miércoles, 23 de diciembre de 2015

Unidad de los Estamentos Taurinos es una opcion para salvar la Tauromaquia venezolana

Nelson Hernández Ramírez​     
Presidente Fundador      
Fundación Cultural Girón​

Los recientes festejos taurinos de Maracaibo y Valencia, en noviembre, contienen elementos de análisis que acrecientan la preocupación por el futuro  de  la  fiesta  brava  en Venezuela, hoy desasistida de gremios con sentido institucional y con visión de compromiso ante un panorama que luce comprometedor, difícil y, sobre todo, incierto.

En la capital zuliana se hizo evidente la crisis de públicos, esa que era la menos  esperada. Los comentaristas apuntaron hacia la debilidad de los animales lidiados, su  bajo peso en contravención del reglamento y a la concesión graciosa de los trofeos. Ello envuelve  varios problemas, de manera simultánea.

El elemento toro es básico y a la vez determinante. Si no hay animales suficientes tenemos una debilidad ​emblemática​. Lo de suficiente, aunque pareciera solo de números,   lleva implícito edad, peso  y trapío.  No sabemos si en el campo nacional hay la cantidad necesaria.

Eso genera incertidumbre en un doble sentido. Para organizar las ferias en lo que  compete a los  empresarios y en lo atinente  a  los ganaderos. Si no hay toros, no es fácil asumir el compromiso de contratar un evento, serie taurina o ciclo ferial​. Y si no hay  ferias, los ganaderos no tienen cómo vender ​(y exhibir) ​sus productos. A esto debemos unir la inflación  más alta  del  mundo, la que  afecta  a los venezolanos, al lado de la escasez de  alimentos para levantar los animales.

Se trata de una crisis, no bien estudiada y soportada en su consideración por estadísticas, números​, comparaciones, análisis​ y opciones. Lo  definitivo, es que con ella, con la crisis, habrá menos  ganaderías o las mismas con mínima producción  de  animales, todos con un elevado costo, cosa que no  es culpa de los ganaderos.

Una de las opciones, y  con esto nos ponemos acordes con la realidad, es que los reglamentos se ajusten a un peso ponderado,  tratando  el  tema  previamente  entre ganaderos y empresarios, para que los costos sean menores, lo cual da lugar a  mantener el valor de la boletería, en algunos  casos, o con ajustes que no impidan la asistencia de público.

De esa manera, dejamos de mantener el engaño de los avisos ​(cartelones) ​o información sobre los animales, presentados antes de que  salgan a la arena de lidia. En algunos lugares suelen  ser  tan desproporcionados que provocan  vergüenza y dejan en  ridículo (cosa  nunca deseable)  a la autoridad municipal responsable.

Es de hacer notar que con menos peso ​(del  animal) ​se puede acabar el peligro y la emoción, dejando el espectáculo  en una diversión  ajena a la esencialidad taurina, lo cual no es lo mejor para conservar sus valores. A la vez, los precios no podrán ser  los mismos, en el caso del público​ que paga​.

En lo atinente a las autoridades taurinas y su potestad de entregar los trofeos, debe  advertirse que la excesiva  bondad daña el valor artístico y  confunde  a los asistentes de  poco rodaje o experiencia. Sin embargo, ese asunto debe considerarse dentro de una revisión amplia de las  funciones  de las autoridades taurinas, que para  colmo  de males son ajenas a la promoción ​y  defensa ​de la  fiesta brava, en sus jurisdicciones.

En Valencia hubo un resultado artístico que dejó  satisfechos a los pocos asistentes, menos de dos mil según liquidación de taquilla, sin que por ello se lograra reanimar un  ferial, en trance de desaparición. Los novilleros Manolo Vanegas y Jesús Colombo, más  llamados a ser presentados en su tierra,  convencieron. No obstante, el aporte  de  ese festejo para el futuro taurómaco nacional es nulo. Todo ocurrió en una familia  taurina  emocionada y  exultante de alegría, sin que lo atractivo del espectáculo cundiera de  emoción más allá de nuestros linderos. No fuimos capaces, empresarios, toreros, ganaderos y aficionados de expandir nuestra  influencia, de acrecentar el interés.

Los analistas y  cronistas se dividen  en sus  expresiones en cuanto a la autoridad. Unos  apuntan a la  generosidad en los trofeos y otros a lo justificado de cada apéndice, dejando en claro que no hubo uniformidad en cada exhibición del pañuelo blanco.

Podría  agregar otros elementos, pero es útil no agotar el tema. Por ahora, concluyo  en que Maracaibo y Valencia no tienen asegurado su futuro como plazas taurinas, lo que  amerita un esfuerzo y concertación de muchos, para lo cual ofrezco mi modesto concurso  y mi ya longeva afición, ​junto a un selecto grupo de aficionados gironistas y la propia familia Girón Díaz, ​dejando en claro que milito en la causa del optimismo y de la unidad de todos los factores venezolanos de la tauromaquia, porque unidos somos capaces de  que "la guagua no vaya en reverso", como escribió el compositor y cantautor Juan Luis  Guerra.

Caracas, ​2​1 de diciembre de 2015

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