Aunque El Juli fue el indiscutible triunfador, los aficionados
recordarán más lo hecho por Enrique
Ponce, Finito de Córdoba, Morante de la Puebla y José María Manzanares.
JOSÉ ANTONIO DEL MORAL
En el alto nivel general del ciclo, solamente falló la corrida de
Zalduendo que arruinó el muy anunciado
cara a cara entre Sebastián Castella y Miguel Ángel Perera pese a la oreja que cortó el francés. En todo lo
demás, la pasada feria fallera fue un
notabilísimo éxito tanto por el juego de los toros lidiados como por lo
que consiguieron los toreros.
Hasta las novilladas tuvieron resultados muy positivos – de El Torreón,
El Parralejo y Jandilla -, destacando el
descubrimiento de una cantera con claro futuro. Entre los más prometedores debemos nombrar a Posada de
Maravillas, Cristián Climent, José
Garrido en los festejos con picadores, y al limeño Andrés Roca Rey que fue
la revelación más prometedora en la
corrida matinal sin caballos.
Respecto a las corridas de toros y siguiendo el guión de los premios
concedidos por el Jurado de la Diputación de Valencia, las corridas más
sobresalientes fueron la de Fuenteymbro y la de Victoriano del Río. La primera
fue premiada como la mejor del ciclo y un toro de la segunda como el mejor de
los lidiados. Se podrían haber intercambiado ambos premios o ganarlos ex-aequo. También fue muy buena para el
torero, al menos en su mitad, la de Garcigrande que cerró la feria en la corrida
de la “fartá”. Una singular hartura que no hartó a nadie porque esa tarde El Juli
ratificó numéricamente su triunfo absoluto mientras Finito de Córdoba y Morante
de la Puebla anduvieron sembrados. Tanto, que la gente salió de la plaza
hablando más de ellos que del que salió a hombros. Y ello a pesar de que
Enrique Ponce no pudo torear esa tarde por la terrible cogida que sufrió un día
antes. Si a Ponce le hubieran tocado cualquier de los tres toros mejores del
día grande, les habría cortado ese rabo que espera lograr en la plaza donde ha
toreado y cortado más corridas y orejas que nadie. Y aún más. Porque, también
por la cogida, no pudo torear al cuarto de la corrida de Victoriano del Río que
mató El Juli en su sustitución. También
a este magnífico toro le habría cortado Ponce el rabo y quien sabe si hasta lo
hubiera indultado.
No obstante el grave percance del gran torero valenciano, la única faena
que pudo hacer fue declarada la mejor de la feria. Y así fue no solo a cuenta
de la cogida que sufrió cuando ya había enterrado la espada en lo alto, sino porque
además de resultar maravillosa, fue meritísima por la mala condición del animal por el lado derecho. Ponce no dejó que
el público viera el peligro que tuvo el
toro por ese pitón. Solo lo pudo ver cuando le cogió al entrar a matar.
Y es que esta vez no quiso que se le
fueran las orejas por pinchar. Había brindado la obra a su abuelo y no podía defraudarle. Decía la gente
tras la cogida que quien le salvó la
vida fue Leandro desde el Cielo. Pero fue Dios quien no quiso llevárselo
para siempre junto a ambos.
No faltaron los que se mostraron disconformes con el premio a Ponce.
Unos porque no entendieron que, siendo
El Juli absoluto triunfador, ninguna de sus faenas fuera premiable. La verdad es que no lo fueron por
esa manera tan feamente exagerada y por
nada natural ni en absoluto relajada con que torea actualmente además de
estar emperrado en mandar, no solo en el
toro como suele. También resulta que, además,
quiere mandar en todo lo demás: en el toreo, en las empresas, en las
ganaderías, en los públicos, en la
prensa, en la radio y en la televisión…Y en esto último algunos pocos no nos vamos a dejar aunque haya
intentado conseguirlo.
Otros aficionados opinaron que el premio a la mejor faena deberían
habérselo dado a Finito. La diferencia
estribó en que en la faena de Ponce, además de resultar muy bella, había que arreglar los problemas que
trajo el toro, muy serios por el lado
derecho como ya está escrito. Mientras que el toro de Finito fue mucho
más fácil y sobre todo más dulce. El
equilibro absoluto que Ponce dispensó entre el valor, la inteligencia, la técnica más precisa, el
temple incondicional y la factura artística de
su obra fue nítidamente perfecto. Y de ahí el merecidísimo premio
otorgando por la mayor parte de los
jurados, extraordinarios aficionados y entendidos todos ellos. Por eso ejercen de tales.
Do todo lo demás acontecido a cargo de los matadores de toros y con el respeto que merecen muchos por lo que hicieron,
también se recordará la gran faena que
hizo José María Manzanares a uno de los mejores toros de Juan Pedro
Domecq en tarde muy inspirada de Finito
y de Morante – las faenas de ambos fueron sinfonías incompletas – quien, igual que en la última
corrida, toreó a la verónica como nadie lo
hizo y estoy por decir que ni antes ni después… El premio al toreo de
capote se lo llevó Morante de calle.
Sin olvidar y para que consten asimismo las faenas de Jiménez Fortes, de Daniel Luque y del rejoneador Diego Ventura, los
recuerdos más imborrables de esta
estupenda feria fallera de 2014 quedarán para siempre sobre el ruedo de
la calle Xátiva.
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