FERNANDO
FERNÁNDEZ ROMÁN
@FFernandezRoman
Esta semana que finaliza, la noticia se ha
presentado rozando el formato de anécdota, aunque no por ello deja de ser una
nueva declaración de intenciones de quienes enarbolan la bandera del
animalismo. La noticia, es esta: el grupo de Podemos del Ayuntamiento madrileño
de Collado Villalba presenta una moción para proclamar cada lunes de la semana “día
sin carne” en el municipio. Los razonamientos acerca de las venturas
que para la población supondría esta propuesta –en principio orientada a
establecimientos o instituciones educativas de propiedad municipal— son tan
variados como curiosos, pero fundamentalmente se propugnan orientados al cuido
de la salud de las gentes del Collado, a la protección del Planeta, a combatir
la pobreza de los países menos desarrollados y, principalmente, a denunciar el “maltrato
animal, inherente en las grandes industrias cárnicas”. Como ven, todo
un ramo de rosas, agavillado por un grupo de bienhechores. Dicen los podemitas que esta iniciativa ya
surgió en EEUU en el año 2003, y es cierto; tan cierto como que la respuesta
fue prácticamente nula. También hacen referencia a que la FAO de Naciones
Unidas emitió un informe sobre la emisión de gases de “efecto invernadero” de los animales de carne y hueso,
principalmente los que se alimentan del pasto en las dehesas o el forraje
fertilizado de secanos y regadíos, pero es igualmente cierto que los datos no
eran correctos y hubieron de rectificar. Realmente, los pedos y exhalaciones
(eructos) de vacas, toros, cerdos, ovejas y demás, no son tan nocivos como se cree,
porque el metano que expulsan por las fauces o el esfínter anal, no es nada
comparable al CO2 que sale del escape de los automóviles y otros
gases de la industria en general. En
fin, que, una vez más, la política más o menos zocata de este país la emprende
contra los animales de carne, so pretexto de amparar su bienestar (el de los
animales, quiero decir, aunque no se descarta el de ellos mismos). No comamos carne
los lunes –en principio-- y verán cómo se arregla la sociedad, el Planeta y la
Humanidad, misma. Desactivemos la cadena cárnica alimentaria. Todos los
animales, convertidos en mascotas, dentro un mundo idílico y feliz. Me lo
expliquen, por favor.
Instaurar los “lunes
sin carne” es una propuesta política, no lo duden. La de un determinado grupo
político de acusada tendencia totalitaria. Primero, insisto, insinúan que se
aplicará en los establecimientos de propiedad pública, pero no se recatan en “animar” a los colegios privados o
concertados para que no sirvan carne los lunes con el fin de que se alcancen
los “beneficios sanitarios, ambientales y
éticos” que tal medida debe acarrear. Ojo, esta es la palabra clave: los
colegios, una tierra mollar y virgen, siempre proclive a que en ella germine la
sembradura ideológica.
Detrás de todo este desbarajuste de propuestas
contra el consumo de carne se oculta el rostro del animalismo, presente y
bullente en el Consejo de Ministros de España, uno de cuyos vicepresidentes
tiene entre ceja conseguir su implantación a través del BOE, desde la Dirección
creada expresamente por él, a cuyo mando ha puesto a un amigo vegano. Ya lo
advertí –lo denuncié— cuando todavía estábamos saliendo del confinamiento por
la pandemia, porque se hizo pian pianito, sin ruido, para no alarmar; pero es
una brasa ya permanente, activada desde las altas instituciones del Estado,
algo que nunca había sucedido en España. Es una operación logística-ideológica
de la que también la Tauromaquia es víctima propiciatoria, por ser la diana
permanente del vice en cuestión.
Ahora, desde una importante localidad de Madrid se
pretende encender una llamita, a ver qué pasa. Evidentemente, un Ayuntamientos
no puede prohibir nada que esté amparado por un rango legislativo superior, y
mucho menos entrometerse en el ámbito privado. Solo puede proponer; pero, de
momento, van a por los niños de los colegios. Los lunes, el bocata que se
alberga en la mochila no debe contener carne. Nada de jamón serrano o chorizo
de Guijuelo. Que se apañen con el bollicao –que dicen los nutricionistas es
altamente pernicioso--, o con el sándwich de ensalada de pepino, o el de la
berenjena rebozada en medio de dos rebanadas de pan integral y su poquito de
lechuga, para desengrasar, que está muy rico. Le dan a un niño por la mañana
este tentempié para el recreo y a la criatura se le caen los palos del
sombrajo. Esos sí que serían “los lunes al sol” de la película de León de
Aranoa que protagonizó Javier Bardem, solo que en vez de trabajadores
despedidos por la reconversión de un astillero, serán niños abrumados por el contenido de su
bocadillo, esto es niños “desolados” un lunes al mediodía.
Como comprenderán –sin menosprecio de los efectos
generales y colaterales que afectan a la población----, lo que me preocupa
especialmente del tirito de Collado Villalba es el efecto rebote al cuerno del
toro de lidia, disparado desde las trincheras de una supuesta benignidad
sanitaria, ética, social... y ¡hasta religiosa!, pues dicen los sibilinos
proponentes que el hecho de no comer carne un día de la semana forma parte de
la tradición cristiana. Cierto, especialmente el día de Viernes Santo; pero es
una penitencia que algunos católicos cumplen y otros no, sin que por ello
renieguen de su religión. ¿Consideran en Podemos que los “lunes sin carne” es una penitencia? Desde luego, por tal lo tengo:
si todos los lunes del año deben ser para el jefe de Podemos el día de
abstinencias cárnicas habrá que acatarlo como acto sacrificial en el ara de una
sacrosanta ideología, que por algo este personaje lleva por nombre el de un
apóstol de la cristiandad y a los templos del Señor en su apellido; pero, ¿por
qué los niños, inocentes donde los haya, han de cargar con esta penitencia?
Afortunadamente, la moción no ha prosperado. El
tirito terminó en gatillazo. Ha prevalecido la sensatez en el grupo municipal
de gobierno villalbino; pero conviene resaltar que la propuesta del “lunes sin
carne” fue apoyada por el grupo socialista, escenificándose, una vez más, las
dos muletas –de apoyar y de torear— en que se funda esta izquierda que gestiona
el futuro de nuestro país. La que va contra el cuerno del animal, y, de paso,
contra todo bicho viviente que rodee de carne su osamenta.
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