BARQUERITO
Agencia
Colpisa
CASTELLÓN
DE LA PLANA.- Una corrida de jandillas de los hermanos
Matilla
terciada, afiladita pero pobre de cara. Casi tres cuartos de plaza. Seis mil almas.
Mañana soleada, día primaveral. A las cinco de la tarde se anubarraron los
cielos y a última hora llovió a cuentagotas y chispeando. La gente tragó con
los dos primeros toros, que fueron muy poca cosa. El que rompió plaza –pitones
negros, carita de bueno- se derrumbó al cabo de dos tandas. Fue toro de cierta
viveza inicial, se prestó a lances a la verónica de “El Fandi” bien templados
y hasta un agitado quite sin espacio a la manera de “El Zapopán”.
Se recoge y despliega el capote como un
abanico y se engaña y despide el viaje en la cara del toro. Es un quite que “El
Juli” trajo de sus primeras aventuras mexicanas hace casi veinte años.
No es nada pero parece mucho: lo difícil es revolar el capote, aguantar de
frente y firme el viaje y, desde luego, librar la embestida con aire calmoso. “El
Fandi” abrochó con dos o tres serpentinas
clásicas el quite, algo apurado, y entonces pareció que esos lances, siempre
despedidos y nunca reunidos, proceden de la invención primitiva de la
serpentina.
Muchas horas de vuelo tiene “El
Fandi” con el capote –y no poco temple- y los alardes taparon las
tibias protestas por la endebles del toro, que salió pepino como algunos
melones tempranos. Mansito, inofensivo, desganado. “El Fandi” cubrió el
expediente –el ganadero es su apoderado- y mató con habilidad.
La aparición del segundo se saludó con palmas
de tango, que iban por la falta de plaza y trapío del toro. Un toro corretón,
de finas cañas y apoyos de danzarín. Embestía de puntillas. Fue el mejor de la
corrida: pronto, noblito, dócil. Castella,
seguro y vertical en los lances de recibo, manejó la cosa con firmeza,
autoridad, buenos brazos. Trenzas a pies juntos sin rectificar en la apertura
de faena, suaves muletazos ligados con la izquierda, péndulos seguros cuando el
toro se apagó, toreo cambiado en semicirculares dibujados como esferas. Dueño
el torero de Beziers de un toro rendido y sumiso. Larga faena, una entera
atravesada. Una oreja.
Y, en seguida, cuesta abajo el festejo, el
ambiente y la corrida. El tercero salió quebrado y medio muerto de un mero
picotazo –bien Perera a pies juntos
en el recibo de capa- y fue en la muleta toro apagado en extremo, horchatero,
molido, inerme, pasivo y vago. Se acabó queriendo rajar. No tuvo fuerza ni para
irse. Una estocada.
El cuarto, castaño, rechoncho, redondo, pobre
de trapío, tuvo pajuna nobleza pero en manso inocuo. No se sabe por qué este
año el público de Castellón se
abstiene en el cuarto toro de festejo y no atiende. Un runrún ajeno a todo.
Fácil, “El Fandi” hizo los deberes: sus tres pares de banderillas como
el que lava y brevedad porque el toro estaba visto y sabido y medio muerto al
tercer viaje.
Se puso a chispear al saltar el quinto,
fijado por Castella con lances
genuflexos de poder y de efectos letales. Rodó desarbolado el toro. Castella abrió faena con el abecé de su
repertorio: el pase cambiado por la espalda en el platillo dejándose llegar al
toro, que claudicó al menor esfuerzo y salió del todo roto de una buena tanda
en redondo –tres muletazos de bello dibujo- y el de pecho, muy sustantivo. A
partir de ahí, toro agónico, mudo, fantasmal. Una estocada. Pidieron una oreja,
no se resistió el palco y protestaron tanto la oreja que Castella, después de hacer ademán de guardársela, se la entregó a
la cuadrilla. A Javier Ambel, que
banderilleó con gracia, y a Chacón,
que lidió con inteligencia y estilo.
Zancudo, alto de agujas, largo, el sexto fue
el de más peso de la corrida. Uno de los de peor nota: la cara a media altura,
topetazos sin entrega, recortes en banderillas, regates distraídos, poca
fijeza, un entierro de pitones, una incurable desgana. Perera trató de convencerlo con primor y buenas palabras. Demasiado
torero para tan poco toro.
FICHA
DEL FESTEJO
Seis
toros de Hermanos García Jiménez (Matilla). Corrida terciadita, afilada
pero sin trapío ni plaza. Fue corrida doméstica, mansita y noblona, sin fuelle,
fuerza ni alma. En los medios se movió dócil el segundo. Se vinieron abajo
todos los demás. Protestados de salida casi todos.
El Fandi, de
azulete y oro, silencio en los dos. Sebastián
Castella, de bermellón y oro, oreja tras un aviso y oreja muy protestada. Miguel Ángel Perera, de celeste y oro,
silencio tras un aviso y silencio.
Castellón.
Viernes 8 de marzo de 2013. 5ª de feria. Nublado, templado. Chirimiri en el
último toro. Tres cuartos de plaza.
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