martes, 28 de diciembre de 2010

OPINIÓN EN EL SITIO: La hora de los profesionales

PACO AGUADO

Se va un año malo para todos, aunque dicen que el que viene será peor. La crisis sigue haciendo mella en todos los niveles de la sociedad y del mercado, mientras los bancos, los verdaderos culpables y únicos beneficiados de la situación, siguen sin soltar un duro de ese dinero con que les hemos refinanciado en tiempos de vacas flacas.

Para la fiesta de los toros, como fiel reflejo de la sociedad, son también tiempos duros, muy duros. Es cierto que esta larguísima crisis puede servir para llevarla de nuevo a unos números más lógicos, pero mientras se desarrolla ese proceso de reorganización se están viviendo momentos desesperantes, una extraña travesía del desierto que está poniendo a prueba no sólo el presente sino también el futuro del espectáculo.

La profesionalidad, envuelta en sentido común, es la única fórmula para que el toreo salga de la crisis Son muchos los problemas y pocas las soluciones que intentan atajarlos. Sobre todo por parte de un mundo del toro desesperantemente lento, condicionado por esa desconfianza y esa lucha de poder entre sus estamentos que impiden dar los pasos necesarios, y al ritmo urgente, a que obligan las circunstancias. Por eso la última y, en apariencia, definitiva reunión volvió a quedarse únicamente en intenciones.

Pero cada día que pasa los problemas de la Fiesta se agravan. Y más lo harán en un 2011 en el que las previsiones apuntan a otra reducción drástica de festejos en los pueblos, con unos ayuntamientos prácticamente en bancarrota y, por orden gubernamental, sin posibilidad de pedir créditos que saneen esas arcas que tanto engordó el ladrillo. Ante tan tétrico panorama, con todos sus protagonistas atemorizados, al toreo no le queda otra que reaccionar, en bloque y de una vez por todas. Ha llegado la hora de los verdaderos profesionales.

Profesionales que reconduzcan la situación a pie de obra, en el trabajo diario de la organización de un espectáculo íntegro y de calidad pero también asequible a los bolsillos de un público condicionado por esta brutal recesión. Profesionales de la empresa que se atrevan ya a echar a patadas a la turba de golfos reconocidos que ha convertido la organización de festejos de base en el patio de Monipodio. Empresarios profesionales que planten cara de una vez a unas corporaciones locales que, por intereses de la mala política, han hinchado las ferias hasta límites insostenibles a costa del dinero de los demás.

Es la hora de los auténticos profesionales del toro, en los despachos y en el ruedo. Es la hora de los buenos toreros, los que sean capaces de darlo todo ante los pitones y de no reservarse para lograr marcas numéricas, sino de entregarse al buen toreo para no defraudar a un público que hace verdaderos esfuerzos ante las taquillas. Es la hora también de los dignos, de los que cobran por torear porque saben que su sangre y su sudor no pueden malvenderse en el inframundo de los especuladores.

Para devolver categoría al espectáculo se necesita que también den el paso adelante los buenos profesionales de plata, relegados ahora por una legión de tuneleros que tergiversan la lidia y la propia economía de la Fiesta. Como también son imprescindibles para asegurar con sus consejos, su experiencia y su concepto ese futuro que encarnan los novilleros, en manos ahora, mayoritariamente, de arribistas e ignorantes del paño.

Es el momento de los profesionales de la cría del toro bravo, gentes del campo no sólo capaces de mantener viva la llama de la bravura sino también de estar a la altura de los asfixiantes requisitos que imponen los tiempos, la política y los públicos al desarrollo de un animal único pero tratado desdén funcionarial. Y es el turno también, por qué no decirlo, de los profesionales de la prensa, de aquellos que no se dejen perder más espacios porque sepan que lo que se dice, se escribe y se muestra a través de los medios de comunicación ha de obedecer a criterios única y exclusivamente periodísticos.

Ahora que José Tomás está a punto de darnos la buena noticia de volver a coger la espada y la muleta, es la hora de los profesionales. Porque la profesionalidad, envuelta en sentido común, es la única fórmula para que el toreo salga de la crisis.

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