Extraoficialmente
en la ganadería ubicada en Las Porqueras
RUBÉN DARÍO VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
La noticia se divulgaba con poco menos de 72
horas de haber ocurrido. En primeras instancias referencian el “presunto” hecho
de haber sido liquidados por orden de funcionarios de INSAI y de la Guardia
Nacional tres toros de procedencia española que habían quedado bajo resguardo
del ganadero de reses bravas, Hugo Domingo Molina. En este caso, los toros
indultados en la pasada FISS de nombre «Flor Azul» y «Fiscal» así como el
sobrero «Chillón», los dos primeros el cual estaban recuperándose satisfactoriamente
de las lesiones de su lidia.
La ambigüedad y el hecho de cómo se relatan
los acontecimientos es digno de analizar: se señala que dichos funcionarios
llegaron a la finca ubicada en las cercanías a La Grita, solicitaron que les
fuese presentados dichos ejemplares para su ejecución, por ordenes sanitarias. Rifle
al hombro, uno tras otro, fueron muertos bajo certeros balazos, lo que suponía
la gran ilusión de ver en la cabaña brava venezolana la esperanza de ver el
refresco de sangre brava en momentos de duro transitar para el toreo en
Venezuela.
Muchas incógnitas albergan para dar sentido al
“presunto” hecho de confirmar tales acontecimientos. El primero de estos el de la
“presunta” violación a la propiedad privada, al momento de estos funcionarios
arribar a un finca de toros de lidia y ejecutar tres posibles sementales, que
para conocimiento de muchos aficionados, estaban guardando y completando
cuarentena sanitaria. Si a esto sumamos que 72 horas después de ocurrir los
hechos es que se informa a algunos medios de comunicación de esta situación,
donde hasta los momentos NO SE HAN PRESENTADO INFORME O ACTA POST MORTEN DE
DICHOS EJEMPLARES, MUCHO MENOS TESTIMONIO GRAFICO VISUAL O EN SU DEFECTO,
DESPOJOS QUE COMPRUEBEN LA MUERTE DE DICHOS ASTADOS, abre la suspicacia que
debe de una manera u otra ser corroborados por los mismos protagonistas de esta
circunstancia, en este caso el ganadero, autoridades sanitarias o incluso
miembros de la Empresa Taurina Fabio Grisolía, a quienes había quedado
responsabilidad dichos ejemplares para su posterior venta, una vez totalmente
recuperados, previo acuerdo con el ganadero jerezano Álvaro Domecq Romero.
Se da el caso que los toros españoles
estoqueados en la pasada FISS –de las ganaderías de Miura y Torrestrella- fueron
sus carnes en su totalidad incineradas, ante el hecho de no haber completado
cuarentena en el país, así como provenir de país europeo donde la cabaña bovina
–cárnica y de leche- registró casos de Encefalopatía Espongiforme o “vaca loca”
así como Lengua Azul, a inicios de la década pasada. Se hace la salvedad que
nunca en el toro de lidia ibérico se ha registrado casos de las enfermedades
antes señaladas.
Sin duda todo esto representa un oscuro y lamentable
suceso, que abre la ventana a que se aclaren numerosas circunstancias ya
señaladas, que de ser “presuntamente” ciertas, han ocasionado un gravísimo daño
a las aspiraciones y esfuerzo de muchos aficionados por recuperar y en parte reverdecer
la exigua y golpeada cabaña de toro de lidia venezolano.
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