domingo, 23 de marzo de 2014

FERIA DE LA MAGDALENA EN CASTELLÓN – 1ª de abono: Comienzo al trote

Andy Cartagena y Diego Ventura salen a hombros en el primer festejo de Castellón.
Diego Ventura
PACO DELGADO
Castellón

Con el recuerdo de quien fue primer presidente de la democracia en España,  Adolfo Suárez -también un gran aficionado a los toros-, en cuya memoria se guardó  un minuto de silencio tras el paseíllo y antes del interminable carrusel previo al inicio  del festejo, arrancó la Feria de la Magdalena. Lo hizo con una función ecuestre en la  que los toros de Los Espartales, hierro habitual para este menester en esta feria  desde hace muchos años, se cargaron en buena parte el espectáculo. Con muchos  kilos y gran presencia, mansearon mucho más de lo que hubiera sido de desear, se  desentendieron enseguida de la lidia y, en general, dieron muy poco juego. Aunque  también es verdad que fueron nobles y manejables y no crearon grandes  dificultades a los jinetes más allá de hacerles sudar lo suyo persiguiéndoles y  tratando de encelarles y conseguir que les hicieran algo de caso.

Con ese condicionante, la corrida tuvo dos partes, de la que fue más entretenida la  segunda, en la que el ganado se movió más. En la primera, sólo Andy Cartagena  consiguió que le pidieran la oreja del toro que abrió plaza, manso, buscando huir ya  de salida y con el que se esforzó mucho en una faena que remató con un rejonazo  de efectos fulminantes y en la que, sorprendentemente, luego apenas escuchó unas  tibias palmas.

Diego Ventura y Manuel Manzanares -que entró en el cartel en sustitución del  todavía lesionado Leonardo Hernández- derrocharon voluntad y ganas en sendas  labores que estropearon al tardar mucho más de lo razonable con el rejón de  muerte.

El cuarto, a pesar de sus más de 600 kilos, sacó pies y, aunque lo terminó  acusando, permitió a Cartagena el lucimiento en un quehacer pausado y meticuloso  en el que combinó su impecable monta y perfecta doma de sus caballos con un más  que correcto uso de los hierros, clavando en todo lo alto y muy reunido. Volvió a  matar con eficacia y también arriba.

El quinto se dolió del castigo de los rejones de castigo y enfiló hacia toriles,  haciendo que Ventura trabajase lo suyo para, con su ya proverbial temple, sacarlo  de aquella querencia y entusiasmar al poner banderillas con su también habitual  espectacularidad y despliegue de efectismos. Así, echó mano del célebre  «Morante» para terminar de calentar al tendido tirándole mordiscos a un toro ya  para entonces totalmente acobardado. Pese a que el rejón de muerte cayó  defectuoso, trasero, bajo y contrario, desde el palco asomaron dos pañuelos  blancos y la Puerta Grande se abrió para él.

El toro que cerró plaza fue el que más fuelle y celo sacó, persiguiendo con cierta  codicia a las cabalgaduras del menor de los Manzanares, que no lo vio claro a la  hora de banderillear, con bastantes desajustes, pasadas en falso y hasta faltándole  toro en algún caso. Con el astado ya agotado y rajado tuvo que arriesgar mucho  para poder compensar y llevarse, al menos, una oreja tras matar con razonable  eficacia. / Diario La Razón de Madrid

FICHA DEL FESTEJO
Castellón. Primera de la Feria de la Magdalena. Toros de Los Espartales, bien  presentados pero mansos y desentendidos. Media entrada.
Andy Cartagena, rejonazo (palmas tras petición de oreja); rejonazo (dos orejas).
Diego Ventura, medio rejón, tres pinchazos, rejón, pie a tierra, descabello (silencio);  rejonazo trasero y bajo (dos orejas).
Manuel Manzanares, pinchazo, dos rejones y  siete descabellos (silencio); rejonazo (oreja).

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