Este
lunes se cumplen treinta años de la alternativa de la figura gaditana en el
coliseo francés de Nimes
Se cumplen este lunes 30 años de la alternativa de
Jesús Janeiro Bazán «Jesulín de Ubrique», que se convirtió en matador de toros
con sólo 16 años en el coliseo de la localidad francesa de Nimes de manos de
José María Manzanares y en presencia de Emilio Muñoz.
Aquel doctorado supuso un indiscutible
acontecimiento taurino, pero el evento no dejaba adivinar el impresionante
fenómeno mediático que el jovencísimo torero encarnaría después.
Jesulín había llegado a su alternativa precedido
de una apabullante trayectoria novilleril, en la yema de un cartel que hizo
fortuna a finales de los ochenta que completaban otros novilleros del momento
como Finito de Córdoba o Antonio Borrero, Chamaco.
Jesús Janeiro ya sabía lo que era llenar plazas
desde que actuaba sin caballos en los pueblos de la serranía de Cádiz. Manolo
Morilla, su definitivo descubridor y primer apoderado, supo ver el potencial de
aquel diamante en bruto para diseñar y promocionar sus primeros pasos en la
profesión convirtiéndole en una sensación novilleril entre 1989 y 1990, las dos
únicas temporadas con picadores.
Brindis a su padre
El neófito, vestido de blanco y oro, hizo el
paseíllo flanqueado por José María Manzanares y Emilio Muñoz a los sones de la
obertura de la ópera 'Carmen' de Bizet. El maestro alicantino le cedió un
ejemplar llamado 'Correcostas' del hierro de González Sánchez-Dalp, que Jesulín
brindó a su padre, Humberto Janeiro, recientemente fallecido.
Jesulín cortó una oreja al toro de la alternativa
después de una faena de gran fondo profesional y confirmó cualquier duda sobre
su capacidad fajándose con el complicado ejemplar que hizo sexto. Los numerosos
profesionales congregados en Nimes dieron su aprobación. Ya era matador de
toros.
El torero fue homenajeado aquella noche en un
multitudinario banquete al que no faltó el alcalde de Nimes, Jean Bousquet.
Pero al día siguiente había que madrugar para cumplir el segundo contrato de su
carrera como matador en la plaza de Écija.
Triple viaje
El equipo de Jesulín, con Manuel Morilla a la
cabeza, había alquilado un potente bimotor para aliviar aquel periplo que
incluía el viaje a Sevilla, el desplazamiento a Écija en automóvil y,
prácticamente sin solución de continuidad, desandar el mismo camino para volver
de nuevo a Nimes y torear su tercera corrida como matador en tres días.
El pasaje lo formaba el torero; su apoderado
Manuel Morilla; Humberto Janeiro; un fotógrafo que inmortalizó los detalles del
viaje y hasta seis periodistas. Jesulín no dudó en aceptar la invitación de los
pilotos para ponerse a los mandos. Hubo sustos, oraciones musitadas y una
ovación de gala cuando el aparato, sin novedad, aterrizó en el aeropuerto
sevillano de San Pablo.
Jesulín volvía a compartir cartel en Écija con
Emilio Muñoz. La terna la completaba la primera figura del momento, Juan
Antonio Ruiz, Espartaco, que brindó uno de sus toros al nuevo matador, gran
triunfador de aquel festejo -cortó dos orejas a un gran ejemplar de Peralta-
que abarrotó el coso ecijano. Pero no había tiempo que perder. Había que volver
a subir de nuevo al bimotor para volver a Nimes. Había comenzado su definitiva
historia taurina.
Cornada en Zaragoza
Jesulín sufrió un profundo bache personal y
taurino después de su alternativa que le llevó a romper con Morilla -para
volver después- y poner su carrera en manos de Simón Casas. El torero tocó
fondo a raíz de la gravísima cornada de Zaragoza, el 22 de abril de 1991. Pero
el joven diestro renació de sus cenizas a raíz de la faena instrumentada a un
toro de Diego Garrido en la feria de San Miguel de Sevilla del 92.
Estaba a punto de fraguarse el personaje. En la
noche del 4 de mayo de 1993, Antena 3 emitía el espacio 'Queremos Saber' bajo
la batuta de Mercedes Milá. Se trataba de someter a examen la realidad de la
fiesta de los toros y se había invitado para ello a diestros como José María
Manzanares, José Miguel Arroyo, Joselito, y al joven matador de Ubrique que
empezaba a abrirse paso en primera fila.
En el transcurso del programa, una persona del
público le preguntó si su toreo tenía "truco". Jesulín se levantó, se
dejó caer los pantalones y enseñó los costurones de sus primeras cornadas como
respuesta. Pero aquel lance estaba preparado de antemano. El encargado de hacer
la pregunta había sido un popular "barman" sevillano que participaba
en el plan.
La fecha de aquel número televisivo marcó el
inicio del fenómeno mediático que rodeó la figura de Jesulín de Ubrique.
Dieciséis meses después de aquel peculiar destape de cicatrices se encerró en
solitario para 9.000 mujeres en la plaza de Aranjuez en medio de una apoteosis
de lencería femenina que hoy merecería la condena de muchos sectores. Arrancaba
un tiempo frenético. / EFE
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