sábado, 8 de marzo de 2014

La grandeza de la ética sobre la estética

FERIA DE OLIVENZA - Segunda de abono 

ZABALA DE LA SERNA
Olivenza

Aún se desperezaba la tarde eterna, cuando la muleta y la muñeca de Antonio Ferrera se entendían con el temple dormido. Ya se acababa la faena mimada cuando Ferrera se confió en demasía y voló por los aires de Olivenza. Un aviso sobre la sangre que habría de pagar con el transcurrir de las horas. El ¡ay! retumbó la plaza que se desbordaba por las tejas; tremenda la paliza, arriba y, sobre todo, abajo. AF se incorporó pisoteado y sin aire, pero íntegro. La huella se radiografiaría en la espada: un bajonazo emborronó toda una lidia encaminada a cuidar un toro de Domingo Hernández que se creció con alfileres y amexicanada calidad por el derecho. 

El destino equilibró la balanza con el astifino quinto, un toro de desafiantes pitones y agrio y escondido carácter. Ferrera atacó sin coraza y se jugó la vida a corazón abierto hasta que la factura de la cornada se presentó como un cuervo de negro frac. Ya con todo ganado, perdió el equilibrio en el volapié. Rodó pero se equivocó cuando trató de levantarse: la arrancada del estertor se lo llevó por delante. Revuelo de capotes. La angustia y la herida que afloraba. Aguantó en el ruedo hasta que asomaron los pañuelos de recompensa. Se abrazó a las orejas como si lo asieran. Y marchó a la enfermería con la llama aún en el pecho de aquel tremendo tercio de banderillas.

Con el sol ya escondido, caída la noche, amanecía otra corrida dentro de la llamada 'monstruo'. Otro trapío también en el sexto. El Juli y el serio y humillado toro de Garcigrande incendiaron los tendidos. «Descorchador» obedeció a todo con el hocico por los suelos y Julián se montó literalmente encima. Las lenguas de fuego lamían las espinillas. Grandeza de la ética sobre la estética (y escribo también con la mente puesta en Ferrera, como Juli cuando se negó a salir en hombros). Acongojante su rabia de volcán. Un desplante sin muleta, la estocada corta, las dos orejas y el rabo y la vuelta «Descorchador» de Garcigrande. Premios que hacían todavía más chicos los del anterior de su lote.

Entonces, ni la ovación para el torete de Domingo Hernández en el arrastre ni las dos orejas para El Juli hicieron justicia a lo acontecido, siendo cierta la superioridad del torero, que tapó muchas cosas del enemigo aun a costa de enseñar las suyas... El espadazo, tan contundente como trasero, contenía la locura desatada.

El tercero pretendía camuflar con su corpachón su jibarizada cara. Mas este «Bondadoso» sacó alma brava ya en el caballo. Derribó con riñones y se enceló con ansia; el puyazo lo sangró de veras. José María Manzanares intervino en un quite como de estar en el campo. Un anuncio. El toro acometía por abajo y repetía. Manzanares ni se lo pasaba ni pasaba nunca del tercer derechazo, con la figura ya cayendo hacia el pase de pecho. Alguien contó que en la quinta serie, tomado el tiempo oportuno, pues entre series cabía fumarse un pitillo, rompió la barrera del cuarto muletazo. Pinchó al encuentro y la gente se quedó tan fría como el matador, que con el recién cumplido cuatreño, que hacía séptimo pero sumaba realmente como octavo, no arregló su imagen. Una pava de Garcigrande que sólo fue hueso para el acero.

Para potenciar la sensación de eternidad, devolvieron al cuarto por burriciego. Y Miguel Ángel Perera evidenció su momento, continuidad de 2013, con el rajado sobrero de Domingo Hernández. Perera aplastante desde un quite con el capote a la espalda y poderoso, siempre la muleta en la cara para evitar fugas y querencias. Y la curvatura del toreo, ojo. El dominio del domador le condujo a excederse con el reloj: el toro en huida complicó las cosas para cuadrar la muerte.

A las 21.00, tres horas y media después, Perera despachaba con solvencia al intonso noveno, que completaba la pareja más deslucida de la corrida de Garcigrande. Y encima le pisó como la gorda torpe en un vals sin sentido. Como estas tardes monstruo. O monstruosas.

Parte médico de Ferrera
Antonio Ferrera, que fue cogido tras entrar a matar al quinto toro de la tarde, fue operado en la enfermería de la plaza de una «herida de 12 a 14 centímetros, que interesa plano subcutáneo del fascio y musculatura de la parte posterior de su muslo izquierdo. Pronóstico grave».

FICHA DEL FESTEJO
GARCIGRANDE / Antonio Ferrera, El Juli, Manzanares y Perera.
Plaza de toros de Olivenza. Sábado, 8 de marzo de 2014. Segunda de feria. Lleno de «no hay billetes».
Toros de Garcigrande y Domingo Hernández, incluido el rajado sobrero (4º bis); de muy distinta presentación, una escalera; destacaron el humillador y serio 6º, premiado con la vuelta al ruedo, y el bravo 3º, especialmente por el derecho; muy agresivo de cara y agrio carácter el 5º; una pava el 7º; intenso y deslucido el 8º.
Antonio Ferrera, de azul pavo y plata. Bajonazo (saludos). En el quinto, estocada desprendida (dos orejas).
El Juli, de gris plomo y oro. Estocada trasera (dos orejas). En el sexto, estocada corta (dos orejas y rabo).
José María Manzanares, de azul marino y oro. Pinchazo y estocada desprendida al encuentro (saludos). En el séptimo, dos pinchazos y estocada. Aviso (saludos).
Miguel Ángel Perera, de verde oliva y oro. Estocada caída y descabello. Aviso (saludos). En el octavo, estocada (ovación de despedida).

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