CARLOS
CRIVELL
Redacción
APLAUSOS
Dice Manolo Molés en un artículo reciente en esta
revista: “Pero ahora o recuperamos la fiesta total, seria, limpia y torera, o
el apocalipsis vive a la vuelta de la esquina”. No puedo estar más de acuerdo
con estas palabras. Me gustaría profundizar en el concepto de fiesta total,
seria, limpia y torera. La tendencia actual del toreo es todo lo contrario. Ya
era preocupante antes de la pandemia, pero con el desastre vírico es todavía
menos seria, menos limpia, menos total y menos torera.
En tiempos de crisis se apodera de muchos la
creencia de que lo importante es que haya diversión como final deseado para
salvar la situación. Es la diversión que oculta el tipo de toro que salta al
ruedo, si es íntegro o no, en la que vale casi todo para poder contar lo bien
que se lo pasó la gente, donde se indultan toros sin motivo, en la que suben a
los palcos -incluidos los de Francia– señores que son máquinas de minimizar la
grandeza del espectáculo, en la que las orejas se conceden por faenas de escasa
entidad, en fin, que la fiesta de los toros es de todo menos total, seria,
limpia y torera. Es más bien un espectáculo amable muy previsible que está
logrando provocar el rechazo de muy buenos aficionados.
Los protagonistas deben meditar si están dispuestos a lograr
ese modelo de Fiesta, porque en caso contrario la decadencia completa está a la
vuelta de la esquina
Lo de una fiesta torera y total es más que
necesario. Me imagino que se refiere Manolo a que la corrida es un conjunto de
toro y torero, por lo que ambos deben ser considerados como los verdaderos
protagonistas. Sobre la torería necesaria poco hay que apuntar.
Me detengo en una fiesta seria y limpia. ¿Qué es
seriedad en el toreo? Es el enfrentamiento de un toro encastado, íntegro y con
una presentación de acuerdo con su encaste y la plaza en la que se juega. Es el
toreo de un lidiador ante un toro exigente y que le da importancia a su labor.
Es, en definitiva, el encuentro del toro y del torero para que el espectador se
sienta emocionado ante lo que solo está al alcance de los elegidos. El toro no
puede dar lástima, debe infundir miedo a quien contempla su movilidad en la
plaza. El futuro de la fiesta no está ligado al toro que, por desgracia,
aparece ahora de forma reiterada en las plazas. El futuro debe llegar por la
emoción de un ganado encastado que exige una alta capacidad de valor y arte a
los matadores. Y lo de la limpieza, quiero pensar que está relacionado con los
pitones. En este desventurado año se han presenciado por televisión algunos toros
mutilados que son un canto a la degradación de la fiesta. Quienes escribimos de
toros no debemos permanecer impasibles ante estas situaciones, porque con la
complicidad silenciosa estamos propiciando que el apocalipsis está más cercano.
Así que completamente de acuerdo, el futuro es una fiesta total, seria, limpia
y torera. Los protagonistas deben meditar si están dispuestos, porque en caso
contrario la decadencia completa está a la vuelta de la esquina.
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