El
torero de Gerena –capaz, fácil, templado y valiente- cuaja de capa y muleta, y
a pesar del viento, un gran toro de Lorenzo Fraile. Confirma con seriedad el
francés Dufau.
BARQUERITO
Fotos: EFE
EL TORO DE LA confirmación de alternativa de Thomas
Dufau fue una maravilla. Acucharado y veleto, muy astifino, bajo de agujas,
corto de manos, anchito. Hondo, un dije dentro de su estirpe. Estuvo descolgado
enseguida, fue de pronto tranco y seria conducta: codicioso, repetidor, noble,
franco, ganoso, de darse. El de la devolución de trastos, zancudo, alto de
cruz, el culopollo tan frecuente en la sangre atanasio, estrecho y sin
enmorrillar fue, en hechuras, como el reverso de la medalla. De frágiles apoyos,
pero toro de menos a más, quiso distancias y en ellas se empleó sin reserva. No
quiso, en cambio, al torero encima.
El
tercero fue el toro de la tarde. Un mozo: frentudo, acucharado como el primero
pero de bastante más cuajo. La hondura. Frío en los primeros compases, se
empleó en el caballo, se cantó claro al tomar engaños y en la salida de la
segunda vara, atacó en banderillas con aire guerrero y fue en la muleta de son
muy especial: quiso enseguida y a todo, por una mano y la otra.
Una
resistencia llamativa: no menos de treinta muletazos con el morro por el suelo,
el viaje entero, desde el fleco de muleta que lo enganchaba por delante hasta
el suave toque que lo soltaba pero para volverlo a enganchar. Gran calidad. Y
un borrón: después de tanto trabajo sin queja, se abrió y quiso tablas, como
los toros que renuncian al combate. Pues hasta en tablas embistió con nobleza.
Los tres toros, de Puerto de San Lorenzo. Segundo y tercero llevaban el mismo
nombre. Un Velosico I y un Velosico II. No parecieron ni primos segundos. Pero
uno y otro tuvieron en común son para atacar de largo en un casi galope, y
templado el galope, que no es fácil.
Estaba
encarrilada la corrida con nota cuando aparecieron uno tras otro los tres
siguientes. Otra historia. Borrascoso, agresivo, extraordinariamente
descompuesto un cuarto cornalón, apabullante trapío, de genio dolido, toraco de
terrible violencia que protestaba fiero en cada viaje, la cara por las nubes,
como si lo quemara el viento que estuvo levantado de principio a fin de
festejo; un quinto atacado de carnes, corto de cuello, 600 kilos que no se
veían, y una mansera clásica eindisimulable, de huirse de suertes, de corretear
al trote afligido por todos los terrenos de tablas sin sujetarse en ninguno y
de acabar en toriles más asustado que a la defensiva; y un sexto salpicado, con
predominio de la pinta ensabanada, muy badanudo, que no quería caballo ni
apenas nada pero que devino manso tratable. Se aplomó, fue noblito y no sin
desgana tomó engaño hasta la hora de rendirse. Así que fue una corrida no solo
desigual sino abigarrada de tan diversa. Chocantes contrastes entre líneas y
sangres de un mismo hierro aunque pudieran entreverse los puntos comunes de una
ganadería tan de fiar como la de Lorenzo Fraile.
Toreó
con una facilidad, un aplomo y una entrega sobresalientes Daniel Luque al toro
más sobresaliente de los seis, el imponente tercero. De capa y muleta. Despacio
en el saludo y en un quite de tres verónicas al ralentí, una cuarta tropezada
de tan despacio, media, larga y un recorte interminable por delante a una mano
porque el toro hizo por el engaño como si quisiera más. Y otro quite todavía,
de cuatro lances, media y recorte, manos bajas, vuelo corto pero ligero, toques
suaves, gran destreza, más compuesta y encajada que desmayada la figura. La
exhibición se celebró con fuerza.
Faena,
luego, de tanto dominio como tensión y
temple, porque una y otra cosa se conjugaron en las dos partes del juego. De
largo y sin pruebas, por la diestra, una primera tanda de aguante y gobierno,
decisoria, la que convino al toro; dos más casi seguidas, sin pausas gratuitas,
el toro en la mano, traído por delante, vaciado, pasado con ajuste. Lento el
dibujo incluso en los remates de molinetes, trincherazos, la suerte cargada en
los librados de pecho. Trabajo de torero mayor. Viento, pero ni eso importó.
Dos tandas con la izquierda de categoría: toro prendido muy por delante, remate
enroscado, ligazón. Y solo paso que el toro se fue tan a última hora y el final
desdijo. La gente, con Luque, lo arropó en su pelea con el quinto. Habría
bastado una faena de castigo y aliño, que no se estilan. Se tuvo en cuenta el
esfuerzo.
Templado
Dufau en el toro de la alternativa: con el capote, de pequeña dimensión pero
con vuelo bueno, y con la muleta a pesar de que el viento lo descubría
demasiado. Faena bien planteada, engaño planchado, ligazón, firmeza, una tanda
con la izquierda de soberbia pureza, armonía, sitio, cabeza. Una tanda de
manoletinas inconvenientes. Una excelente estocada. Finura, por tanto: ni un
pisotón ni una renuncia. Y paciencia, luego, para acoplarse al son dormido del
mansito y apagado sexto, consentirle y a pulso sacarle muletazos de caro fondo.
Dos pinchazos, una estocada caída. Valeroso.
La
suerte contra El Cid esta vez: imposible el cuarto; y el menos propicio de los
tres buenos toros del Puerto. Seguro oficio con el capote en lances de recibo.
Un viento traicionero lo desarmó dos veces, y se indispuso el toro algo; una
faena de más a menos, y una notable estocada. La estocada corta con que se
deshizo del quinto fue de torero sabio.
POSTDATA PARA LOS ÍNTIMOS.- El hijo de Rufo, que parecía un
torero salvaje porque se hizo solo. Ese es Daniel.
No
hay torero francés que no sea vocacional. Sobre todo los del Oeste: Viard,
Lagravére -a los dos les vi confirmar la alternativa-, Lescarret. Y ahora
Dufau, tan pulcro. ¡Tan bien vestido de torero! De alguien fue ponerle golpes
de oro al chaleco, y que la plata fuera plata sin escatimar, y la seda blanca,
impecable. Un brochazo de sangre del toro de la confirmaicón parecía un trazo
de Tápies. El Cid, sin baraka. El Puerto de San Atanasio.
FICHA DEL FESTEJO
Seis
toros de Puerto de San Lorenzo
(Lorenzo Fraile). De variadas y
serias hechuras. Excelente el tercero; muy bondadoso el primero; descompuesto el
cuarto; manso el quinto; manejables los otros dos.
El
Cid, de escarlata y azabache, saludos y pitos. Daniel Luque, de azul marino y oro, una
oreja y saludos. Thomas Dufau, de
blanco y plata, que confirmó la alternativa, saludos tras un aviso y silencio.
Jueves, 7 de junio de 2012. Madrid. 3ª
de la serie de Arte y Cultura. Más de media plaza. Primaveral, muy ventoso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario