martes, 18 de marzo de 2014

FERIA DE FALLAS EN VALENCIA - Octava de abono: Un “gache” muy, muy grande

La vuelta al ruedo en el arrastre para el sexto de Cuvillo pone la guinda a una  escalera de toros sin categoría. Daniel Luque premiado con dos orejas por una  faena entonada; Padilla y Fandi también puntúan en una tarde surrealista.
ZABALA DE LA SERNA
Valencia

El cartel dominguero superó todas las expectativas de surrealismo con la traca final de la presidencia: la vuelta al ruedo en el arrastre al cuvillo que cerraba una corrida  de ínfima categoría -el sello barato en lo alto de semejante escalera- y las dos orejas  de una tacada para Daniel Luque terminaron de convertir Valencia en un gache muy, muy grande. Gache se traduce por plaza de pueblo, talanqueras y mucho polvo,  amable lector. Un concepto a años luz de los sueños de producción galáctica de Simón Casas o de la elegancia de zapatos italianos del diputado taurino Isidro  Prieto.

Hay cosas que con Juan José Padilla y El Fandi en el cartel ya se presuponen por  experiencias pasadas y otras que por mucho que pasen los años no imaginas, sobre todo las que no dependen de un público que se espera populachero. El  principio de autoridad, señor usía, el respeto a la categoría de la plaza, señor productor, o el amor por tu ganadería, señor Núñez. Y todo esto, de entrada, se va  por el sumidero con una corrida a la que únicamente le faltaban las etiquetas de  saldo colgando de las orejas, como crotales de rebajas de almacenes Simeón.  Indecente como el jabonero que topaba en las ilusiones Daniel Luque con la cara  por el palillo. Luque que es un torero fusión, en el que caben mil estilos y todavía no  sabe cuál es el suyo.

Cuando apareció el último toro de Cuvillo ya se había concedido una oreja a Padilla  y otra a Fandi de distinto pelaje y tan sólo unidas por inapelables espadazos. Vale.  Pues aparece el tal Relatero, abierto de palas y sienes, siendo el de mejores  hechuras, como renqueante de los cuartos traseros. Pasa aquello sin pena ni gloria,  y Luque prologa por estatuarios. La faena sigue sin que el torero de Gerena cuaje  ninguna serie a la embestida de buen tramo inicial pero que abandona distraída la  muleta. Y de repente el torero decide, con la mano izquierda, no quitársela de la  cara. Y estructura, por fin, una entonada tanda de naturales y el toro toma ritmo.  Desde ahí descubre el filón y el quid de la cuestión: que no pare. Y en redondo lo  hace por abajo y se crece y se lo cree. Y remata con pases de pecho muy largos y  otros muchos mirando al tendido y trincherillas firmadas por la escuela de Finito.  Cuando el cuvillo no encuentra muleta, se queda pensando en las musarañas. Las  luquecinas enredan aún más a la entregada masa, que enloquece como el  presidente tras la estocada en el mismo hoyo de las agujas. Asoman en el palco los  tres pañuelos a la vez: los dos blancos y el azul. Alucinante. La guinda para la tarta  de talanqueras.

Claro, que si uno toma la medida del trofeo entregado al Ciclón de Jerez, cuyos  méritos con el rajado y recortado cuarto se resumieron en una larga a portagayola,  otras tres cambiadas y un espadazo, igual lo de Luque es de rabo... Fandila había  puntuado con un quinto altón, serio, cornidelantero, noble y sin clase, con sus quites  por chicuelinas y zapopinas, su lío de banderillas y un sopapo de crujido con la  espada. Borrado cualquier atisbo de recuerdo con la muleta más allá de la cantidad,  aquellas fueron sus armas.

En los albores de la tarde, Padilla pasó sus fatiguitas con los tornillazos de un cuvillo  escurrido y de vivas puntas. Un par al sesgo superó a los demás antes de una faena  larga. Para su voluntad el poble ya calentó pañuelos. Que no asomaron para Fandila  porque el segundo andaba de pudridero. Si no, este enorme gache en el que se  convirtió Valencia lo condecora también. Y hoy, eso sí, a ponerse todos muy  dignos...

FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Valencia. Domingo, 16 de marzo de 2014. Octava de feria. Tres  cuartos de entrada.
Toros de Núñez del Cuvillo, una escalera sin categoría; indecorodoso el jabonero y topón 3º; escurrido el 1º, de molesto tornillazo; sin fuerza y vacío el más apretado e inexpresivo 2º; un zapato más aparente por delante el  rajado 4º; serio y altón el cornidelantero y noble 5º; de abierta cara un 6º bien hecho,  de buen juego y finales distraídos, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre.
Juan José Padilla, de verde botella y oro. Estocada pasada y caída. Aviso (petición  y vuelta). En el cuarto, espadazo (oreja).
El Fandi, de nazareno y oro. Estocada desprendida (petición y silencio). En el  quinto, gran estocada (oreja).
Daniel Luque, de negro y oro. Pinchazo y estocada pasada y desprendida. Aviso  (silencio). En el sexto, estoconazo en todo lo alto (dos orejas). Salió a hombros.

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