El
diestro toledano firma una seria actuación ante un noble toro de Garcigrande;
El Juli pierde el triunfo con los aceros
GONZALO I.
BIENVENIDA
Diario EL
MUNDO de Madrid
Hace más de cien años Antonio Machado residía en
Baeza y recorría los campos de Jaén escribiendo: "Cerca de Úbeda la
grande,/cuyos cerros nadie verá,/me iba siguiendo la luna/sobre el olivar./Una
luna jadeante,/siempre conmigo a la par". Gracias a la gira organizada por
la Fundación Toro de Lidia y hecha viable gracias a Canal Toros de Movistar
Plus, los amantes de los toros estamos viendo esos cerros, alimentando nuestra
afición. También hay quien gasta toda su energía en desacreditar esta gira, que
no es la panacea pero que crea dónde no hay y que se ha echado hacia delante
con el esfuerzo de toreros, ganaderos, empresarios y el resto del personal
fundamental para la celebración de estos 21 festejos. A todos ellos les
responde Machado a través del tiempo: "Es propio de mentes medianas
embestir contra todo aquello que no les entra en la cabeza".
En Úbeda paró la gira de la Fundación Toro de
Lidia en su tercer festejo. Álvaro Lorenzo con la hierba en la boca. La faena
de la tarde fue del joven toledano al primero de su lote, un toro de
Garcigrande precioso. Acodado, enseñando las palas. Suelto de salida, que iba y
venía, pero cada vez que se encontraba la seda del capote de Lorenzo humillaba
con buen son. El vuelo salía de entre las piernas del torero para coger la
embestida y llevarla con suavidad. El inicio de la faena tuvo impacto; de
rodillas con un afarolado. A continuación, unos muletazos pasando muy cerca y,
de pronto, un natural lento y erguido antes de ponerse en pie. La infinita
nobleza del toro tuvo el defecto de salir con la cara alta de los muletazos.
Lorenzo supo aprovechar con limpieza, ligazón y ritmo las embestidas.
Especialmente embrocadas por el pitón izquierdo. La estocada en lo alto coronó
una actuación impecable (dos orejas).
Mucho sitio mostró con el toro que cerró la tarde,
un toro que no se definió en los primeros tercios. Lorenzo buscó la cercanía
para poderlo y manejarlo a placer sin que el toro diera mayores problemas. El
toro tuvo ritmo que se vislumbró en derechazos con buen trazo. Marró con el
acero (saludos).
El Juli se enfadó mucho consigo mismo al fallar
con la espada en el segundo de su lote. Antes se había impuesto a un desclasado
toro que se dejó sin más. Una faena más redonda fue la firmada en el que abrió
la tarde, un toro con humillación y buen fondo. Algunos pasajes tuvieron tanto
relajo como el saludo capotero, otros en cambio, en esa línea tan perseguida
por la figura madrileña de arrastrar más de la mitad de la muleta antes de
citar al toro de menor trapío dentro de la aceptable presentación del conjunto.
Con el descabello no estuvo atinado (saludo en ambos).
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