Entiendo
que si hay que suspender se suspende, claro, lo que duele son las formas, la
comparativa con otros espectáculos, la falta de apoyo a los damnificados, la
risa de hiena que se les adivina a los anti sentados en el quicio de sus
covachas viendo cómo el bicho y los “acomplejaetes” hacen su trabajo. Lo ves y
te sientes el pito del sereno, ya saben: aquel que por mucho que lo hagan
sonar... nadie acude
JOSÉ LUIS
BENLLOCH
@JLBenlloch
Redacción APLAUSOS
Derrumbe total. Se desplomó la programación
prevista. San Sebastián de los Reyes, Aranjuez, Valdetorres, Navas del Rey,
Casar de Cáceres… y se hundieron las ilusiones de un acercamiento a la
normalidad. El motivo fue la Covid-19, que no es una tontería ni la vamos a
negar, más allá de quien gobierne ahí están las cifras de los hospitales y ahí
está el reguero de ruina que asola el país. Y lo que te rondaré. Todos
coinciden en que lo peor está por llegar. Duele España y duele el mundo entero.
Y duele por extensión el planeta toro, desde la primera figura al último
vaquero, en las grandes capitales y en la dehesa más extrema. En cualquier
parte no escatiman en echarle sal a la herida. No nos salvan a nadie.
A los de plata ni caso, no cuenta ni su condición social y
económica, un Gobierno de izquierdas se los pasa por la entrepierna y ni
siquiera, en segunda intentona, la prometida enmienda del ministro pasó la
barrera de la mentira
A los de plata ni caso, no cuenta ni su condición
social y económica, es evidente que hasta un Gobierno de supuesta izquierda se
los pasa por el arco triunfal de la entrepierna y ni siquiera, en segunda
intentona, la prometida enmienda del ministro pasó la barrera de la mentira. A
los del campo, a los ganaderos, que se enteren ya que no son señoritos, después
de meses y meses, años ya, llorando por la España vacía -o mejor dicho vaciada-,
a ellos, que son agentes principales para dinamizar y fijar la población y para
potenciar la biodiversidad, ni puto caso, solo les aplican cataplasmas de
indiferencia como remedio a su economía de resistencia; a los empresarios, la
desconsideración más absoluta, estos días se ha visto con más evidencia que
nunca, ni una ayuda, ni una gota de preocupación, y, si hablamos de los medios,
ni un total en la tele ni un corte de voz en los informativos, valen menos que
el cierre de un bareto -con todo el respeto a los baretos- y peor aún: los
acaban señalando desde el propio sector -¡mandan huevos!- cuando se trata de un
sostén imprescindible del toreo ¿o quién monta los festejos?... Y en ese
reparto, para el arte del toreo en su globalidad, incluyo a los aficionados,
descrédito y falacias –te gustan los toros eres facha, cruel, cavernario…- no
hay más, y en esa realidad no cabe otro estado que el de la depresión. Ese es
el estado de la cuestión.
A los del campo, a los ganaderos, después de tanto llorar por
la España vaciada, a ellos que son agentes principales para dinamizar y fijar
la población, ni puto caso, solo cataplasmas de indiferencia
Y si te pones a pensar compruebas que ya ni
siquiera es cuestión de siglas, al toreo le disparan desde todos los frentes,
incluido el que se consideraba propio. No es la prohibición, es el modo de
prohibir, la desconsideración, el vuelva usted mañana, el trajín de ventanilla
a ventanilla que te imponen, la suspensión de última hora, los expedientes a
ninguna parte… y así hasta la humillación. Lo sucedido los últimos días colma
el vaso. Madrid y sus maneras duelen, joder si duelen, duele a los aficionados,
a la cartera de los empresarios -¿quién paga los gastos de promoción y puesta a
punto previos?...-, duele a los artistas, a los ganaderos que se quedan sin
embarcar un pitón… Si nos ponemos a comparar con el trato dispensado a otros
sectores es fácil comprender la estima que nos tienen: ninguna; por mucho bla,
bla, bla que emitan en tiempos de tranquilidad ninguna.
A los empresarios se les aplica la
desconsideración más absoluta, ni una ayuda, ni un corte de voz en los
informativos, valen menos que el cierre de un bareto -con todo el respeto a los
baretos-, y peor aún: los acaban señalando desde el propio sector cuando se
trata de un sostén imprescindible del toreo ¿o quién monta los festejos?...
¡Manda huevos!
Ojo, no me quejo de las suspensiones. Nadie puede
quejarse de que se tomen medidas contra este infierno que avanza por toda
España como un incendio en rastrojar, al contrario, entiendo que si hay que
suspender se suspenda, claro; duelen, insisto, las formas, la comparativa con
otros espectáculos, la falta de apoyo a los damnificados, la risa de hiena que
se les adivina a los anti sentados en el quicio de sus covachas viendo cómo el
bicho y los “acomplejaetes” hacen su trabajo. Insisto, no digo que no haya que
suspender, pero las formas, los momentos, las exequias que ofician, no están
siendo nada adecuadas; más bien al contrario. Ante esa escala de agravios:
¿seguimos dejándonos pisar, nos entregamos o…?
Y para el toreo en su globalidad, incluyo a los aficionados,
descrédito y falacias –te gustan los toros eres facha, cruel, cavernario…- no
hay más, y en esa realidad no cabe otro estado que el de la depresión. Ese es
el estado de la cuestión
POSDATA.-
Francia es definitivamente otra cosa, otro estilo, otra visión… ¿Que qué nos
diferencia si los agentes son prácticamente los mismos?... Las autoridades que
tienen en consideración el toreo, que han comprendido lo que significa para sus
ciudades y presentan sus ferias con orgullo, que valoran a los aficionados por
el mismo rasero que a los que gustan de otras disciplinas o artes. Parece poco
pero es mucho, sobre todo por lo que significa en el desenlace final.
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