MANOLO
MOLÉS
@ManoloMoles
Redacción APLAUSOS
Tan cerca y tan lejos. Y se supone que
compartiendo ambos la afición a los toros. Tan cerca tenemos las grandes plazas
(cerradas) de Madrid, Sevilla, Valencia, Bilbao, Zaragoza, Pamplona, Málaga,
San Sebastián (Barcelona confinada) y Córdoba. Pues aunque parezca mentira
(ojalá que todavía haya algo en otoño en Las Ventas) todas esas plazas grandes
dormirán cerradas la pesadilla de la pandemia y de la desidia profesional. Está
claro que había dos fantasmas vivos. Uno el de la salud y otro el de los
políticos, y también les dio pereza a muchos de los grandes dar espectáculos
con la mitad del aforo, o incluso menos. Claro que no era un buen negocio. Pero
es peor el de las puertas selladas. Y hasta te puedes imaginar un cartel, no
escrito, pero que te dice: “Adiós muy buenas; hasta el año que viene”. Claro,
si escampa. En años difíciles es donde hay que hacer alguna gesta. Y cerrar la
tienda a cal y canto, inservibles las plazas, es muy duro. Y llegó el ejemplo
francés.
Y encima lo curioso. Una de las plazas de primera
que ha ido a menos en los últimos años (solo El Cordobés, de ahí su apelativo
torero, y Finito de Córdoba le dieron brillo y llenos en las últimas calendas)
es la única que va a dar feria. Chica pero feria, y gracias a José María
Garzón, un luchador al que pusieron a bajar de un burro los colegas de la élite
empresarial. Pues ahí está. El 12 de octubre una corrida de Jandilla para,
sobre el papel, jamón del bueno, o sea, mano a mano, Morante de la Puebla, el
veterano artista, y el joven de buenas maneras llamado Juan Ortega. La única
plaza de primera abierta. Eso es muy mala señal.
A muchos de los grandes les ha dado pereza dar espectáculos
con la mitad del aforo, o incluso menos. Claro que no era un buen negocio. Pero
es peor el de las puertas selladas. En años difíciles es donde hay que hacer
alguna gesta
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