BARQUERITO
Agencia Colpisa
CASTELLÓN DE LA
PLANA.- Recibieron a Padilla con
honores de héroe y, después del paseo, lo sacaron a saludar al tercio. Padilla hizo salir enseguida a El
Cid y Luque. Cariñosa
ceremonia. Poca gente en los tendidos. Estuvo lloviendo hasta la hora de los
toros y muchos se refugiaron en las viejas gradas de madera cubiertas. En
cuanto saltó el primer toro de Jandilla dejó de llover. Un toro retinto, abrochadito y caribello, que dio en tablas 564 kilos y
tal vez los llevara puestos pero los disimulaba. Le pegaron dos puyazos. Uno
corrida y trasero en el caballo de puerta; el otro, la cara arriba, hizo
quebranto.
Padilla había
dibujado de salida a pies juntos lances airosos. Después de la segunda vara
quitó por despegadas tafalleras y
remató quite con una larga cambiada de rodillas.
Un golpe de sorpresa. No el único. El remate, heterodoxo e inesperado, es de
repertorios antiguos. Cosas de El Gallo. De 1910. Tres pares de
banderillas –notable un primero cuarteado-, brindis obligado al público y una
faena más fría que caliente. Toro bondadoso, pero de más a menos: acabó
cabeceando al salir de suerte, escarbó. Se dice manejable del toro que no
agobia. Éste mismo. La faena, sin apuros ni ajustes, circunstancial. Una
estocada caída con pérdida de engaño. Sacaron a saludar a Padilla otra vez.
La primera mitad de corrida fue pobre, oscura y espesa. Dos
toros de Vegahermosa, el segundo hierro de la casa Jandilla, salieron de
desigual condición. El segundo, cinqueño, meleno
y brocho, derribó, claudicó y
escarbó, fue noblote, se acabó rajandito. El tercero salió derrengado de
cuartos traseros, fue protestado por cojo, se rebrincó, enterró pitones dos
veces y terminó afligido.
El Cid no se encajó en serio con el segundo, se tomó pausas, se
pegó sus paseos y cobró una estocada sin puntilla después de salir del paso. Daniel Luque abrevió en cuanto vio que
las protestas arreciaron. Este tercero fue el toro más serio de la corrida. No
el mejor.
Los dos de nota –los sabrosos bombones clásicos de Jandilla-
iban a salir enseguida y a cambiar de paso el signo de la tarde. Un cuarto
gacho y astinegro, de son boyante y pastueño; y un quinto astiblanco y acapachadito, cómodo de cara, chorreado en morcillo, de parecido
estilo. Este quinto llegó a planear por la mano izquierda; el cuarto, que tuvo
golpes brutos de partida, se abría con cadencioso tranco y repetía sin reclamo.
En un caso y otro, el toro perfecto para abrir temporada, confiarse y dejarse.
Y casi. Faltó el casi.
Muy escandaloso Padilla:
tres largas cambiadas de rodillas en
el tercio para abrir boca, una serie de siete u ocho muletazos de rodillas
también para abrir faena y enseguida, sin prisa pero sin pausa, una faena de
las llamadas de sol –todo para el pueblo- con roblesinas, molinillos, el de pecho, la tanda de redondos asido al
lomo, una última cadeneta de rodillas, una estocada muy tendida y trasera, tres
golpes con el verduguillo, un aviso, una oreja. Solo una.
Y solo una y no dos para premiar una faena de El
Cid en tobogán, la muleta arrastrada en naturales largos y abiertos,
rígido el toreo en redondo con la diestra, faroles salpicados para cortar
tandas antes de tiempo, cambios de terreno, farrucos desplantes, un marcial
final en tablas y una estocada de mucha y pronta muerte. A los dos toros se les
arrastró entre palmas muy sonoras. Y a Padilla
–"¡Viva, pirata…!"-
volvieron a aplaudirle con particular cariño durante una vuelta al ruedo en
loor de multitud.
El sexto, alto y hermoso, cuajado, muy atacado, arreó de
salida, desarmó a Luque en el
saludo, perdió la funda del pitón derecho y media pala de paso al rematar contra un burladero y apretó en una vara
buena. Después de picado, al toro se le pasó la fiebre y le costó tomar
impulso. Tuvo, a cambio, fijeza y nobleza. Consintió a Luque ponerse a su antojo, donde y como quisiera. Un principio de
faena aparatoso –banderas, recortes, trincheras, un desdén- y un trabajo,
luego, algo desordenado e indefinido, de muchos cambios de mano e idea, de
toques más que de enganches, como en un tentadero informal en que se deja ver
más la suficiencia que el carácter del torero. Una estocada. Una oreja. Para
que nadie se fuera sin premio.
FICHA DEL FESTEJO
Cuatro toros de Jandilla (Borja Domecq) y dos de Vegahermosa (hermanos Domecq Nogueras). Fueron mayoría los toros gachos y
brochos, pero también mayoría aplastante los nobles. Cuarto y quinto, boyantes,
dieron excelente juego. Derrengado y flojo, el tercero, el más serio de los
seis, fue protestadísimo y no contó. Se dejaron bien los tres restantes.
Juan José Padilla, de habana y oro, saludos y oreja tras un
aviso. El Cid, de azul pavo y oro,
palmas y una oreja. Daniel Luque, de
grana y oro, silencio y una oreja.
Castellón. 4ª de feria. Nubes y claros, fresco. 4.000 almas.
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