domingo, 7 de febrero de 2016

FERIA DE MEDELLÍN / 1ª DE TEMPORADA - Solo pitones

Manuel Escribano asusta, saluda y se va ovacionado sin terminar  la corrida. Guerrita tira de oficio frente a un lote impotable, y Posada no se acopla con dos difíciles. Corrida desrazada, con mucha cara y poco cuajo.

JORGE ARTURO DÍAZ REYES
@jadr45

Los domecq de Rincón Santo, negros con listones castaños, en el umbral de la adultez a decir de las tablillas pero sin cruzarlo según el ojo. De finas y largas arboladuras. Algunas como las de 1°y 6° muy descaradas. Más traían poca cosa tras ellas. Terciados, anovillados, livianitos, y lo peor, salvo el bravucón segundo (aplaudido), mansos en diversas versiones desde la desclasada sosería del primero a la pregonada malaeche del quinto, pasando por la negación total en tablas del cuarto, el soso mal estilo del tercero y el ir a menos del sexto.

El armamento fino y de largo alcance se agradece, pero por si solo no salva el debut en corrida de toros del hierro antioqueño. El trapío comprende más que leña, y la bravura, ni digamos. Todos chocaron repetidamente contra la barrera, buscando bultos o capotes emboscados tras ella.

Manuel Escribano hizo lo más notable de la noche. Primero, luego de un variado muestrario de capa; verónicas, medias, revolera, farol, caleserinas, serpentina... el gran susto. Sentado en el estribo, citó para banderillas, y el toro, que tenía par guadañas, le cogió y lo tiro por encima de la barrera al callejón. Cayó a plomo, bocarriba. ¡Uf! Parecía grave. Pero nada, salió sin mirarse, completó el tercio entre ovaciones y con la solidaridad de los pagantes echó ganas frente a los ataques del mejor de la corrida. Tres cambios mediales, impertérritos por pecho y espalda y de allí en adelante un muleteo más alegre que profundo, pero muy jaleado. La cosa iba de pelo, pero una espada en guardia y un metisaca por la misma trayectoria rebajaron el premio a saludo.
Con el quinto que le buscaba las cosquillas con saña hizo bastante con no dejarse coger de nuevo y liquidar el asunto mediante un espadazo recursivo y caído. De inmediato abandonó la plaza y le aplaudieron mucho al irse.

“Guerrita Chico”, cumplió. Las faenas a según el toro, y los dos suyos, diferentes pero ambos para bregar no para bordar. Lo intento con honradez e idoneidad. Al primero carialto y probón le alcanzó a ligar dos minitandas que sirvieron de pretexto a una música inconclusa, lo demás fue porfiar, pinchar dos veces y dejar un espadazo desprendido. El cuarto se atrincheró en las tablas renuente a todo, mejor a casi todo, pues tras mucho tironear y machetear dos derechazos parecieron un milagro. Para colmo se tragó la estocada total administrada con gran habilidad. Sin dar la cara para el descabello el manso hizo sonar un aviso. Como si lo estuviera esperando, dobló luego y nadie agradeció nada.

El joven Posada de Maravillas, no encontró soluciones a sus dos problemas. Ni para el mansurrón tercero que compartió ruedo con un murciélago revoloteador (otro atractivo de las plazas techadas), ni para el prometedor y cornalón sexto que vino a menos, no sabemos si por la excesiva vara de Luisín, la lidia incierta, la corta casta o todas las anteriores, pero el hecho es que lo que había comenzado con brindis a El cid y mucho brío, se fue diluyendo en el silencio de la noche.

Así comenzó la temporada XXV nueva era de Medellín con solo media plaza abierta que a su vez solo fue ocupada hasta la mitad. 

FICHA DEL FESTEJO
Nocturna. Viernes 5 de febrero 2016. Centro de Espectáculos Macarena de Medellín. 1ª de temporada. Noche cálida. La mitad de la mitad.
Seis toros de Rincón Santo (en Domecq), pitonudos, astifino, anovillados, ligeros de romana, desclasados y desrazados; aplaudido el 2°, silenciado el 5° y pitados los otros.
“Guerrita Chico”, silencio y silencio tras aviso.
Manuel Escribano, saludo y palmas.
Posada de Maravillas, silencio y silencio.

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