Ante el
duro panorama que ha supuesto el COVID-19 en la campaña española para el coleta
venezolano
RUBÉN DARÍO
VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
No ha sido el año soñado. Ni en los peores
augurios muchos toreros se imaginarían el trágico 2020 que ha supuesto, luego
de declarada a mediados de marzo pasado la pandemia de COVID-19 en territorio ibérico.
Para estos se les ha truncado los proyectos donde las ilusiones estaban puestas
en dar a conocer cualidades pulidas a base de mucha disciplina, mucho amor a la
profesión de torero y en especial, ese sentido de responsabilidad consigo mismo
y con quienes han apostado en tí.
Hemos buceado en este panorama y nos hemos
encontrado vía telefónica en la localidad de la sierra madrileña de Cercedilla,
a poco menos de 57 kilómetros de la ciudad capital, al diestro venezolano Rubén
Darío Estévez, sangre de los Valencia, quien confinado en el paro de lo que ha
significado estar en el banquillo de la paciencia, no ceja en apostar por el
momento que le toque para destacar entre los de luces. Condiciones y cualidades
tiene de sobra.
No ha sido fácil echar cabeza a este 2020, un número
que se ha convertido en señal de una paralización total en todos los ámbitos posibles.
Vaya que se ha cargado con todos y a muchos, con la esperanza que el advenimiento
de una vacuna permita abrir esos horizontes que desde comienzo de este año
comenzaban a colocarse como proféticos nubarrones.
Precisamente este fin de semana hemos logrado
contactar al torero, al hombre que ve pasar estos meses entre muchas de las
desgracias de una fiesta brava que siente como propia, como profesional de esta
que és, y en especial uno de los afectados de lo que ha supuesto para muchos
toreros estos meses.
«La verdad que hemos estados parados desde
un principio pues primero fue lo del confinamiento, luego lo de la
incertidumbre y por ultimo de nuevo con lo que ha supuesto que muchos ganaderos
estén se puede decir liquidando en el matadero toros y vacas que correspondían
a este año tentar o lidiar en plazas, ante lo que supone una temporada entera sin
espectáculos en la mayoría de plazas; las pocas en las que sé están dando es
casi que gratis, tanto para el ganadero –el cual por lo menos ve la bravura y
morir como merece sus productos- como para los toreros, y ante este panorama,
los más afectados somos los que estamos en lo más profundo del foso del escalafón
de matadores o novilleros; con decirte que ni siquiera un tentadero se ha
podido hacer por lo que ya te comente, pero allí estamos, con nuestra afición
para nunca, ya sea en nuestra casa o en nuestro planteamiento, dejar de estar pensando
en el toreo, sea de salón o en la parte física, para estar preparados cuando así
nos lo requiera nuestra vocación», señala Rubén Darío.
Y es que para toreros como el mencionado Estévez,
la situación ha estado más dura que nunca, casi rozando en el foso de la desilusión.
«En
este instante, solo 7 u 8 como mucho pueden vivir de esta profesión en España,
son las figuras que entre ellas cierran el circulo a los demás, el resto se
mantiene y poco más, a base de lucha y dedicación, y en una circunstancias como
esta, más difícil es la cosa cuando literalmente no ha habido campaña. Vendrán
tiempos mejores».
Por lo pronto, Rubén Darío Estévez Valencia no
deja un ápice abandonada la que ha sido su forma y sentido de vida: la de
torero. Para tal efecto mantiene con mucha dedicación una rutina diaria de
ejercicios y corrección técnica de cara a no perderle tiempo al tiempo, y que
cuando toque volver a la cara del toro el parón no se note o por lo menos se
cuente con los recursos para salir avante. Es la razón de muchos toreros
venezolanos, que así como él han visto como se ha ido este 2020 taurino por
ruedos ibéricos entre la ilusión de sortear un momento del que nadie se
esperaba iba ser tan duro como triste para quienes arriesgan la vida en aras
del arte del toreo.
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