Nimes
vuelve a marcar nivel de referencia en la temporada. ¡Sí se puede y sí vale la
pena!
JOSÉ LUIS
BENLLOCH
Redacción APLAUSOS
Nimes, tal y como la semana anterior sucedió en
Arles, ha plantado cara a las estrecheces que impone el coronavirus y ha dado
su feria taurina con la máxima normalidad posible. Si ya había perdido la de
Pentecostés no iba a perder la de la Vendimia, se dijo la ciudad, y Simón Casas
planeó una feria tan extensa como las de anteriores ediciones. Con las
precauciones sanitarias necesarias pero con el objetivo de mantener con vida
las tradiciones y la economía de una ciudad con un importante sector terciario
que necesitaba ingresos, hubo toros. La postura la aleja radicalmente de lo que
viene sucediendo en España, donde ganamos en prohibicionismo y se pierden
batallas tan claves como la de la salud y la del rescate económico. ¿La
diferencia?... La clase política que a este lado de los Pirineos, más Pirineos
que nunca, se pierde en enfrentamientos ideológicos y se olvida de
pragmatismos.
El sudeste camargués, también el sudoeste, tantos años
colonizado por los profesionales del toro -sus principales plazas estaban bajo
la tutela de empresarios españoles que mandaban con mano de hierro, Jardón,
Chopera, Balañá… y apenas florecían toreros galos más allá de lo exótico- se ha
convertido en refugio ejemplar del toreo
Así, qué remedio, las miradas de los aficionados
han estado puestas en Francia este fin de semana. Motivos sobrados había. El
sudeste camargués, también el sudoeste, tantos años colonizado por los
profesionales del toro -sus principales plazas estaban bajo la tutela de
empresarios españoles que mandaban con mano de hierro, Jardón, Chopera, Balañá…
y apenas florecían toreros galos más allá de lo exótico- se ha convertido en
refugio ejemplar del toreo, no diría que en una covadonga desde donde iniciar
una reconquista porque no hay que pensar que estamos tan cercados, pero sí en
el referente con el que argumentar estos difíciles días lo que es posible y lo
que no. Eso más allá de que durante los últimos años el mercado francés y así
continúa, haya complementado las disfunciones del sistema español: repescar
toreros precipitadamente desahuciados, dar esperanzas de vida a divisas en el
filo de la desaparición, revestir de oro a las grandes figuras y hasta servir
de argumento para la defensa de la Fiesta… Si los franceses tan reconocidos
culturalmente dicen sí al toreo… la conclusión es fácil de entender salvo para
aquellos que se creen más sabios que nadie y otros papanatas semejantes. Por
todo eso y más, el toreo se refugia estos días en la aldea gala.
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