Nació en Madrid en 1981 y volvió
a nacer en Las Ventas en 2014. Un toro de El Ventorillo le reventó el muslo
derecho. Transcurrieron ocho meses hasta que pudo mover la pierna. Nunca
renunció a levantarse, «aunque se me pasaron muchas cosas por la cabeza». Su
lucha y su coraje le han convertido en un ejemplo de superación. Ahora, por
fin, reaparece el 21 de febrero en Vistalegre.
ZABALA DE LA SERNA
Diario ELMUNDO de Madrid
A David Mora (Madrid, 5 de febrero de 1981) el tiempo no se
le ha pasado volando desde aquel fatídico 20 de mayo de 2014. No ha vuelto a
pisar un ruedo. Va para dos años. La cornada le detrozó el muslo derecho, un
socavón de 30 centímetros, la vena femoral como un cable de alta tensión
cortado, los nervios enmarañados como una madeja.
Sólo unos metros y ya se había vaciado de sangre para cuando
entró en la enfermería. Su tragedia en la puerta de chiqueros será la más
violenta que uno haya visto; releo la crónica de aquella orgía de sangre con
todos los matadores heridos y la corrida suspendida en pleno San Isidro:
«Vientos de muerte enmarañaban los papelillos del ruedo como una tómbola del
destino. David Mora arrastró su capote hasta la puerta de toriles. Y se postró
a portagayola.
La suerte más dura y desagradecida. La que todo el mundo
olvida cuando se hace de noche. Pero esta vez la noche se presentó a deshora,
intempestiva como las furias astifinas del viejo cinqueño de El Ventorrillo
(...)».
Un huracán se desató contra Mora, convertido en la bola de
una ruleta que no cesaba. Imposible el olvido, señor Mora: «En ningún momento
perdí el conocimiento. Recuerdo cómo ya con la primera cornada en la axila me
colocó perfecto en el suelo para meterme el pitón... Que fuese contra el ruedo
lo agravó todo, porque atravesó la pierna. Supe desde el primer momento que era
gravísimo por la cantidad de sangre que perdía. Cuando me quitaron el vestido
me asusté muchísimo porque pensaba lo peor. Ya me deje ir, más tranquilo al ver
al doctor Padrós. Ni me sostenía con cinco de tensión. Que sea lo que Dios
quiera, me dije... Ojalá despierte».
El camino ha sido durísimo hasta empezar a salir del túnel,
hasta sentir que los músculos respondían a las órdenes del cerebro, hasta
acariciar el sueño de volver 18 meses después y lo que aún falta. Un éxodo por
el desierto en el por momentos pensó en tirar la toalla: «La lucha emocional ha
sido tremenda. Caía una y otra vez, incluso pensé que jamás regresaría a los
ruedos, que me quedaba cojo. Se me pasaron muchas cosas por la cabeza, pero
siempre hacía por volverme a levantar. Imagínese que ocho meses después todavía
no movía nada la pierna...»
En el aniversario de la cornada, se le organizó un homenaje
en Las Ventas. Un acto de cariño de la afición que se podría interpretar como
de aliento o despedida...
¿Lo pensó David Mora?
«Sí que lo pensé. Como si el toreo se fuese a acabar para
mí. Pero ese cariño me hizo tirar hacia delante... Realmente he sentido siempre
el calor de partidarios, aficionados, prensa, gente de la calle, que me ha
llevado a pensar que sólo por eso ya mereció la pena todo el sacrificio».
Mora siente un profundo agradecimiento hacia las manos
médicas que le han cuidado: las del doctor García Padrós, que le salvaron
literalmente la vida; las del doctor García de Lucas y la familia Guillén, que
le liberaron la madeja de nervios de la fibrosis; y las del doctor Méndez, que
en Colombia le trata con sabiduría, terapia neural, electroestimulación y
acupuntura a níveles de electroshock para el cuádriceps. En la tierra caliente
de Salcedo Ramos, volvió David a apoyar la pierna con fe, a volar el capote, a
bambolear la muleta. Y sigue con un trabajo diario de titán con su preparador
físico. En todo este tiempo inacabable, su apoderado Antonio Tejero no lo
abandonó, con lealtad de escudero, ni un día por otros proyectos.
Y ahora al equipo se suma Simón Casas. «Es una ilusión más»,
continúa David Mora, «una nuevo futuro». Un futuro que ya está a la vuelta de
la esquina, el 21 de febrero en la carabanchelera Vistalegre junto a Fortes
-una idea esperanzadora pero dura de digerir- y luego el sueño de Valencia,
acompañado de Ponce y Manzanares en el día grande de las Fallas. «El que se
anuncia es el último que se entera... Cuanto antes sea, mejor. Me falta ritmo
aunque ya he toreado en el campo algún toro fuerte...» Ninguno más fuerte que
volver a caminar.
Cuenta con satisfacción que ahora ha ahondado en su
tauromaquia, que ha ganado en madurez, que el parón le ha valido para ganar y
no para perder. David Mora es ya otro ejemplo de superación y coraje en estos
tiempos abyectos para el toreo.
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