El
diestro peruano Joaquín Galdós ha indultado esta noche en Valdepeñas su segundo
toro en diez días, un gran ejemplar de una imponente e interesante corrida del
Conde de Mayalde, en la que también rayó a buen nivel Gómez del Pilar, que
paseó tres apéndices.
Ante
la abundancia donde elegir en el campo, para la ciudad vinatera se reseñó un
corridón de toros, de Conde de Mayalde, con leña y de magníficas hechuras.
También acompañó el juego, con tres toros de nota (segundo de vuelta al ruedo,
quinto, y sexto, este último indultado) dos manejables que cayeron en el lote
de Eugenio de Mora, y uno deslucido, el tercero.
Lo
de Gómez del Pilar ya no es sorpresa. Esta temporada es norma. Lo ve claro,
anda con una soltura que otros años no se le vislumbraba y, además, pone sobre
el tapete variedad de registros: uno de ellos, el que hasta la fecha era el más
usual en su concepto, el de la entrega, materializado en el recibo de rodillas
con larga cambiada, y otro, ya en pie, en el que el gusto presidió su quehacer.
Predominó
este palo, descolgado de hombros y sorteando el ocasional derrote del de
Mayalde. Se quedó quieto, tiró del buen ejemplar criado en El Castañar y
disfrutó. Se le notaba. Y el público también. ¿Hace falta más? Sí, matarlo
decorosamente, como hizo, y premiar la buena condición del toro con la vuelta
al ruedo. Todos contentos.
La
sensación de alegría continuó en el buen quinto, magníficamente lidiado por
Rafael González después de que el de Mayalde casi se llevara por delante a su
matador una vez acabado el recibo por poco indicadas chicuelinas.
Y en
la muleta, más de lo mismo; desparpajo, garra en el vibrante inicio, primero
llevándolo hasta el final muy torero por bajo para rematar con una serie de
rodillas, e inteligencia al dejársela en la cara por el pitón derecho y ligar
para regocijo de los tendidos, además de rematar con un estoconazo como
colofón.
Resultado:
otra oreja al esportón en una buena faena que, siendo notable, no llegó al gran
nivel de su primera.
Joaquín
Galdós se las vio con un primero noble y desfondado, ante el que nada pudo
hacer. Y no pintaba bien el inicio con la vista cruzada del sexto. Sin embargo
el toro rompió a embestir en el último tercio y Galdós crujió toreando. El toro
embestía incansable, no rebosante de vibración, sino con ritmo, prontitud y
hasta el final.
Galdós
apostó al volver a coger la espada de ayuda cuando los gritos de indulto
empezaron a poblar los tendidos, hasta que finalmente el pañuelo naranja asomó
en el palco.
El
primero fue noble y sosote. Soltaba la cara por el pitón derecho y se comportó
con mayor templanza al natural. Su matador, Eugenio de Mora, también, sin que
la faena tomara altura notable.
El
cuarto tampoco ofreció demasiadas dificultades -sin olvidar que era un tío- ni
tampoco ímpetu. El toledano tiró de él, firme de plantas y, tras matar a la
primera, paseó una oreja que no tuvo mayor historia. / EFE
FICHA DEL FESTEJO
Seis toros de Conde de Mayalde, muy bien presentados. Primero, noble y soso.
Segundo, de nombre Jibelino, número 23, encastado, fue premiado con la vuelta
al ruedo. Desfondado el tercero. Manejable el cuarto. Bueno el quinto,
aplaudido en el arrastre. El sexto, numero 8, de nombre «Chorlito», fue
indultado.
Eugenio
de Mora, de carmesí y oro: silencio y oreja.
Gómez
del Pilar, de azul rey y oro: dos orejas y
oreja con aviso.
Joaquín
Galdós, de caña y oro con remates en negro:
silencio y dos orejas simbólicas.
En cuadrillas, saludaron tras
banderillear Rafael González y Pedro Cebadera en el segundo, además de
Juan Carlos Ruiz en el cuarto y Manuel Macías en el quinto.
La plaza registró un tercio de
entrada.
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