Antonio Nazaré |
JAVIER LÓPEZ
Foto: EFE
Madrid.- Los
diestros Eduardo Gallo y Antonio Nazaré hicieron lo más destacado
del festejo con el que se inauguró hoy la temporada en Las Ventas, aunque
perdieron sendas orejas por el mal uso de los aceros.
Había ganas de que llegara el Domingo de Ramos
para arrancar la temporada en Las Ventas. Ganas y expectación, pues el cartel
de hoy despertada interés por las cualidades y el momento que atraviesan los
tres toreros que trenzaron el paseíllo en la Monumental madrileña.
Y la tarde, aunque desapacible por lluvia y
frío, no defraudó, pues a pesar de que no hubo orejas por culpa de las espadas
de Gallo y Nazaré, hubo cosas interesantes, fundamentalmente por
parte de estos dos espadas, además también del comportamiento de tres toros.
Por tanto, esperanzador inicio.
Abrió el año en Las Ventas un "jabonero" que blandeó a la
salida del primer puyazo y desarrolló mal estilo en el último tercio: correoso
y con la cara suelta. Urdiales trató de hacerse con la situación a base
de muletazos de uno en uno, pero el animal nunca se empleó y aquello careció de
trascendencia.
El cuarto fue toro grandón y con muchos pies
de salida, y con "carbón"
en el último tercio. Aquí se vio un Urdiales más decidido, logrando
pases de cierta consistencia por los dos pitones a base de querer y no dejarse
ganar la pelea por un animal serio y exigente. Pero, al igual que en el
anterior, no anduvo fino con la tizona.
Gallo recibió a su
primero con unas templadas verónicas
a pies juntos, y galleó posteriormente por chicuelinas para poner en suerte. El
toro, todo sea dicho, cumplió en varas, aunque en banderillas parecía que iba a
empezar a quedarse pronto.
Sin embargo, no fue así y se dejó "dar fiesta" en la muleta por
un Gallo muy firme y asentado en tres tandas a derechas de mucho temple
y largura, muleta adelantada y encajada la figura, todo muy compacto e
hilvanado, y con notable mando. Al natural no hubo tanta continuidad, pero aún
así surgieron varios pases sueltos reseñables.
Pero a partir de ahí el animal empezó a
apagarse y el salmantino tuvo que suplir ese hándicap con valor y recursos,
como los circulares y un improvisado desplante. Importante actuación,
emborronada por su fallo a espadas.
El quinto apuntó cosas buenas de salida, mas
fue un espejismo, porque en el último tercio enseguida "cantó" su falta de clase y poca raza, apagándose además
según avanzaba el trasteo de un Gallo que nada más que pudo mostrar
voluntad. Y lo que son las cosas, aquí si funcionó la espada.
El primero de Nazaré fue toro "cariavacado" y vareado, que
además evidenció poco celo y escasa transmisión, pero con el que el sevillano
anduvo sobrado con un gran toreo al natural, de pases de uno en uno pero con
mucho temple y mayor sabor. Toda la faena estuvo basada por ese pitón, el único
por donde se desplazó el astado.
Muy bien Nazaré, sobreponiéndose a las
adversidades, sobre todo a la lluvia que arreció durante toda la faena y que
provocó que la gente abandonara masivamente sus localidades. Por eso, tras la
estocada, no hubo petición suficiente y tuvo que conformarse con una vuelta al
ruedo.
El sexto fue un toro muy deslucido por escaso
recorrido y malas ideas. Aquí Nazaré, aunque tesonero, no pasó de
discreto. / EFE
FICHA
DEL FESTEJO
Cuatro toros de Torrestrella y dos -cuarto y
sexto- de Torrealta, bien presentados, excepto el escurrido tercero, y
de juego desigual. El mejor, el segundo; y fueron interesantes el tercero por
el izquierdo, y el cuarto, por encastado y exigente.
Diego Urdiales: dos pinchazos, otro hondo y
dos descabellos (silencio tras aviso); y media y tres descabellos (silencio
tras dos avisos).
Eduardo Gallo: pinchazo, casi entera
tendida y atravesada, y dos descabellos (ovación tras aviso); y estocada
(silencio).
Antonio Nazaré: estocada (vuelta tras
petición); y dos pinchazos, media y tres descabellos (silencio).
La plaza tuvo casi media entrada en tarde desapacible y
lluviosa, lo que propició que al final del festejo quedara ocupado solo un
quinto del aforo.
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