Imborrable tarde del torero
reaparecido, que corta dos orejas al primero de la tarde y pierde otras dos de
un extraordinario toro de Parladé llamado 'Cantaclaro'; el valor y la plomada
de un Fortes que también volvía se estrellan contra la suerte.
ZABALA DE LA SERNA
@zabaladelaserna
Cuando David Mora y Saúl Jiménez Fortes aparecieron por el
portón de cuadrillas, una bandada de recuerdos negros como murciélagos se
espantaba ante el valor, la fe y la superación de estos hombres reconstruidos.
David y Saúl volvían desde el seco pozo del dolor y una ausencia eterna; David
y Saúl reaparecían con sus nombres biblícos a cuestas. A Mora se le paró la
vida un lluvioso 20 de mayo de 2014 en la puerta de toriles de Las Ventas y
Fortes sobrevivió en 2015 a dos decapitaciones, en Madrid y Vitigudino, un 14
de mayo y un 17 de agosto, respectivamente. El pueblo admira los milagros antes
de que se olviden. Y así el público de Vistalegre estalló en una ovación
admirativa, sentida y alentadora ante los dos colosos que renacían ayer de sus
cenizas.
David Mora y Jiménez Fortes, unidos por la tragedia y la
resurrección, respondieron desmonterados al cariño general; un respeto para los
hombres que se levantan y vencen a la derrota. Mora de verde manzana y oro, Fortes
de frambuesa y oro. Un mano a mano contra el destino. Y sonaron los clarines
del miedo que anunciaban al toro. Otra historia se empezaba a escribir. Aunque
la del ser humano ya estaba escrita, David Mora rubricó el capítulo de su
reaparición como torero con el triunfo ansiado. Una ansiedad que fue calma,
poso y asentamiento con un toro de Juan Pedro Domecq que respondió en parte a
su nombre: 'Insuperable'.
Por temple, calidad y una clase sostenida desde las
verónicas que lo saludaron con el mimo requerido. Mora gozó aquel pitón
izquerdo de seda con lances dormidos en las muñecas. Empaque y el capote
prendido en las yemas, codilleo mágico hasta la soberbia media de un quite.
David Mora brindó a los tentidos emocionado e inició su nueva vida con unos luminosos
ayudados por alto. Sobre las rayas la obertura. Presentada la derecha, al
matador redivivo se le encedió la bombilla de sacarse a Insuperable hacia los
medios, simplemente porque se le había vencido levemente sobre aquella mano. Un
toquecito se lo sacó de encima. A su altura David le dio la suavidad exigida
por las fuerzas contadas con empaque. Y en éstas estábamos cuando un cambio de
mano alumbró un natural inmenso. La sonrisa del intérprete destelló con una
felicidad desbordada. La faena siguió reposada por la exquisita zurda del
juampedro de Parladé y los naturales gozosos de D.M. macerado. Una trincherilla
cual torero adorno y unos redondos desmayados voltearon la vieja Chata. Como el
broche y la estocada de ley. Dos orejas como recompensa a su lucha y a una
faena que también recompensaba tanto dolor.
El tal Linchador tuvo más bondad que ritmo y duración pese a
sus miradas a un Fortes de firme plomada. La continuidad fue para el prólogo y
dos tandas de derechazos.
A Jiménez Fortes le andaba el presidente perdonando la
devolución de su toro derrengado cuando el propio Fortes se lo devolvió en un
quite por chicuelinas. Se corrió turno y apareció otro de Parladé, gordo y acodado,
suelto de las telas y desentendido. Ahora la intervención por Chicuelo se cuajó
completa y la resolvió el malagueño con una revolera airosa. El tal Linchador
tuvo más bondad que ritmo y duración pese a sus miradas a un Fortes de firme
plomada. La continuidad fue para el prólogo y dos tandas de derechazos; después
la obra se instaló en el unipase o casi. Hasta el arrimón en los terrenos de
cercanías y el desplante a cuerpo limpio. Lo tendido de la media estocada
obligó a descabellar y los fallos con el descabello eliminaron la posibilidad
de un premio mayor que la ovación.
El tándem de Iván García y Ángel Otero en la cuadrilla de
David Mora constituyó un espectáculo en sí mismo. Otero lo majó con los palos y
García lo bordó con el capote en el tercero, que no fue un toro agradecido.
Quitando la inercia de los inicios de faena, cuando Mora trató de correr la
mano derecha, el domecq tendía a defenderse, a no querer nada encima y a
cabecear para defenderse. David le dio tiempo y sitio con cabeza pero sin frutos
en extensa labor. El espadazo lo sacó al tercio.
Fortes en el sorteo había sacado la bolita chunga como vino
a sugerir el negro y rematado cuarto, tan falto de casta como de cuello y
fijeza. Y para más inri sin transmitir la problemática de su comportamiento a
la platea. A Saúl no le ha mermado el valor lucir una doble cicatriz en el
cuello como El Kurgan de Los Inmortales. No descolgó nunca el toro y no
renunció jamás el matador, ni el las manoletinas de pánico.
Hay nombres de toros que invitan a embestir. 'Cantaclaro' no
podía fallar ni por bautismo ni por hechuras. Y no falló. Superior el ejemplar
de Parladé. De pronto arranque, humillado desde un tranco antes del embroque,
bravo hasta el final en la persecución de los vuelos. Incluso el sobresaliente,
El Chapurra, le endilgó dos lapas y una media que provocó la respuesta de David
Mora con el pecho cargado en el lance, volcada la figura sobre el lomo. Las
dobladas que principiaron la faena desprendieron una torería brutal que
permaneció presente durante la obra entera; la madurez por las dos manos
sentida. David se ha cultivado en su fondo en su éxodo por el desierto,
codillea como antes pero con sabor añejo y el muletazo ha ganado en una derecha
con mayor y mejor final, a veces. Fue el todo, el gozo en el (re)encuentro, la
vida.
Tan a gusto se hallaba Mora que se olvidó del tiempo, lo que
le costó una voltereta y a lo peor perder las orejas con la espada. Que el
presidente le premiara o no me importa menos que dejar al memorable Cantaclaro
sin su vuelta al ruedo en el arrastre; David Mora paseó la suya con la
satisfacción de una tarde imborrable, entre flores, besos y sonrisas.
La diosa Fortuna careció de piedad con Fortes, que brindó a
David Mora con el corazón. Tampoco el último, sobrero de Juan Pedro, le ayudó
con su venida abajo en su simpleza. Saúl se metió dentro del toro, buscó los
circulares y quiso a toda costa hasta las bernadinas de despedida. Su suerte a
estas alturas es otra. Sólo por su capacidad de supervivencia sin tirar la
toalla habría merecido acompañar a David a hombros. Paso a los hombres que se
levantan.
PARLADÉ / DAVID MORA Y JIMÉNEZ FORTES
Palacio de Vistalegre. Domingo, 21 de febrero de 2016. Media entrada. Toros de Parladé
David Mora, de verde manzazana y oro. Estocada (dos
orejas). En el tercero, estocada. Aviso (saludos). En el quinto, tres pinchazos
y estocada honda. Aviso (fuerte petición y vuelta al ruedo). Salió a hombros.
Jiménez Fortes, de frambuesa y oro. Media tendida y tres
descabellos. Aviso (saludos). En el cuarto, estocada desprendida y atravesada.
Aviso (saludos). En el sexto, dos pinchazos y estocada. Aviso (gran ovación de
despedida).
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