Juan Bautista, subiría enteros en la presente temporada española, tras su triunfo inequívoco en Madrid, única tabla de salvación para un San Isidro de escasos resultados artísticos. Foto: EFE |
Por ser imposible comentar ampliamente el devenir del resto del escalafón de matadores en 2010, debemos hacerlo a vuela pluma sobre los que más contaron en las ferias sin haber llegado todavía a donde ansían, como también sobre los que hace tiempo fueron figuras y, aunque ya no lo son, aún perduran, además de sobre quien resucitó sorpresivamente sublimado tras varios años sin apenas torear, Juan Mora. Aparte éste, los demás conforman el que tantas veces hemos llamado pelotón del que, como en las carreras ciclistas, siempre se escapan algunos, otros vuelven enseguida al grupo y unos pocos se quedan entre los va a la cabeza y los rezagados.
José Antonio DEL MORAL
Siguiendo el orden del número de corridas toreadas sin que ello quiera decir que los que sumaron más festejos fueron mejores que algunos que no pasaron de los 20, solamente tres sobrepasaron la cuarentena: Juan José Padilla, Francisco Rivera Ordóñez y el francés Juan Bautista Jalabert.
El llamado Ciclón de Jerez lleva tiempo siendo una simple borrasca aunque en tal o cual ocasión se echó para delante en busca del sitio indudablemente heroico que le llevó a la fama. Sus obligadas inclusiones en las corridas duras empezaron a venirle grandes. El mayor de los Rivera Ordóñez continuó beneficiándose de su imagen mediática, como su hermano Cayetano, pero por su demostrada profesionalidad y oficio, cuajó tardes en las que anduvo como pez en el agua y además antes toros muy serios. Jalabert, por su parte, mejoró en su situación profesional tras el descenso que acusó después de haber gozado de un año sustancioso en cantidad a raíz de los grandes triunfos que tuvo en Madrid hace cuatro años. En este sube y baja, Bautista ha madurado mucho y este año se notó en sus tardes de éxito, tanto en su país natal como en España.
Entre los más nuevos que habían despertado mayor interés en la temporada anterior, sobresalieron los albaceteños Rubén Pinar y Miguel Tendero con 40 corridas ambos. Más capaz y resuelto Pinar y, por tanto, más regular en el triunfo con la pega de seguir empeñado en torear por las afueras – un virtuoso en esta faceta-; y menos resolutivo pero más fino y con mejor corte Tendero aunque peor matador. Y los dos con una importante virtud por bandera: su innato sentido del temple. Ambos quedaron bien colocados de cara a la próxima campaña.
En la treintena de festejos toreados, varios de distinta factura. El murciano Rafaelillo por haberse hecho el más imprescindible de las corridas duras donde tendrá bien ganado el lugar tan meritoriamente conquistado. Bajón de Manuel Díaz El Cordobés porque los años no perdonan. Alza de César Jiménez tras varias temporadas de querer recuperar lo mucho perdido sin conseguirlo. A ver si el año que viene lo logra César como se merece. A la par –ni subió ni bajó– Curro Díaz, destacado entre los artistas de pellizco y poco más en cuanto a capacidad se refiere. Lo mismo Antonio Ferrera, aunque desde su otro concepto, espectacular y deportivo, sin conseguir llegar al sitio que ocupó junto a El Fandi cuando ambos hicieron pareja. Luís Bolívar continúa sin ser en España lo que es en su país natal y se podrá dar con un canto en los dientes si el año próximo consigue torear las 30 de éste. E Iván Fandiño que subió enteros en 2010 aunque tampoco con demasiados progresos.
En la veintena, quienes más tardes sumaron fueron Miguel Abellán y Javier Valverde que acaba de retirarse en Zaragoza con la misma dignidad que siempre acreditó sin llegar a mayores. Y por lo que respecta al madrileño Abellán, la verdad es que tuvo tardes más que estimables, pero no las suficientes.
Les siguió en números de corridas, Finito de Córdoba, el torero que más autodestruyó su grandeza de los últimos cincuenta años. Si Finito fuera capaz de hacer a los toros lo que a las vacas y a los erales, mandaría en el toreo.
Matías Tejela, Leandro y Morenito de Aranda. Tres con un gran concepto del toreo con distintas capacidades y circunstancias. Tejela sufriendo haber dejado escapar las posibilidades de ser figura. A punto estuvo, pero dejó escapar demasiados trenes y ya es muy difícil acomodarse en los que todavía pasan por su lado. Leandro, engañado por los que le idolatran, debería aprender a torear con autenticidad para que sus maneras esculturales, además de bellas, sean toreo y no meras posturas. Y Morenito de Aranda, por el momento el más dotado de los tres porque, a su señalado gran concepto, añade más valor, garra y verdad, siempre y cuando no se conforme con los últimos laureles conseguidos en Madrid.
Jesulín de Ubrique en su enésimo y creo que último intento, y El Fundi en sus ansias por sostenerse como sea, también llegaron a las 20 corridas, pero ninguno de los dos consiguieron ser lo que fueron en sus respectivos campos de operaciones donde fueron capitanes. Ya están desubicados.
Y por debajo de las 20 corridas, muchos más entre los que cabe mencionar a muy pocos. Diego Urdiales a la cabeza. El meritísimo y grácil diestro riojano que unas tardes parece que sí y otras que no. Como desde que empezó, solo que con el favor incondicional de sus muchos paisanos, el de la plaza de Madrid y el de sus críticos de cámara, todos ellos con más fe en el torero que él en sí mismo. Sergio Aguilar, acuciado por la gravedad de sus cornadas y, por ello, sin poder ser quien quiere y el que lleva dentro. Bajones de Javier Conde, que apura sus genialidades, y de Salvador Vega que medio sigue luchando por lo que pudo ser. Otro diestro posiblemente grande y limitado por falto de ambición. A considerar, Arturo Macías, figura en ciernes en su México y aquí cruenta víctima de los toros que tuvo que matar sin volver nunca la cara. De mucho le serviré este sacrificio. Y a rescatar, Serafín Marín, a quien La Fiesta le debe mucho como su más sincero defensor. Toreó poquísimo, pero en algunas plazas se mostró recuperado.
Finalmente, mencionar a Juan Mora que tanto llamó la entusiasmada atención con sus maravillosamente breves faenas del otoño madrileño en tarde milagrosa con todo a su favor. Tendrá que repetirlo varias si es que el año que viene le dan los empresarios el dinero que está pidiendo después de tan súbito evento. Cuestión harto difícil porque, en el toreo, primero hay que dar los golpes en muchas plazas y, luego, poner la mano. Y más con la edad que Mora tiene.