Paispamba devolvió la fe en el
toro de Cali. Roca rey debuta con triunfo cortando tres orejas. El Fandi se lo
disputa con dos. Posada pecha con lo más complejo y pasa sin historia.
JORGE ARTURO DÍAZ REYES
@jadr45
Fotos: Camilo Díaz
La junta técnica remendó por la mañana el encierro, decisión
que los hechos condenarían. Los cinco majos de Kike Álvarez, por encima de la
media tonelada, bien criados, bien dotados, pero sobretodo muy enrazados,
pelearon con denuedo en varas, con alegría en banderillas y con personalidad en
el último tercio. Cuatro se fueron aplaudidos en sus lentos arrastres. Sólo
desentonó el atigrado sexto que tras batallar contra la caballería se rindió.
Por lo demás una tarde honrosísima para el hierro caucano de sangre Domecq.
Tarde de toros, tarde de toreo y tarde de grandes estocadas.
“El Fandi”, venía con la cornada de Quito encima, fresca,
hubo dudas de su comparecencia, pero las tres briosas largas de rodillas con
que abrió la corrida fueron un aquí estoy yo. Florido con la capa, emocionante
con los palos (esta vez sin galleos), y entregado con la muleta remató las
meritorias faenas con dos estocadas soberanas, la segunda precedida de un
pinchazo que de pronto le quitó la puerta grande pedida para él, pero aquí, la
de los Cristales exige dos orejas en un toro. Sin embargo, ahí queda eso. El
publicó así lo sintió y le despidió con palmas.
El peruano Andrés Roca Rey, debutó como matador de toros. Un
año antes lo había hecho como novillero, triunfando en la prefería y en la
feria. Primero promesa, hoy realidad. Se llevó el triunfo, se llevó la puerta
Señor de los Cristales y se llevó el corazón de Cañaveralejo. Torero que se
inscribe desde ya en la línea de los largos, de los recursivos, de los de todo
toro y toda plaza. Cuando hubo de torear clásico lo hizo, cuando hubo de
alegrar también y cuando necesitó se la jugo sin reato, de pie, de rodillas, de
frente, de perfil y de espaldas. No fueron faenas perfectas, ni mucho menos,
pero lo fueron de torería, coraje y convicción. Las remató a espada completa,
dejándose ver y por lo alto. La segunda, tras un pinchazo arriba que quizá le
privó del cuarto apéndice. Dos vueltas con sombreros, botas, ponchos, bullicio
y gritos de ¡Torero! sellaron la unión.
Posada de Maravillas, no tuvo muchas opciones con el parche
esmirriado y manso de Fuentelapeña, ni con el atigrado a menos de Paispamba.
Con ventaja, el peor lote. Pero tampoco se le vio muy dotado de recursos ni de
ganas para confirmar aquello de que todo toro tiene su lidia. Es muy joven. La
gente lo entendió y le guardó silencio respetuoso.
Tres triunfadores hubo; el hierro que avaló el toreo, y dos
dignos espadas, pero quizá más, también la afición, la feria que venía de capa
caída en el aspecto ganadero, y la empresa que ve impulsados los tres últimos
carteles, los más lujosos, los más caros, los de mayor tirón.
FICHA DEL FESTEJO
Domingo 27 de diciembre 2015. Plaza de Cañaveralejo. 7ª de temporada.
Sol y nubes. Más de media plaza.
Cinco toros de Paispamba (en Domecq), bien presentados
y enrazados, aplaudidos los cuatro primeros, y un remiendo 3º de Fuentelapeña, terciado, anovillado y
manso.
“El Fandi”, oreja y oreja con petición de otra.
Andrés Roca Rey, dos orejas y oreja con petición de otra.
Posada de Maravillas, silencio y silencio tras aviso.
Incidencias: Saludaron Ricardo Santana tras parear al
5º, y John Jairo Suaza tras parear
al 6º. *** Andrés Roca Rey salió a
hombros por la Puerta Señor de los Cristales al terminar la corrida.
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