sábado, 20 de febrero de 2016

Sean pudorosos, al menos tápense…

A las figuras del toreo que actuaron en Mérida 2016
Fotos como estas, con la presencia de Alejandro Talavante ante reses de Los Ramírez, descaradamente mal presentados y afeitados, dieron la vuelta al mundo del toro semanas atrás y colocaron en ridículo el supuesto prestigio y categoría que una vez tuvo la Plaza de Toros de Mérida, ante la complacencia de autoridades y supuestos aficionados. 
Me da escalofríos. Directamente no es de recibo. Ni la Fundación del Toro a toda máquina, tampoco las manifestaciones, la presión social, la unión gremial de todos los profesionales del toreo, el que llenemos las plazas, el agarrar una pancarta y ponerse delante, inundar la red de contraataques, soportar insultos en la calle y en los medios, nada valdrá para nada y hablo de futuro, si tras los ecos de los triunfos en América y sus grandilocuentes crónicas llegan los vídeos con la cruda realidad.

Lo de Méjico ya se sabía, en realidad lo enseñan domingo a domingo por la Televisión sin recato, pero lo de Mérida (Venezuela) ha sido novedad para muchos y supera todo lo imaginable.

Me da escalofríos. Entiéndase como impresión personal si quieren, pero les aseguro que es impresión muy generalizada y paralizante. Se puede aceptar que no haya toros, que la situación en aquel país es la que es, que por aquellas latitudes las vacas sólo críen becerrotes valga la ironía, que me digan que todos los matadores acuden en igualdad de condiciones que no lo sé, que la pasta es la pasta, que los gustos de aquella afición caminan al margen de conceptos como el trapío o los mínimos de la dignidad torista española, comulgo con todas las ruedas de molino que me quieran largar todos los jefes de prensa del mundo mundial, que por cierto no son pocos, pero nadie me impide que vea esos vídeos y se me atraganten semejantes triunfos en tan importantes toreros, se me nuble la fe en el futuro y hasta tenga tentaciones de pedir la baja taurina.

Si lo hacen, disimúlenlo, tápense. No olviden su orgullo de toreros, que seguro que lo tienen. Y si además tienen capacidad para llenar la plaza, que la llenaron, aún me parece más nocivo. Y sí, el público se lo pasó fenomenal, compro excusa como animal de compañía, pero no olvido que también se divierten en los festivales. Eso es pan para hoy y hambre para ya. O peor.

No malbaraten su bien ganado prestigio, que al fin y al cabo es el prestigio de todos. / José Luis Benlloch – Director de la Revista Taurina española Aplausos

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