Manolo Molés. Especial para Diario El País de Cali
La primera corrida de toros de esta feria fue un desencanto. Eso sería dicho finamente. Pero en lenguaje normal, la noche fue un fiasco, un desastre, una porquería. No se puede confeccionar un cartel con tan poco fundamento. Y encima, con una ganadería que hace poco pedían las figuras y ahora, a la vista de cómo está el ganado, la dejan para los pobres. Carteles como los de ayer tienen muchos problemas. Toreros animosos, a los que yo ni me atrevo a criticar, con muy poco oficio, con muy pocos festejos toreados y con un horizonte tremendamente complejo.
Si una corrida ya no vale para los ‘ricos’, tampoco debe valer para los modestos, porque a la postre quien la paga y quien la sufre es el público, el que pasa por taquilla y después de aburrirse soberanamente se va a su casa con el rabo entre las piernas, sin plumas y cacareando.
Hay que hacer otro tipo de carteles. Colombianos sí, por supuesto. Pero recuerdo ahora las repetidas palabras de aquel viejo y querido Ramón Ospina, con su talante y sus espinas, que decía: “Que los pongan por toreros, no por colombianos”. Y el viejo paisa acuñó una frase que sigue vigente. Que toreen los colombianos que merecen un puesto, que los mezclen con los toreros de afuera. Pero no me gustan ni los guetos ni las corridas mixtas. Dos de a pie y uno a caballo. ¿Eso qué es: carne o pescado? Pues ni una cosa ni la otra. Eso es un remiendo.
Lo mejor fue lo de Andy Cartagena. Es uno de los cinco grandes del torero a caballo. Andy tiene escuela, estilo, valor, oficio y una gran cuadra de caballos. Andy es un tipo serio, metido ayer en ese ‘totum revolutum’ del festejo mixto. Ni carne ni pescado.
Le deseo lo mejor a Guerrita Chico y a Cristóbal Pardo. Faltaría más. Ojalá que les lleguen oportunidades en este erial en el que habitan. Porque así es muy difícil estar bien. Les animo y les deseo lo mejor, aunque lo tienen crudo con el actual sistema.
Los toros de El Paraíso ni eran toros ni merecían habitar en El Paraíso. Al menos en el de los bravos. Mansos como diablos, parecían ángeles expulsados. Al menos en el de los bravos. Mansos como diablos, parecían ángeles expulsados a los espacios siderales del descastamiento. Su amo Jerónimo Pimentel es un gran tipo, artífice de la importación bovina de Colombia. Un taurino con mil y unas historias en su haber. Y es curioso este su hierro paradisiaco con encaste Domecq, tuvo un momento que era miel de romero para las figuras y ahora ha sido repudiado por los grandes porque la falta de casta es una evidencia terriblemente visible.
Mucho tendrá que reparar Jerónimo ante esta situación. A la casta de sus toros les ha echado demasiada agua. Y quitarle el agua al vino es complicadísimo. Lo contrario: echarle agua al vino es lo más fácil y también lo más terrible para la ganadería brava. Por eso, ayer, ni toros, ni toreros, salvo leves detalles.
Sólo uno cabalgó sobre la dignidad de lo que el público paga en taquilla. Y ese fue, claro, Andy Cartagena. Pero esos carteles mixtos, al final, no son ni carne ni pescado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario