Juan Miguel Núñez
MADRID.- El joven novillero Adrián de Torres cortó una oreja hoy en Las Ventas de Madrid, y más allá de este triunfo dejó la impresión de que conoce el oficio y tiene valor, en pocas palabras, quiere y puede ser torero.
La última función taurina del año en Las Ventas ha traído un soplo de esperanza, en la figura de Adrián de Torres, joven novillero de Linares, que, con apenas diecinueve años, cuenta con muchas bazas a favor, por ambición y condiciones.
Torero de valor, cuya mejor expresión es la quietud y el hecho mismo de pasarse al toro, en este caso al novillo, muy cerca. Su toreo tiene emoción porque es ajustado. Pero hay más, su excelente concepto, lo que los profesionales suelen llamar buenas maneras. Otra forma de abundar en la emoción, también a través del clasicismo, por estética y hondura. De Torres hace también, o al menos lo intenta con un alto porcentaje de muy buenos resultados, el toreo puro. Con lo difícil que es aunar esas dos premisas o virtudes, valor y arte, no es muy aventurado predecir que hay torero importante a la vista.
Algo flojito con el capote en su primero, el novillo del triunfo, sin embargo, rectificó a tiempo en su turno de quites al quinto, con una gaoneras de mucha verticalidad y gran enjundia. Con la muleta demostró aplomo para esperar, enganchar y llevar. Toreo delicioso, por el ritmo y la belleza que le imprime a lo fundamental, sobre todo a derechas. Apura las series al máximo, de forma que los remates de pecho se hacen también irresistiblemente palpitantes. En las manoletinas, especial solemnidad. Y con la espada, a la primera. No cabe más. Todo esto en su primero, del que paseó la oreja.
El último se le paró, y tuvo que abreviar. Aquí no anduvo tan fino al matar. Pero quedó intacta la vitola de torero con proyección.
Mal parados salieron los otros dos alternantes. Hasta qué punto lo debió ver oscuro Martín Núñez que al terminar el festejo se desprendió del añadido, en un gesto mitad de rabia y frustración, señal de abandono de la profesión.
Y no había estado mal del todo Núñez en el novillo primero, que tuvo mucho temple aún sin fuelle. Se acopló bien a sus lentas embestidas, toreando con capote y muleta con suavidad, pero al acabarse pronto el animal, tampoco resolvió debidamente. Ya en el cuarto, un astado más revoltoso, estuvo Núñez más capaz, menos inspirado.
Mucho más inexperto, Manuel Fernández, debutante en Madrid, con un primer novillo sin clase y sin fuerzas, pero a la vez sin maldad, estuvo sin oficio, ni valor, desbordadillo. El quinto, que "se metía" por los dos pitones, le puso en más de una ocasión en serios aprietos. Menos mal que con la espada resolvió pronto en ambos.
Y se acabó. Las Ventas cierra sus puertas hasta marzo próximo. Los que sacaron buena nota esta temporada, caso de Adrián de Torres, ya pueden ir haciendo planes para volver. "La Fiesta" necesita de su concurso. Savia nueva, y buena. / EFE
FICHA DEL FESTEJO
Novillos de Rocío de la Cámara, bien presentados aunque con desigualdades, nobles y de buen juego en líneas generales.
Martín Núñez: casi entera (palmas); y media perpendicular que termina tragándose y cuatro descabellos (palmas tras aviso).
Manuel Fernández: estocada (silencio); y estocada (silencio).
Adrián de Torres: estocada (oreja tras aviso); y dos pinchazos y otro hondo (silencio).
La plaza tuvo un cuarto de entrada en tarde apacible.
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