BADAJOZ.- La participación de José Tomás
en la Feria de San Juan, en Badajoz (suroeste de España), ha significado el
gran revitalizante que estaba
necesitando el toreo, por la pasión que despierta su estilo en el ruedo
y por la riqueza que deja su estela en
la ciudad. Un triunfo en todos los sentidos, por supuesto en la taquilla de la
plaza -ojo, que la Badajoz tiene un aforo de más de trece mil localidades-, que
llevaba décadas sin conocer los extraordinarios números del "no hay billetes", y cuya
huella se ha reflejado también en todos los servicios de la industria turística
y hotelera, que ha estado igualmente a
rebosar.
Pero sobre todo en lo
taurino ha resultado asimismo el gran revulsivo para que público y aficionados
vuelvan a creer en un espectáculo que por diversos factores languidecía,
todavía disimuladamente, con un preocupante fondo de desinterés por la escasa
competencia entre sus protagonistas, los toreros. Lo bueno es que para montar
tan buen jaleo José Tomás no
necesitaba la competencia de nadie, le bastaba con retarse a sí mismo como ha
hecho en otras ocasiones cuando se ha anunciado en terna "con dos más". Sin embargo, decidió salir esta vez con
otro "gallito" como es "El
Juli", para darle a su actuación ese barniz de rivalidad tan
necesario en tiempos de crisis.
Y así fue como a la solemne
profundidad del toreo de Tomás
respondió "Juli" con una entrega desmedida. Los dos conjugaron
a la perfección los conceptos de valor y técnica, sobre los cuales cada uno
proyectó su particular estilo artístico. De mucha raza y poderío, sencillamente
arrebatador lo de "Juli" frente a un toro de mucho "motor", podría decirse que a su medida, mientras que
resulta inenarrable lo de Tomás por
la interpretación que hizo del toreo al natural en un final de faena a su segundo
astado que nadie podía sospechar dadas las escasas posibilidades del animal.
Tan importantes actuaciones
hay que valorarlas mucho más allá de las tres orejas que cortó Tomás y las cuatro que sumó Juli,
también en un contexto de responsabilidad
asumido por los dos, que eligieron para la ocasión una corrida de toros,
de Garcigrande,
muy digna de presentación, sin exageraciones, pero con trapío y pitones más que suficientes para cumplir con
la seriedad que demanda el espectáculo.
Porque en contraste con esa
línea, al día siguiente del gran suceso Tomás-Juli,
la corrida de Zalduendo que lidiaron Morante,
Manzanares y Talavante, ya fue
otra cosa, muy terciada y poco o nada
ofensiva, seis toros que dejaron mucho que desear por raza y fuerzas. Una
birria de corrida, para entenderse, que es lo que lamentablemente se lleva en
plazas "de segunda" con las
figuras.
Así y todo, impresionó la
actitud y la capacidad de Alejandro
Talavante, que se llevó tres apéndices. Su quietud y despaciosidad, su
manera de arrimarse y su distinguida
clase para sentir el toreo y "comunicarlo"
al tendido, están siendo el marchamo del gran Talavante que tanto se prodiga esta temporada.
A hombros también esa misma
tarde salió Manzanares, con una
oreja de cada toro, pero ni sombra de los otros. El alicantino se justificó con
cuatro pinceladas. Y cerrando el cartel de ese día, o más bien abriéndolo ya
que iba por delante, "Morante", en plan
absolutamente de birlongo, que diría el castizo.
La primera corrida de a pie
fue una encerrona de Antonio Ferrera
con seis toros de Victorino Martín, planteada con mucha seriedad en la elección
del ganado y en el desarrollo de las faenas. Ferrera trató de hacer las cosas con pureza, y a buen seguro que lo
logró. Las cuatro orejas finales no llevan sello de paisanaje. Fue un triunfo a ley.
Otro torero que ha estado
muy digno y valeroso ha sido Padilla,
en la tarde de Tomás-Juli, con un
lote poco propicio. Así y todo cortó una oreja y pudo haber estado también en la foto de la Puerta Grande si no
es por un pinchazo previo a la estocada
definitiva.
En la de rejones, a hombros
con dos trofeos Hermoso le ganó la
partida a Ventura, que cortó uno y
perdió dos más por matar mal y por la negativa del "palco". Mora Caetano,
a buen nivel, sumó otra oreja. Una novillada sin picadores abrió la esperanza a
los nombres de José Garrido y Posada de Maravilla, que cortaron dos
orejas cada uno.
La empresa "Coso de
Badajoz" cuidó todos los frentes. Y por eso en conjunto todo salió tan bien. / EFE
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