
resultado el COVID-19 para el toreo mundial. Hizo el intento de ofrecer fiesta
brava por enero en el marco de la Feria de San Sebastián, pero al final no se
pudo. Y si no se pudo –parafraseando al Guerra- es imposible…
Los mismos de Miura Producciones C.A. (Miguel
Murillo y Carlos Dávila) han sido los que han “echado la pata pa’lante” en dar lo que se ha convertido en la primera
cita taurina desde hace más de un año por suelo nacional, como la que han
denominado Feria de Abril, en una plaza de toros portátil, en las afueras de la
ciudad capital de San Cristóbal. Dos corridas de toros con nutrida presencia de
toreros aztecas (“El Zapata”, “El Chihuahua” y Sergio Flores), así como tachirenses
(Fabio Castañeda y Antonio Suarez), y un reconocido coleta gaditano (Octavio Chacón),
que a la hora de la verdad son una gran plantilla de espadas para despachar par
de encierros de los hierros nacionales de Rancho Grande / El Prado y San
Antonio, combinaciones que están supeditadas, como todo en estos momentos en casi
todo que uno tenga a bien planificar, a las condiciones que imponga esta
pandemia que nada que recidiva.
Si los “miuras”
de San Cristóbal se atrevieron a dar toros en estos momentos, no menos lo son el
veteranísimo y activo diestro maracayero Manuel Medina “El Rubi” y el singular
magnate Orlando Faroh, quienes han puesto los elementos necesarios para armarse
en pleno llano venezolano, específicamente en la capital yaracuyana de San
Felipe, de par de carteles, con nutrida y preferente presencia de diestro
nacionales, la mayoría con el “cuchillo en
la boca” pues vienen de un paro forzoso larguísimo, muchos de ellos regresando
al país tomando esta ocasión como una oportunidad para volver a reverdecer
viejos laureles en plazas de la provincia, y sobre todo, abrir ocasión para que
de nuevo salga el toro en la arena, elemento que ha estado ausente desde que a
mediados de febrero pasado, un displicente y otrora lujoso Martes de Carnaval le
diera carpetazo no sin polémica a la temporada taurina emeritense, la que
vienen llevando al foso de su trascendencia la empresa de turno.
Se ha hecho largo esta espera, se puede decir que
muy dilatado el que plazas como las de Tovar y San Cristóbal (la Monumental) –las
pocas que quedan activas y habilitadas en el país- hayan permanecido sin ese
colorido y sonido propio de una plaza de toros, recintos donde se encuentran
pasiones y reúnen intereses todos en torno a dos protagonistas principales y
centro de miradas: el toro y el torero.
Muy poco ha sabido que así mismo varios
aficionados hayan hecho el gran esfuerzo de mantener la “llamita” de la afición con escasos festejos menores en club privados,
tanto en Valencia –en franco intento como en otras regiones de recuperar plazas
cerradas- que en parte han servido para no dejar pasar fechas puntuales todos
estos meses que llevamos “entorilados”
en casa a causa del popular virus chino.
No perdemos la esperanza que una vez que se
retorne a la normalidad nuestra cotidianidad, se vuelva a pensar de manera
puntual en fiesta de toros, esa misma que en estos momentos se encuentra condicionada
a elementos ajenos a ella, pero no por ello importantes. La última palabra la tendrá
el tiempo…
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