RUBÉN DARÍO
VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
En el año de 2003, cuando hubo de suspenderse por
vez primera las citas feriales de San Cristóbal y Mérida, ya habíamos probado
lo que era quedarse sin toros en estos tiempos, que nunca imaginamos tan duros
como los que estamos atravesando. Nunca, jamás, ni remota idea suponíamos que
poco más de 17 años después estaría a punto de ver que la gran cita taurina tovareña
que por estos días estaría desarrollándose, entraría en esa maldita lista de
ferias andinas suspendidas o canceladas, algo que ya la mencionada de la
capital de Mérida ha vivido hasta en dos ocasiones más (2014 y 2019) tras este
periodo.
El detalle es que la fiesta brava en uno de los
reductos donde más tradición tiene, poco a poco se está resquebrajando. No es para
menos que la situación económica tan dolorosa que se vive en estos estados,
tenga su punto de inflexión tras estos meses de corte existencial para el
gobierno nacional de las condiciones de vida de sus habitantes. Constantes cortes
de luz, sin gas doméstico, sin combustibles, desasistencia en las entidades públicas,
elevado costo de vida, cierre de fronteras, maltrato adrede a posibles políticas
de apoyo a los más necesitados, no sabe el común general las penurias que día a
día hay que vencer quienes habitan en ciudades que no hace años eran
precisamente paraísos para el final descanso de los últimos años, buena calidad
de vida, elevado nivel cultural y académico. Todo esto, al baúl de los
recuerdos.
La situación del toro no es ajena a este panorama.
El tradicional abono ferial tovareño venia escenificándose ininterrumpidamente
desde que yo tenga recuerdo, y si los datos son vagos, con una data de más de
170 años. Pero este año, el año de la pandemia no ha podido ser. Era lógico y entendible,
con qué ánimos o logística cuando está faltando tanto a muchos…
Queda el recuerdo las tantas tardes sabrosas de fiesta
brava que desde 1992 se ha tenido como epicentro el gran ruedo de El Coliseo El
Llano, se puede decir la gran y última gran obra para el toreo -después de la remodelación
de la Monumental de Valencia que hizo Paco Cabrera- que se ha hecho en tierras
venezolanas… Solos están los corrales, ausentes sus tendidos, desolado su patio
de cuadrillas, para ver salir por la puerta de toriles ese toro, animal que
tanto se polemiza, pero que nos une como aficionado.
Ojala y vengan tiempos mejores…
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