domingo, 16 de marzo de 2014

FERIA DE FALLAS EN VALENCIA - Séptima de abono: Gloria y contraste del arte y el estilismo

Manzanares sale por la puerta grande; una oreja para Morante, que bordó la  verónica, y otra para Finito, que destacó al natural con una corrida de Juan Pedro Domecq que se afianzó en su contado poder y en su calidad.

ZABALA DE LA SERNA
Valencia
@zabaladelaserna

Valencia sacó a hombros a José María Manzanares como rey del estilismo y premió y gozó con el arte de Morante de la Puebla y Finito de Córdoba, que causaron huella  en el aficionado. Del estilismo al arte hay un abismo aunque el público compre en masa el envoltorio antes que la esencia. Es algo que va en la modernidad. El gusto por la pomposidad, la pólvora y el ruido por encima de las nueces, la porcelana hueca en contraste con el bronce macizo. La gente disfrutó con todo y especialmente con lo suyo. A mayor gloria del arte y el estilismo, la corrida de Juan Pedro se afianzó en su contado poder y en su calidad. 

En la noche previa, Morante prendió las antorchas de los toros embolados y ayer  incendió su capote a cámara lenta. El juampedro apareció con todo su volumen a cuestas y galopó exuberante y abanto por el ruedo. Su son ralentizado se durmió en  el perezoso capote del genio de La Puebla embrocado. Templadísimas verónicas  brotaban a compás mecido. Una, dos, tres... ¡Seis! Y un recorte de cartel soltando  una mano. Los duendes del arte tocaban las palmas por Rafael. Juntó las zapatillas para llevarlo al caballo y dibujó un lance y otro primorosos y una revolera genuflexa y  en movimiento. Un puyazo medido, un quite alado por Chicuelo y la media verónica a la cadera como último vuelo abelmontado. El silencio con el que se había  esperado se transformó en alboroto. El toro volvió a mostrar su tranco lento en  banderillas.

De las rayas hacia dentro, planteó José Antonio de la Puebla la faena. Los  ayudados por alto de sabor y la izquierda que se soltó hilvanada con una trincherilla acinturada. Le quiso dar sitio al juampedro entre pases y redondos para que  cogiese ese fuelle que ya anunciaba una llama en extinción. Otra tanda más de  mentón hundido, pero ligada ahora, que en lugar de desbordarse por el pecho lo hizo por un cambio de mano por delante muy Bienvenida. Allí el toro se rindió para  apenas permitir tres naturales. La estocada se hundió por el mismo hoyo de las  agujas. En una oreja se frenó la pañolada, tal vez justamente, pero desenfrenada luego con Manzanares.

El torero de Alicante desplegó su amplio capote con un tercero recortado y un punto  anovillado. Ni las cuerdas en el caballo; Curro Javier majó dos pares monumentales. Y sobre la mano derecha concedió distancia y a media altura, por donde también y tan bien embestía el juampedro, encontró el ritmo. El último derechazo de la  siguiente ronda fue colosal, como el eterno cambio de mano que rebosó despaciosidad con el pecho henchido. El bonito estilismo de José María  Manzanares no se halló por la izquierda, más un espadazo lo unificó todo hasta la puerta grande de una tacada.

Para izquierda ya había surgido la de Finito en naturales sueltos con un sobrero jabonero de carnes sueltas. Contados como perlas en una faena que estúpidamente no le permitieron brindar. Como cosa inédita, el toro devuelto se había llevado puesta una larga cambiada de rodillas. Juan Serrano volvería a afianzar a un cuarto serio que constantemente trató de romper hacia delante. Y cuando el toro respondió  a más, Finito se calentó y a abandonó las líneas para curvar el toreo al natural. También cabalmente con la diestra en la larga y paciente obra. La coda a golpe de muñeca zurda, las trincherillas de arte y ¡un estoconazo! Qué 'boutade' repudiarle en el desierto de Sevilla. Oreja de fe.

Poco más hubo que contar: el quinto se rebrincó, manso, frenado y sin ritmo. Un  centrado Morante le dio coba, dejando posos y muletazos de poder y torería. Y la  mala suerte de Manzanares que, después de lanzarse con el capote, vio como el prometedor y astifino sexto se partía una mano en la muleta. La gloria ya estaba  echada. / DIARIO EL MUNDO DE MADRID

FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Valencia. Sábado, 15 de marzo de 2014. Séptima de feria. Lleno.
Toros de Juan Pedro Domecq, incluido el pastueño sobrero sueltecito de carnes (1º bis) que se afianzó como el resto en su calidad; de distintas hechuras y remates;  templadísimo el voluminoso 2º sin duración; noble sin terminar de humillar el 3º, un  punto anovillado; bueno y a más por el trato el serio 4º; manseó rebrincado, sin ritmo  ni clase el bajo 5º; el astifino 6º se partió una mano.
Finito de Córdoba, de nazareno en terciopelo y oro. Estocada un punto tendida y  seis descabellos. Aviso (silencio). En el cuarto, estocada. Aviso (oreja).
Morante de la Puebla, de verde botella y oro. Gran estocada (oreja). En el quinto,  media estocada tendida y pasada. Aviso (saludos).
José María Manzanares, de azul marino y oro. Estoconazo (dos orejas). En el sexto,  pinchazo y estocada atravesada (silencio). Salió a hombros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario