La vuelta al ruedo en el arrastre para el sexto de Cuvillo pone la
guinda a una escalera de toros sin
categoría. Daniel Luque premiado con dos orejas por una faena entonada; Padilla y Fandi también
puntúan en una tarde surrealista.
ZABALA DE LA SERNA
Valencia
El cartel dominguero superó todas las expectativas de surrealismo con la
traca final de la presidencia: la vuelta al ruedo en el arrastre al cuvillo que
cerraba una corrida de ínfima categoría
-el sello barato en lo alto de semejante escalera- y las dos orejas de una tacada para Daniel Luque terminaron de
convertir Valencia en un gache muy, muy grande. Gache se traduce por plaza de
pueblo, talanqueras y mucho polvo,
amable lector. Un concepto a años luz de los sueños de producción
galáctica de Simón Casas o de la elegancia de zapatos italianos del diputado
taurino Isidro Prieto.
Hay cosas que con Juan José Padilla y El Fandi en el cartel ya se
presuponen por experiencias pasadas y
otras que por mucho que pasen los años no imaginas, sobre todo las que no
dependen de un público que se espera populachero. El principio de autoridad, señor usía, el
respeto a la categoría de la plaza, señor productor, o el amor por tu
ganadería, señor Núñez. Y todo esto, de entrada, se va por el sumidero con una corrida a la que
únicamente le faltaban las etiquetas de
saldo colgando de las orejas, como crotales de rebajas de almacenes
Simeón. Indecente como el jabonero que
topaba en las ilusiones Daniel Luque con la cara por el palillo. Luque que es un torero fusión,
en el que caben mil estilos y todavía no
sabe cuál es el suyo.
Cuando apareció el último toro de Cuvillo ya se había concedido una
oreja a Padilla y otra a Fandi de
distinto pelaje y tan sólo unidas por inapelables espadazos. Vale. Pues aparece el tal Relatero, abierto de
palas y sienes, siendo el de mejores
hechuras, como renqueante de los cuartos traseros. Pasa aquello sin pena
ni gloria, y Luque prologa por
estatuarios. La faena sigue sin que el torero de Gerena cuaje ninguna serie a la embestida de buen tramo
inicial pero que abandona distraída la
muleta. Y de repente el torero decide, con la mano izquierda, no
quitársela de la cara. Y estructura, por
fin, una entonada tanda de naturales y el toro toma ritmo. Desde ahí descubre el filón y el quid de la
cuestión: que no pare. Y en redondo lo
hace por abajo y se crece y se lo cree. Y remata con pases de pecho muy
largos y otros muchos mirando al tendido
y trincherillas firmadas por la escuela de Finito. Cuando el cuvillo no encuentra muleta, se
queda pensando en las musarañas. Las
luquecinas enredan aún más a la entregada masa, que enloquece como
el presidente tras la estocada en el
mismo hoyo de las agujas. Asoman en el palco los tres pañuelos a la vez: los dos blancos y el
azul. Alucinante. La guinda para la tarta
de talanqueras.
Claro, que si uno toma la medida del trofeo entregado al Ciclón de
Jerez, cuyos méritos con el rajado y
recortado cuarto se resumieron en una larga a portagayola, otras tres cambiadas y un espadazo, igual lo
de Luque es de rabo... Fandila había
puntuado con un quinto altón, serio, cornidelantero, noble y sin clase,
con sus quites por chicuelinas y
zapopinas, su lío de banderillas y un sopapo de crujido con la espada. Borrado cualquier atisbo de recuerdo
con la muleta más allá de la cantidad,
aquellas fueron sus armas.
En los albores de la tarde, Padilla pasó sus fatiguitas con los
tornillazos de un cuvillo escurrido y de
vivas puntas. Un par al sesgo superó a los demás antes de una faena larga. Para su voluntad el poble ya calentó
pañuelos. Que no asomaron para Fandila
porque el segundo andaba de pudridero. Si no, este enorme gache en el
que se convirtió Valencia lo condecora
también. Y hoy, eso sí, a ponerse todos muy
dignos...
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Valencia. Domingo, 16 de marzo de 2014. Octava de
feria. Tres cuartos de entrada.
Toros de Núñez del Cuvillo, una escalera sin categoría; indecorodoso
el jabonero y topón 3º; escurrido el 1º, de molesto tornillazo; sin fuerza y
vacío el más apretado e inexpresivo 2º; un zapato más aparente por delante
el rajado 4º; serio y altón el
cornidelantero y noble 5º; de abierta cara un 6º bien hecho, de buen juego y finales distraídos, premiado
con la vuelta al ruedo en el arrastre.
Juan José Padilla, de verde botella y oro. Estocada pasada y caída. Aviso (petición y vuelta). En el cuarto, espadazo (oreja).
El Fandi, de nazareno y oro. Estocada desprendida (petición y silencio). En
el quinto, gran estocada (oreja).
Daniel Luque, de negro y oro. Pinchazo y estocada pasada y desprendida. Aviso (silencio). En el sexto, estoconazo en todo lo alto (dos orejas). Salió a hombros.
Daniel Luque, de negro y oro. Pinchazo y estocada pasada y desprendida. Aviso (silencio). En el sexto, estoconazo en todo lo alto (dos orejas). Salió a hombros.
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