El ganadero pide a los Parlamentos autonómicos que defiendan la fiesta de la mejor forma «política y jurídica».
MARÍA ZABALETA
La tauromaquia «es lo que es, un arte». Lo grita el sector taurino y lo ha asumido el Ministerio de Cultura. Eso sí, de niña bonita, nada de nada. «Los toros no reciben más subvenciones que otras actividades culturales». Palabra de ganadero.
- Supongamos que está frente a una antitaurina visceral, ¿cómo me llevaría a su terreno?
Ante todo respetaría su opinión de la misma manera que me gustaría que hiciesen conmigo. Pero desde luego le mostraría la realidad del toro bravo, su belleza en el campo, la dedicación y cariño de la gente que trabaja para el animal y la verdad de un espectáculo que es capaz de transmitir intensas emociones.
- Después de la prohibición de las corridas en Cataluña y de la negativa del Senado a declarar la tauromaquia Bien de Interés Cultural, el Gobierno ha echado por fin un capote a la fiesta al pasar sus competencias de Interior a Cultura.
Hasta ahora, el Gobierno ha mostrado una postura favorable al traspaso de competencias. Pero lo más complejo es el cambio administrativo. El sector unido exige un cambio de forma responsabilizada.
- ¿Saben ya cuándo se materializará la transferencia?
De momento se están dando los primeros pasos y lo más importante es que en todos ellos exista compromiso, firmeza y coherencia.
- Llegado el momento, ¿qué beneficios les reportará?
Es el reconocimiento de la tauromaquia como lo que es, un arte, y de los toreros como artistas. Pero además implica protección, fomento y difusión de la fiesta. Es un paso adelante en la defensa de nuestros derechos como sector. De esta manera, hemos abierto además un camino concienciados de la necesaria reestructuración y reorganización de la fiesta, pues necesitamos ofrecer un espectáculo de máxima calidad que despierte interés siempre.
- El traspaso también supondrá la reducción del tipo de IVA del 17% al 8%. Según los antitaurinos, empresarios y promotores se ahorrarán unos 100 millones de euros al año. ¿Dicen arte cuando quieren decir 'business'?
Se ataca a la fiesta por las subvenciones que recibe, que no son más que las que pueda percibir otra actividad, pero se desconoce que este espectáculo retorna más dinero público del que percibe. Desde el sector se está trabajando con responsabilidad en una reducción de costes que permita la viabilidad de un espectáculo con unos costes de producción altísimos y que posibilite marcar unos precios más competitivos. Eso ayudará a adecuar nuestra oferta con la de otros espectáculos.
- En dos años, los festejos taurinos se han reducido un 28% y el excedente de toros supera los 4.000. ¿Sobran ganaderías?
La fiesta padece la crisis económica española o europea como la acusan los cines, los teatros o el sector inmobiliario. Los festejos taurinos se han visto afectados por la recesión, especialmente en ferias celebradas en plazas de tercera categoría, donde para programar un espectáculo de primer nivel es necesaria la colaboración de los ayuntamientos. Y en las ferias de segunda, las cuentas de los empresarios son deficitarias debido a unos pliegos de condiciones irracionales que no se ajustan a la necesidad del mercado.
-¿Y cómo piensan poner freno a esta caída libre?
Como apuntaba antes, desde el sector estamos planteando una reestructuración económica para abaratar costes, así como una implicación responsable para ofrecer un espectáculo cada vez más atractivo y adaptado a las necesidades del mercado de ocio.
- ¿Francia podría ser otra de sus tablas de salvación?
Nuestro trabajo quizá no sea la salvación, pero sí el de remontar una difícil situación donde todo se nos ha puesto un poco cuesta arriba. Francia es un referente, su cuidada afición es admirable y su modelo de administración, ejemplar, pues las Villas Taurinas se acercan al espectador y conocen a la perfección sus intereses. Nosotros adaptaremos de su modelo de gestión todo lo que sirva para el español.
- Por lo tanto, puede decirse que tienen motivos para el optimismo...
La prohibición en Cataluña ha supuesto un revulsivo para trabajar aún más por los toros y por que se respeten nuestros derechos. Dado que es una decisión de un Parlamento democrático nos queda la vía judicial a través del recurso de inconstitucionalidad, cuya interposición ya hemos solicitado a la Defensoría del Pueblo. Y según las últimas noticias, el PP también tiene previsto interponer el suyo.
- ¿No teme que el ejemplo de Cataluña siente un precedente?
No es descabellado pensar que se puedan promover más iniciativas abolicionistas, pero el matiz político que se dio en Cataluña no existe en el resto de España. Precisamente eso es lo que ha ayudado a que haya prosperado su ILP. De cualquier forma, aunque no hay un peligro inminente queremos que los parlamentos autonómicos defiendan la fiesta de la mejor forma política y jurídica que proceda.
- Los antitaurinos insisten en que el toreo es tortura hecha espectáculo y llegan a compararlo con la violencia de género. ¿Qué les responde?
Que la ignorancia es muy atrevida y muy poco respetuosa.
- ¿El toro tiene que morir en la plaza?
El toro muere en la plaza porque es así. Es su fin. Debe pelear hasta la muerte en el coso. Es el único animal al que se le conceden 20 minutos de vida pública para demostrar lo que lleva dentro y, además, es necesario para la subsistencia de la especie.
- Si las corridas desaparecieran, ¿el toro bravo quedaría relegado al zoológico?
La raza de lidia se extinguiría. Y con ella perderíamos gran parte de un ecosistema único, que nos caracteriza, como es la dehesa. Se perdería una raza muy antigua con un 'studbook' de más de tres siglos, una obra de ingeniería genética elaborada gracias a la intuición de los ganaderos a lo largo de los años y un ecosistema que se extiende por casi 500.000 hectáreas en España.
- ¿Es Europa una aliada o una enemiga en este conflicto?
Europa se ve condicionada por la política que se haga a favor o en contra de la fiesta. Curiosamente, nos apoyan muchos europarlamentarios no españoles y de diferentes ideologías, pero son los políticos que nos representan los que están obligados a defender la fiesta.
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