lunes, 6 de diciembre de 2010

CIERRE DE LA FERIA DE QUITO 2010: Triunfo de Albán y magisterio de Víctor Puerto

Guillermo Albán cierra con broche de oro una gran Feria de Jesús del Gran Poder, donde ha dejado estela la importancia del porqué es el Nº 1 del Ecuador.

Víctor Puerto en la mitad del mundo ha dejado presente que todavía sigue vigente, tras un año “sabático” como lo fue la temporada del 2010 por arenas españolas.
PACO AGUADO

QUITO.- Final feliz de la feria quiteña de Jesús del Gran Poder con el triunfo del mejor torero nacional, el guayaquileño Guillermo Albán, y una faena magistral de Víctor Puerto al cuarto toro de la tarde, premiada sólo con una rácana oreja pero, sin duda, una de las mejores del ciclo ecuatoriano.

Albán cortó una oreja a cada uno de los toros de su lote de Trinidad, dos animales de muy medidas fuerzas y raza a los que trasteó de menos a más en dos faenas largas que contaron con el apoyo incondicional del tendido. Su primero se rajó pronto y el quinto, lidiado con un fuerte viento, tuvo una apagada nobleza. Albán mostró con su oficio y su permanente voluntad el porqué de su liderato del escalafón ecuatoriano, zanjando las desigualdades de ambos trasteos con estocadas de excelente factura y gran contundencia. La presidencia le negó del quinto una segunda oreja pedida con mucha fuerza pero que hubiera sido a todas luces excesiva. Aun así, se convirtió en el triunfador numérico del abono.

Pero la mejor faena de la tarde y, con la de Miguel Abellán en la nocturna, también de la feria fue la de Víctor Puerto al cuarto, un toro cuajado y noble que siempre embistió a media altura, sin emplearse a fondo. Para redondear la obra ante tan medidas oportunidades contaron varias virtudes del manchego, compendiadas en una forma de hacer propia de un maestro del toreo.

Así, Puerto mostró una gran inteligencia lidiadora, acertando a darle al toro lo necesario en cada momento, tanto en cuanto a terrenos como en cuanto a pausas y alturas de los pases. A la vez, brillaron el temple y el regusto de una forma de torear muy reposado, de mucho sello, meciendo las embestidas tanto a la verónica -en el recibo y en un soberbio quite de dos lances y dos medias- como en suaves y pulseadas series con la derecha. Y todo ello envuelto en una gran variedad de suertes -un cartucho de pescado, ayudados, trincherillas, desdenes, roblesinas...- todas ellas ejecutadas en ese mismo nivel de maestría y despaciosidad, como carteles de toros de gran sabor. Fue evidente que Víctor Puerto ha llegado a un grado de maestría que, con faenas así, le convierte en un torero de renovado atractivo. El único que en Quito no se dio cuenta de ello fue el presidente.

La confirmación de alternativa de Julio Benítez "El Cordobés hijo" en Ecuador no pasó de anecdótica. Con dos toros ni mejores ni peores, con tan escasa casta como los demás, se le vio inoperante e inconsistente, hasta el punto de que los momentos de mayor emoción de sus faenas llegaron con una aparatosa voltereta en el primero y con la irrupción en el ruedo de un viejo torero ecuatoriano -seguro que de su misma quinta- que intentó emular las épocas de espontáneo de su padre.

FICHA DEL FESTEJO
Último festejo de la Feria del Jesús del Gran Poder. Más de tres cuartos de plaza. Toros de Trinidad (3º lidiado como sobrero), desiguales de hechuras y cuajo, aunque los hubo de buen trapío, y de juego descastado y deslucido en su conjunto.
Víctor Puerto, saludos y oreja tras aviso con petición de la segunda.
Guillermo Albán, oreja y oreja con petición de la segunda y dos vueltas al ruedo.
Julio Benítez 'El Cordobés hijo', que confirma alternativa, ovación y pitos.
“El Cordobés hijo” confirmó con el toro Torilero, Nº 269, colorado, de 470 kilos. Se rindió homenaje al picador Braulio Almeida por sus bodas de plata en la profesión.

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