El
mítico fotógrafo Canito reconoció en 1950 que le llegaron a ofrecer doscientas
mil pesetas por las instantáneas de la muerte del torero en Linares
ÁNGEL G.
ABAD
Diario ABC de
Madrid
Lo que valían dos pisos de 120 metros cuadrados en
el Madrid de 1950. Hasta doscientas mil pesetas llegaron a ofrecer por el
reportaje completo de la muerte de Manolete en Linares, sucedida tres años
antes, a su autor, el mítico fotógrafo taurino Francisco Cano «Canito».
Pero Canito no las vendió, ni el álbum completo ni
una sola foto, por la que le pagaban cuarenta mil pesetas. En el verano de
1950, hace ahora setenta años, el popular reportero explicaba las razones: «Yo
no he querido dar ni el álbum ni la fotografía. Solo vendería esos recuerdos
que estimo tanto si me viera muy apurado». Canito acudió a Linares el 28 de
agosto de 1947 contratado por Luis Miguel Dominguín, y se encontró con el drama
de Manolete. El reportaje, con fotos impresionantes, tanto de la cogida como de
la muerte del torero en el hospital, vieron la luz de forma completa en los
años ochenta del pasado siglo.
En una entrevista publicada en la revista «El
Ruedo», Cano cuenta que se dedicaba a la fotografía desde hacía cinco años, que
antes fue profesor de natación, jugador de fútbol, boxeador..., pero que lo
lógico era que quisiera ser torero: «Soy de familia de toreros, me acostumbré a
ver trajes de luces en mi casa, a oír hablar de toros, y claro, acabé por
torear».
200.000 pesetas
Francisco Cano, que falleció en julio de 2016 a
los 103 años de edad, decía que de todas sus facetas, la de fotógrafo era la
que económicamente le había ido mejor. Su argumento: «Y podría conseguir más
dinero si quisiera, pues tengo importantes colecciones que las pagarían muy
bien», y ahí la referencia a las doscientas mil pesetas de la época que dejó
escapar...
Cuando apenas llevaba un lustro con la cámara, ya
recordaba cómo sus mejores reportajes, una corrida de Antonio Bienvenida en
Zaragoza, otro de Pepe Luis en Sevilla en 1948, y dos tardes de Manolo Vázquez
en Madrid. Quedaba por delante una prolífica trayectoria que ha dejado un
legado de millones de fotos, setenta años de la historia del toreo, dentro y
fuera del ruedo.
Al final de la entrevista, ironía en la cuestión
de qué hacía con las fotos en las que se recogen los peores momentos de un
diestro ante el toro. «Se las suelo mandar con una nota en la que les digo que
no se vuelva a repetir», y aseguraba: «Se ríen mucho y algunos me las suelen
devolver dedicadas. Pienso hacer con todas ella un álbum íntimo».
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