Quinto
de la corrida de rejones que cerró el mes seguido de toros en las Ventas. Triunfo meritorio pero no redondo del
lusitano Rui Fernandes. Cumplidor Moura
Caetano.
BARQUERITO
Fotos: EFE
BARBEÓ
TABLAS el primero de
corrida y, como tantos toros de sangre Murube, hizo hasta amago de saltar la barrera. Desistió.
Costó encelarlo: por distraído, por su apego a las tablas, por su trote mansito
de corredero. Un arreón, se dolió de farpas, se acabó rebotando. Era un bello
toro, muy enmorrillado: diana segura para un rejoneador con más recursos que Sergio Vegas. Sin ayudas de capotes,
Sergio apenas pudo llegar a terrenos del toro. Y con ellas, tampoco.
Transiciones lentísimas en los cambios de
montura. Toro rajado, un rejón de muerte.
Hicieron durante el trasteo su aparición esas habituales palmas de ganso a la alemana cuya
invención se atribuyó sin motivo un día a los aficionados de Tarancón –para animar al rejoneador del país, el gran Sergio Galán- y ya se ve que no. No toreaba
Galán, no estaban ni los de Tarancón
ni los de Huete ni los de Uclés. Las palmas
de ganso son, por tanto, la música de las corridas de rejones en Madrid.
Esta era la cuarta del género en Las Ventas en menos de un mes. No sería la
mejor de las cuatro.
Fue, sí, de sangre Murube, y de una de las
ganaderías más refinadas de Salamanca. No salió ese toro lustroso y fino de
cabos tan clásico de Castillejo de Huebra, pero dio la
casualidad de que el único de los seis jugados con ese hierro salió bravo de verdad.
El quinto de la tarde. Cualquiera que sea la terna, el cuarteto, el sexteto o
la pareja de rejoneadores, una corrida o un toro bravo encarecen y calientan la
fiesta. Ese quinto de esta baza fue a todo con la prontitud inequívoca de la
bravura. El dilema de siempre: ¿y si hubiera podido verse en puntas y lidiado a
pie? Mejor todavía.
Rui
Fernandes –el querubín de Almada, facciones germánicas, porte de
jinete militar y no campero- le hizo al
toro honores, puso en liza a cuatro caballos estrella –el albino «Sol», lo tordos «Quiebro» y «Ozono», el
castaño «Bairro Alto»-, se adornó en
aires de alta escuela –passages, paso español, corvetas, balanceos-, no
redondeó en tres o cuatro intentos de
clavar a dos manos, no terminó de templarse con el toro y lo mató a la segunda,
y el rejón de muerte cayó muy trasero y provocó agonía larga contra las tablas.
Para morir fue también bravo el toro.
La corrida de José Manuel Sánchez, de desigual condición, dio, además del gran quinto
de Castilleja,
dos toros de buena nota: segundo y sexto. Frío de salida el uno, de gran nobleza; de gran calidad el otro, cinqueño,
larguísimo, bello de ver, igual de noble. Rui
Fernandes, de gusto heterodoxo, amante de alardes –piruetas con o sin toro-, se prodigó en adornos, arrodilló a un
caballo, lo lanzó dos veces, clavó más a grupa que a estribo y, con el fondo
constante de las palmas de ganso, se
calentó y atrevió, llenó plaza, mató de
un primer intento y rodó sin puntilla, se pegó una interminable vuelta al
ruedo. Fue el personaje estelar de la corrida.
Académico, certero, pausado, riguroso en las
reuniones, Moura Caetano anduvo muy
centrado con el notable sexto. Y también con el complicado tercero, que se
revolvía mucho por nervioso y acabó
afligido de tan sangrado.
El cuarto fue el toro bruto pero flojo imprescindible en la de rejones que sea y
alcanzó monturas de Sergio Vegas
unas cuantas veces. No hubo manera de
acoplarse.
POSTDATA
PARA LOS ÍNTIMOS.- La última de las fiestas. Con
detergentes químicos limpian y rerriegan todas las noches el patio del desolladero
y, sin embargo, las flores de los tilos del bosquecillo se abren de noche y
pueden con el hedor de la sangre y el perfume artificial de las multinacionales
de la limpieza. En la calle de Mayor, entre Sol y Bringas, hay, en la acera de
los pares, tilos jóvenes que también se atreven. No más botánica.
Un
caballo albino llamado Sol. No está mal. La casaca prusiana de Moura Caetano: el azul del uniforme de caballería de Prusia. Marcial color, señor Lalanda.
FICHA DEL FESTEJO
Cinco toros de José Manuel Sánchez y uno -5º- de Castillejo de Huebra (familia
Sánchez Majeroni, todos despuntados
para rejones y, salvo el cuarto –destartalado-,
de bellas hechuras. El toro de Castillejo se empleó de bravo. El sexto,
cinqueño, de gran estilo al descolgar y
estirarse. Bueno fue el segundo.
Sergio
Vegas, silencio en los dos. Rui Fernandes, una oreja y saludos tras un aviso. Moura
Caetano, silencio y vuelta.
Domingo, 10 de junio de 2012. Madrid. 6ª de
Arte y Cultura Taurinas. Primaveral. Casi
media plaza.
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