Lo peor de este año ha sido el matadero donde fueron, van e
irán tantos animales bravos, es la corona con espinas de los ganaderos
¿Quién tenía razón? Los ciudadanos aplaudieron con
moderación a aquellos que se negaron a darnos “un año en blanco” y aunque
hayamos pasado “hambre, penuria y soledad”, lo peor ha sido el matadero donde
fueron, van e irán tantos animales bravos. Eso es lo peor de todo, la corona
con espinas de los ganaderos, criando toros hasta los cuatro y cinco años y
ahora (salvo leves excepciones como los dulces de Juan Pedro o las peladillas
de piedra de Victorino) la soledad y el año torcido ha hecho mella, daño y ruina
en muchas ganaderías de bravo. Y cuando llegan estos infiernos rápidamente se
me aparecen imágenes vividas como las del frío invierno en las tierras de los
Fraile, gente honesta, currante, campera, sacrificando el dinero al amor de la
ganadería. Tanta gente con mérito. Tantos ganaderos que se van a comer las
ventas imposibles tal y como está el mini mercado del toro, y tantos ganaderos
que enjuagan su dolor con lágrimas secas llevando sus sueños al matadero
municipal.
Ponce siempre torea más que todos. Y eso no caduca, sino que
da la impresión de que Enrique quiere escribir la segunda parte de su Quijote
taurino
Año de mérito para quienes no tiraron la toalla. Y
año en el que un chaval, que ya ha toreado más que nadie en toda la historia
del toreo, en lugar de maduro ha entrado en una exultante juventud torera y
personal. Solo Ponce rompe las leyes de la física taurina y corta orejas y en
los ratos libres se sube al balcón de Verona en donde Romeo y Julieta vivieron
su aventura amorosa tal y como nos contó un genio llamado Shakespeare. Si
tienes curiosidad puedes visitar la casa del amor en el número 23 de la Via
Capello. Ponce siempre torea más que todos. Y eso no caduca, sino que da la
impresión de que Enrique quiere escribir la segunda parte de su Quijote
taurino. Hará historia. Más.
La presidenta de Madrid, tras dar el paso atrás y
prohibir tardes de toros sin sentido, ha vuelto a la razón, y me alegro por
Miguel Abellán, al que quiero como un hermano por razones históricas, taurinas
y personales. Y ha puesto en marcha medidas buenas para la Fiesta y sus
integrantes. Y hasta ha dicho que le gustaría que la feria de Otoño pudiera
darse en Las Ventas. Lógicamente no contaría como año usado para el contrato de
Garrido y Simón.
Ya queda poco. La digestión taurina ha sido muy
leve este año. Empresarios valientes y que merecen futuro ayudaron a que
lleváramos el luto taurino con mejor humor. Pero ahora o recuperamos la fiesta
total, seria, limpia y torera, o el apocalipsis vive a la vuelta de la esquina.
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