El sevillano debuta hoy en
Valencia en la sexta de la Feria de Fallas.
ISMAEL DEL PRADO
Madrid
Dicen que la primera impresión es la que cuenta. Pálpitos.
Corazonadas. Amores a primera vista que perduran hasta la eternidad. Manuel
Escribano sintió ayer algo parecido. Apenas habían pasado diez minutos desde
que Jiménez Fortes salía en volandas por la Puerta Grande y el sevillano lo
tenía bien claro. «Me ha encantado el ambiente, aunque hubiera poco público, la afición
es buena, entendida, y hoy se ha demostrado que responde, que se emociona
cuando ve a un torero entregado... Es una gran plaza», resumió camino
de la habitación de su hotel. Allí velará armas hasta la hora del café. Después,
a las cinco, trenzará el paseíllo en el coso de Monleón junto a El Cid e Iván
Fandiño para lidiar un encierro de Jandilla. Es su debut en Valencia, donde ni
siquiera se pudo estrenar como novillero.
El torero de Gerena, pese a todo, tiene claro su papel. «No
soy un desagradecido, ni tengo miedo a que me encasillen en ese tipo de
corridas duras, de hecho las voy a seguir matando, sé de dónde vengo y que es
la etapa que ahora me toca vivir, estoy en otro escalón diferente al que
ocupaba cuando empezó la temporada pasada, por eso tengo que seguir
progresando, dar ese plus de calidad y emoción para que los peldaños sigan
cayendo», analiza antes de compactar el discurso: «Asentarse y avanzar».
Para ello, el primer escollo es Valencia y en un cartel «bonito». De los que atraen. «Es
una corrida muy interesante y una combinación que, hasta ahora, apenas se ha
podido dar con una figura consolidada como El Cid, que tiene una facilidad
asombrosa para cuajar los toros y con otra que no para de crecer, sale a morir
cada tarde y pelea como si no hubiera mañana... Bueno, yo tampoco quiero ser menos,
quiero presentar batalla, así que los tres vamos a salir arreando seguro»,
vaticina, convencido de sus posibilidades.
Y es que Valdemorillo, hace un mes largo, cargó de moral al
diestro sevillano. «El balance tuvo de todo, agridulce si nos ceñimos a los dos festejos,
muy bien el primero y una segunda tarde sin más, en la que no embisten los
toros y no pasa nada, pero para mí su valor está por encima de todo eso... Era
mi reaparición y me demostré a mí mismo y a la afición que mentalmente estoy
como antes de la cornada, que no hay secuelas», zanja con rotundidad.
Tras Valencia, llegará el turno de Sevilla. Cuatro tardes
cuatro. Gesto que sólo igualará precisamente uno de sus compañeros de esta
tarde, El Cid. Si Canorea pidió que los toreros sevillanos «se echaran la feria a la
espalda», Manuel Escribano recogió el guante: «Es una responsabilidad muy
grande, pero bendita responsabilidad... Estoy muy contento por haber firmado
esa feria, si me lo dicen hace un año... En general, con la preciosa temporada que
voy a echar, porque es la que siempre he soñado».
Por último, ciñéndose al primero de esos cuatro paseíllos,
el Domingo de Resurrección, el joven torero banderillero está seguro de que «es
un día ideal para demostrar muchas cosas». «El cartel está repleto de
alicientes: una fecha tan especial en el calendario taurino, en Sevilla, con
dos toreros de Gerena, que seguro habrá rivalidad entre nosotros, con toros de
Miura, algo fuera de lo habitual porque no se producía desde los años 40...
Será muy interesante para el aficionado», concluye.
No hay comentarios:
Publicar un comentario