Frente a un flojo y desganado encierro, Pablo Hermoso cerró su temporada colombiana cortando una difícil oreja. Ramsés en faena de mucho contenido hizo lo propio. Un pundonoroso Daniel Luque perdió trofeo con la espada.
JORGE ARTURO DÍAZ REYES
BOGOTÁ (Colombia).- Los de Juan Bernardo (en Domecq), dos jaboneros, tres castaños y un negro, flojearon hasta la inutilidad. Tanto los livianos como los más pesados, los de rejones. Además carecieron de codicia. O no la tenían, o la tenían y no podían transportarla, o todas la anteriores. Encima, el tercero se partió la mano izquierda debiendo ser apuntillado en el ruedo.
La noticia, como siempre fue Pablo Hermoso, y esta vez porque no abrió la puerta grande. Llevaba siete en fila; dos en Cali, dos en Manizales, dos en Medellín y una en Bogotá. Cuando un hombre muerde a un perro… Esa fue la noticia. Pero no fue culpa suya, ni del público ni de la presidencia, siempre tan obsequiosos. Estuvo poco preciso con los hierros, aceptemos, pero eso no fue problema para los rabos y las apoteosis anteriores ¿Por qué lo habría sido ahora? Las deficiencias de los toros tampoco pueden ser culpadas ¿No ha cortado rabos a mansos y a flojos?
Para qué buscar el ahogado aguas arriba. El asunto fue la fatalidad. Sí, la fatalidad de este ruedo quiebrapatas ¿Cuántos toros se han malogrado esta temporada para no contar las anteriores? Un ruedo pétreo (y no me refiero al cesáreo alcalde antitaurino que lo reclama, quién sabe para qué), un ruedo tan pétreo, que cuando Daniel Luque quiso clavarle el estoque para dar sus luquesinas no halló un lugar en que la punta penetrara, se doblaba y se doblaba contra el duro piso, teniendo que arrojarla el sevillano con enfado. Si el tercero no se fractura en él, la crónica de hoy se llamaría ocho de ocho, pues la gente andaba tras de eso y las destrezas del navarro la tenían fuera de sí. Ahí estuvo el quid.
Al sexto, soso, parado, sin embestidas, que termino entablerado, le orbitó alegre con sus caballos, acudió a los tendidos, puso el primer rejón de muerte tan atrás que él mismo corrió a quitarlo antes del buen rejonazo final y sin embargo le cortó una oreja. ¿Entonces?
Ramsés, más expresivo (no mucho), que todas la veces, no acusó las dificultades que le oponía el tardo, blando, y quedado primero. Quizá denotando sí un tris de inseguridad en algún tornillazo, apeló a su verdad; el toreo serio, y se recreó en él. Iba bien. Las manoletinas aunque no muy airosas valieron como testimonio final de compromiso. Se tiró por derecho cinco veces y cinco dio en hueso. Tras los primeros dos el animal se echó, y en gesto de honradez el matador impidió que le apuntillaran, lo hizo parar y siguió pinchando. Los paisanos se le rebotaron y en ese momento de la negación y el aviso, pegó el estocadón, recuperando crédito.
El cuarto, débil como todos, se le cayó a la salida de una tanda emotiva que había comenzado con dos cambios por la espalda, dos por el pecho y un forzado, y se le volvió a caer tras dos pausadas tandas derechas a media altura de intensión reconstituyente. Parecía que no había futuro, pero el bogotano se portó como un lidiador sensible. Le administró las pocas energías con mano de seda, sin castigar, sin obligar, sin violentar y le sostuvo, y le hizo andar, despacito, pero le hizo andar, hasta en círculos, y hubo naturales lentos. Y la plaza se le entregó y en reciprocidad regaló el volapié de la corrida, clavando el estoque hasta los gavilanes en sitio, aunque algo tendido fulminó y la oreja muy aclamada fue requetemerecida.
Daniel Luque, también cerró su temporada colombiana, ya van tres y nada que rompe con un triunfo que avale su buen cartel en el resto del mundo taurino. De su parte no ha sido falta de ganas, ni de capacidad pues a pesar de no tocar pelo siempre deja sentado que orgullo y tauromaquia tiene. Pero no se le dan las cartas que a otros quizá menos obcecados les ligan tan fácil. El segundo, un inválido que daba tiro por tiro con sus 536 kilos en el suelo, no le dio más opción que montar un arrimón carente de impacto dada la postración del animal que fue librado de penas con un pinchazo y un compasivo espadazo. Y el de Gerena, que no necesita de mucho, echando chispas.
Al quinto, pequeñín, lo embarcó en verónicas y cinco medias, contando las del quite. Cinco medias, de las cuales la última fue una pintura. Torea bonito Daniel. Torea emocionante. La Santamaría estaba de plácemes deseando lo mejor, cuando el castaño se fue apagando, fue tardeando, se fue quedando y la faena se fue reduciendo a una lucha de arrancar un pase y pujar un siglo por el otro. La porfía sin esperanza daba pena. De contera la rajada, el pinchazo y los dos descabellos sin estocada. Nada. Será en la próxima.
Un plaza llena, una tarde agradable, unas barreras cuajadas de personalidades; el expresidente de la república César Gaviria, el exfiscal nacional Alfonso Gómez Méndez, el exalcalde de Bogotá Juan Martín Caicedo Ferrer, el ministro del trabajo Rafael Pardo y muchas más. Y frente a todos como un desafío mudo y soberbio, el palco del alcalde tapiado a cal y canto.
FICHA DEL FESTEJO
Domingo, 29 de enero de 2012. BOGOTÁ. COLOMBIA. Plaza de Santamaría, 4ª de temporada. Nubes y sol. 16 ºC. Lleno. 6 toros de Juan Bernardo Caicedo, 3º y 6º despuntados para rejones, disparejos de romana, nobles, flojos, y de poca codicia. Aplaudido el 4º, división al 3º, los demás pitados.
Ramsés, silencio tras aviso y oreja. Daniel Luque, silencio y silencio. El rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza, silencio y oreja.
Incidencias: Saludaron James Peña y Jaime Mejía tras parear al 1º. Abraham Neiro y Ricardo Santana tras parear al 2º y Jaime Devia tras parear al 4º.
No hay comentarios:
Publicar un comentario